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Los grandes pensadores, la Guerra del Opio y la República Popular  por Julio A. Louis

Los grandes pensadores, la Guerra del Opio y la República Popular  por Julio A. Louis
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  Los grandes pensadores

La ideología política de la antigua China halla sus expresiones más características en la filosofía de Confucio y de Lao-Tsé.

   Confucio (-551 a -479, o A. C.)  crea una escuela filosófica expuesta en cuatro libros, de los cuales es autor solo del primero, “La gran doctrina”. Respeta las tradiciones antiguas y su moral se dedica al orden y la armonía en el Estado. Fundamenta la desigualdad social, pues hay “superiores” e “inferiores”. Recomienda la conducta ejemplar, valora a la subordinación y el servicio que los jóvenes deben prestar a los mayores, basado en el respeto filial, entre padres e hijos, el rey y los funcionarios y súbditos. Si reina el orden en la familia, y más en la real, los pueblos están bien gobernados. Se recomienda la moderación y huir de los “extremismos”. Enseña a no ser servil cuando se es pobre, ni arrogante cuando se es rico, a ser pobre y estar contento, a ser rico y respetar las normas de la ley.  Atribuye  importancia a los ritos, que representan la subordinación de los inferiores.

El rey es el “hijo del cielo” y de él recibe las órdenes. Sugiere que desde el poder se evite indignar al pueblo. “Cuando logres el afecto del pueblo, lograrás también poder; pero si pierdes aquél, también perderás éste”. “Cuando un soberano virtuoso domina los corazones, domina también el país”. (1) El rey debe ser benevolente. Pero si se desvía de sus virtudes, no admite críticas a sus actos. Si un estado está mal gobernado, el prudente debe callarse. Sugiere confiar en el castigo de dios.

Esa doctrina es originalmente progresista. Luego, por predicar la resignación y la indiferencia, por condenar la combatividad de los trabajadores, es usada por los que  dominan contra el pueblo. Sus ideas serán la base de una  religiosidad elaborada por sus sucesores y el confucianismo se convierte en  religión oficial.   

 Lao-tsé  y el taoísmo

 Entre los siglos -VI y -V, surge el taoísmo y se considera a Lao-tsé (-605 a -521, fechas  probables de su vida) como su fundador. Traduce conceptos sociales y políticos progresistas. Manifiesta la tendencia materialista de la filosofía, basada en  las contradicciones. “Lo incompleto se vuelve completo, lo torcido, derecho; lo vacío se colma; lo viejo es reemplazado por lo nuevo; lo que es poco se vuelve mucho.” (2)

En sus comienzos expresa la protesta de los oprimidos, de los explotados. Y exhorta a seguir la “ley natural” que reinaba en el mundo, a no adquirir riquezas y a indultar los crímenes. Reprueba el bandolerismo, la jactancia y la acumulación de riquezas acompañada de la ruina de los pobres. Señala que “el pueblo pasa hambre debido a los excesivos tributos e impuestos”. Pero no desea cambios violentos, e insta a los trabajadores a la pasividad y a confiarse en la acción de la ley natural. “Un viento fuerte no dura toda la mañana, ni un chaparrón continúa todo el día”. Su doctrina se impregna de simpatía hacia los oprimidos, hacia el pueblo. “El hombre inteligente (…) mira al pueblo como a sus propios hijos”.  En fin, llegará un tiempo en que desaparecerán la “astucia” y el “lucro”. (3). Después, el taoísmo se transforma en una concepción mística, dada esa exhortación a la pasividad, utilizada por los conservadores.   

 A esa China, con su economía, sus influencias políticas y sus pensadores, se la invade y combate, con la denominada Guerra del Opio. Aunque, en la segunda mitad del siglo XVI, los portugueses se habían establecido en Macao.

La guerra del Opio (1839-1842) 

La civilización china es el centro de un sistema tributario multiestatal. Los periféricos  le tributan y desde el siglo XVI al XVIII, China es el corazón de la economía asiática. A principios del XIX es la mayor economía territorial del mundo y su PIB es un tercio del mundial. Pero en la segunda mitad de ese siglo sufre derrotas militares, pierde territorios y queda en la situación de un Estado semicolonial.

La decadente dinastía  manchú -al principio tolerante con los misioneros- proscribe al cristianismo (1805). Mientras, Gran Bretaña y otros países occidentales roban a China sus riquezas en cantidades gigantescas a través del comercio ilícito de la droga,  lo que le provoca una crisis de las finanzas y paraliza la producción. Como el emperador se ve obligado a impedir el tráfico del opio, el gobierno británico desata la Primera Guerra del Opio (1839-1842). Finaliza con el Tratado de Nankín. Por él, y por cláusulas suplementarias, Hong Kong es entregada y pasará a ser colonia británica. Otros puertos también deben ser abiertos (1843-1844). Le sucede la Segunda Guerra del Opio (1856-1860); los aliados (Francia-Gran Bretaña) ocupan Beijing  y obtienen  nuevas plazas comerciales. Los norteamericanos también obligan a China a tratados desiguales.

