Home Política Macron tejerá las alianzas que le permitan seguir gobernando por Ruben Montedonico
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Macron tejerá las alianzas que le permitan seguir gobernando por Ruben Montedonico

Macron tejerá las alianzas que le permitan seguir gobernando  por Ruben Montedonico
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Se cumplió el ciclo de dos vueltas electorales en Francia para integrar el Poder Legislativo (la disuelta Asamblea Nacional), que nombrará un primer ministro, en medio de lo que se dice fue una gran concurrencia de votantes (más del 60% del padrón).
Cuando en la primera vuelta la extrema derecha se hizo de la punta (33%), encuestadoras y analistas aseguraron un triunfo final de esta fuerza en el balotaje de la semana después (7 de julio), un total fracaso de la derecha del presidente Emmanuel Macron y un distante segundo lugar para una coalición hecha rápidamente de Los Verdes, el Partido Socialista, la coalición de Insumisos y el Partido Comunista. No ocurrió así y al final resultaron los rejuntados opositores al régimen, armado a última hora -considerado segundo- quien resultó ganador; la derecha presidencial lo siguió (aún perdiendo curules) y en tercer sitio los ultraconservadores, que lograron casi triplicar el número de legisladores, pero perdieron en los pronósticos que lo hacían partícipe en un cogobierno.
El presidente Macron, que pactó de urgencia con Jean-Luc Mélenchon para frenar a la ultraderecha anti UE, declaró (conocidos los resultados) su intención de no negociar con los “extremistas” del Nuevo Frente Popular-NFP y el Partido Comunista.
El mandatario cuenta para el futuro de su sector con legisladores propios, romper la unidad de la coalición triunfadora atrayendo a Los Verdes y al Partido Socialista (los grupos más afines a su mandato), críticos de Rusia y favorables a Ucrania (convalidan el militarismo que permea a la “Europa otanista”) y apenas son críticos (sin efectos tangibles) de Netanyahu, el gobierno de Israel y su ejército asesino en Gaza. A ese binomio suma la “asistencia” de unas cinco docenas de legisladores del Republicano, cuarto en los comicios.
La acción rompiente de la coalición deriva de la declaración gubernamental que la extrema derecha es tan peligrosa como la extrema izquierda, refiriéndose a las pretensiones de Mélenchon, tachados loss sectores mayoritarios del NFP como “antisemitas”: debieran considerarse semitas sólo aquellos que nacieron o tengan alguna ascendencia por nacimiento en Palestina entre las últimas generaciones.
Con el entretejido Macron pretende llegar a los 289 votos en la Asamblea, nombrar al primer ministro, sacar adelante su régimen durante el tiempo que le resta de mandato -hasta 2027- y, quizá, hasta postularse para una eventual continuación en el poder (reforma constitucional de por medio) en la elección presidencial próxima. Se pueden adelantar tres puntos en los que Macron estaría dispuesto a ceder ante los atraídos del NFP para componer una mayoría: mejorar la seguridad médico asistencial, atender el cambio climático y tolerar, con ello, incremento controlado del gasto público. A cambio, exigiría subordinación ante la posibilidad que Defensa envíe -en principio- “oficiales instructores” a Ucrania.
El nuevo maquillaje -obtenido tras la derrota de la ultraderecha y en parte del propio gobierno- seguirá siendo europeísta, intentará con las fuerzas que consiga ocupar un centro político en el legislativo de la UE, donde hace poco se dio una gran victoria electoral de ultraconservadores y la derecha, alineados con los planes de la OTAN contra Rusia, China, Irán y los conocidos como BRICS, integrado -entre otros- por los tres mencionados. Con Sudamérica seguirán los inútiles contactos para intentar acuerdos sin llegar a nada.
La coalición ganadora de los comicios -que dio paso a una gran sorpresa- parece que podría llegar a tener una primera mayoría que no alcanzaría a la mitad de los 577 legisladores de la Asamblea. Frente a las declaraciones y conocidas aspiraciones del presidente de la República parece estar destinada a desaparecer o quedar compuesta sólo por dos agrupamientos: quienes están detrás de Mélenchon, autopostulado para primer ministro -aunque desde ya se lo puede descartar-, y