Esas agresiones se acompañan de la opinión de una presunta superioridad racial. Los chinos serían afeminados, cobardes, supersticiosos, incapaces de organizarse, corrompidos e indignos de confianza. Y provoca, como reacción, el odio de ellos.

“¡Sí! Es verdad que los chinos odian a los europeos, ¿pero a qué europeos odian y por qué? Odian a los capitalistas europeos y a los gobiernos que obedecen a los capitalistas. ¿Cómo pueden los chinos evitar odiar a aquéllos que vinieron a China con el único propósito de obtener provecho; que han utilizado su cacareada civilización con los únicos fines del engaño, el saqueo y la violencia; que han desatado la guerra contra China con el objeto de comerciar el opio para envenenar al pueblo…” (4)

Con su victoria el capitalismo mundial penetra más en China. Ésta es vencida en otras dos guerras (con Francia, 1884-1885) y con Japón (1894-1895), con lo que pierde territorios y soberanía.

Del dominio europeo a las sublevaciones nacionalistas

 Abarca un siglo largo el proceso desde la  China dominada por potencias extranjeras a la liberada. La primera insurrección es dirigida por la secta mística de los Taipings -protagonistas de una auténtica insurrección campesina- para expulsar a la decadente dinastía manchú (1851-1864); llegan a  apoderarse de Nankín (1853), pero esa dinastía es salvada por un ejército anglo-norteamericano que derrota a los taipings, cuyo Estado había subsistido once años. Con ella declina la primera marea revolucionaria.

Se sucederán otras sublevaciones: las principales son el levantamiento de Canton (1895) dirigido por los revolucionarios burgueses de Sun Yat-sen; y el de los Yi Je Tuan, movimiento patriótico anti imperialista (1900), cuya fuerza principal vuelve a ser campesina, pero  son derrotadas. En este caso, ocho países invasores, con 40.000 hombres, entran a Beijing y cometen atrocidades, lo que no impide a la Corte imperial y a los explotadores calumniar al movimiento de los Yi.

Más agresiones y primeras victorias chinas

Cuando ya EE.UU. es el agresor principal, desde 1903 estallan cientos de levantamientos. Sun Yat-sen fusiona grupos en La Liga Revolucionaria, convoca a una “revolución popular”, a crear un “Estado Nacional” independiente y un “Estado Popular” democrático (1905). Pero, no menciona al imperialismo  ni moviliza para cumplir su programa agrario. En 1911 -a pesar de esas falencias- vence la revolución democrática burguesa que derroca a la dinastía Ching y el Imperio es sustituido por la República. Y, a pesar que 17 de las 21 provincias proclaman su independencia, la ausencia de un plan centralizado, es aprovechado por los monárquicos constitucionalistas para, declarándose “dirigentes revolucionarios”, proclamar el Gobierno Provisional de la República China (1912) con Sun Yat-sen como Presidente Provisional. Mas por sus contradicciones y la debilidad de la burguesía, Sun Yat-sen  dimite, sin cambiar la naturaleza de la sociedad.

En 1919, se forma el Movimiento del 4 de Mayo, considerado  el germen de la integración de la teoría marxista con el movimiento obrero. Por esos años, la Revolución Rusa (1917) y las contradicciones interimperialistas que estallan en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), empujan a la revolución en China, pues aminoran la presión exterior y posibilitan la industrialización y el desarrollo del comercio en la zona costera, con la consiguiente explotación obrera, que abona el terreno para la formación del Partido Comunista Chino (PCCh).

En la Conferencia de Paz después de la Primera Guerra Mundial (París, 1919) a la que China asiste como “vencedora” sus reclamos son rechazados y se polariza más aún la situación política. La presión de las masas obliga a la delegación china a no firmar el definitivo Tratado de Versalles (1919).

En 1921 se realiza el Primer Congreso Nacional del PCCh con solo doce delegados que representan a cincuenta miembros. Bajo su dirección, entre 1924 y 1927, se libra la Primera Guerra Civil Revolucionaria, fracasada. Por esa década, los comunistas se concentran en dirigir a la clase obrera, pero la lucha y la dura  represión  demuestran que ellos no pueden vencer sin poderosos aliados político-sociales y sin sus propias fuerzas armadas. Los campesinos son el 80% de la población, la pequeña burguesía urbana tiene varios millones y hay elementos democráticos de la burguesía. Por eso, los comunistas ayudan a reorganizar el Kuomintang, Sun Yat-sen se aproxima a la URSS, pero fallece en 1925. Y la contrarrevolución se agrupa en torno del jefe del ejército, Chiang Kai-shek, quien derrota a los comunistas (1927) y desata el terror blanco. Los comunistas se ven obligados a desplazar su lugar principal de lucha al campo.

La Guerra Civil de clases se combina con las intervenciones imperialistas. La Segunda Guerra Civil Revolucionaria comienza y Mao conduce sus unidades a las montañas (1927), en el límite de Junán y Chiangsi, y forma la primera base del poder militar. Contradice el concepto que los levantamientos comienzan en las ciudades y propone bases en el campo, realizar la reforma agraria, y por fin, rodear y tomar los centros urbanos. Fija bases teóricas sobre estrategia y táctica militar. Y en menos de un año (1930-1931) las tres campañas de Chiang de “cerco y aniquilación” son derrotadas.

Pero la guerra deja de ser solo china. Los japoneses atacan Shanghai y Chiang permite que Japón estacione tropas. Japón, entonces, ataca el norte de China, y Chiang -en convivencia con Japón- reconoce la ocupación al norte de la Gran Muralla (mayo de 1933). Todavía lanza la cuarta y la quinta campaña de “cerco y aniquilación” y obliga al Ejército Rojo vencido a iniciar la Gran Marcha (octubre de 1934) con 80.000 hombres, de los cuales -en enero de 1935- llegan solo 35.000 a la ciudad de Dsunyi en Kuichou (centro del país) asombrando al mundo. Mientras, sacando ventaja de esa guerra entre chinos, los japoneses penetran  profundamente en el norte y ocupan la mitad de todo el territorio (octubre de 1938).

Los comunistas proponen al Kuomintang el cese del fuego y unirse contra Japón, pues consideran al imperialismo japonés el enemigo principal. Chiang se niega, pero es arrestado por sus mismas fuerzas y obligado al acuerdo (1937). Es el fin de diez años de Guerra Civil y la apertura de la Guerra Popular de Resistencia a la Agresión Japonesa, al establecerse el Frente Unido Anti Japonés. El PCCh  valora la alianza táctica reconociendo que Chiang es un enemigo estratégico. Esa guerra va de 1937 a 1945. Y es casi simultánea a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Hay lucha de potencias entre Japón, la URSS, EE.UU. y Gran Bretaña; los dos últimos pelean contra Japón, pero temen al Ejército Rojo chino. Cuando Japón ataca en Pearl Harbour (diciembre de 1941) los occidentales se deciden por China, pero ayudan a Chiang.

De esa guerra a la Guerra Popular de Liberación

Los peores años son 1941 y 1942. Chiang, coordinando con los japoneses, ataca las zonas liberadas que disminuyen de 100 a 50 millones de habitantes. Los rojos se recuperan y en 1945 vuelven a contar con 95 millones. En paralelo, la victoria soviética en Stalingrado (febrero de 1943) y la británica en Egipto (batalla de El Alamein, octubre de 1943) cambian el curso de la guerra, y comienza el retroceso de los alemanes y los japoneses, superados económica y militarmente. En China, pese al apoyo yanqui, las tropas de Chiang pierden en dos meses, dos millones de kilómetros cuadrados. Pero no hay un paralelismo entre el avance de los aliados y el del Ejército Popular de Liberación contra los japoneses. En efecto, en mayo de 1945 cae Berlín y es la rendición alemana, en agosto la URSS le declara la guerra a Japón (cosa que no había sucedido antes) y avanza por el noreste de China. Tras la capitulación de Japón, Chiang con apoyo de EE.UU. recupera el control de la mayoría de China. Y se pasará de la guerra de resistencia a Japón a la Guerra Popular de Liberación (1946-1949).

Al comenzar, las tropas de Chiang controlan el 70% de la población. Mao  fundamenta: “Ningún partido político puede conducir un gran movimiento revolucionario a la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico.” (5)

La contraofensiva victoriosa cuenta con la ayuda de la población civil. En las zonas liberadas comienza la reforma agraria, se entregan tierras a los campesinos pobres. Incluso sectores de la burguesía nacional se incorporan a la revolución. En 1949 el Ejército Popular libera las grandes ciudades, el Tibet, y a excepción de Taiwan y algunas islas, ocupa el país. El 1o. de octubre de 1949, en Beijing designada capital,  el Presidente Mao proclama la República Popular China.

Conclusiones

“Occidente, gracias a la superioridad de sus técnica industrial y militar, sometió a Asia durante los siglos XVIII y XIX. Al mismo tiempo, la transformó moralmente con sus ideas. En el siglo XX, Asia  ha vuelto contra Occidente las ideas europeas y luego, en el campo de batalla, los armamentos adquiridos en Europa y América. La europeización de Asia ha tenido como consecuencia el levantamiento de Asia contra Europa.” (6)  

Si los grandes filósofos (Confucio, Lao Tsé, Buda) infunden el sentimiento de continuidad ética, desde la revolución de 1949 se educa en los valores del materialismo dialéctico, siempre, de acuerdo a las características chinas, proyectando a largo plazo.

NOTAS

1) Kechekian y Fedkin. “Historia de las Ideas Políticas. Desde la antigüedad hasta nuestros días”. Cita de “La gran doctrina”.

2) Ibidem. Citas de Yuan Hin Shung. “El filósofo antiguo Lao-tsé y su doctrina.”

3) Ibidem.

4) Lenin. “La guerra china”. En  “Iskra”. 1900.

5) Mao. “El papel del PCCh. en la guerra nacional”. 1938.

6) René Grousset. “Historia de Asia”. EUDEBA. 1962.

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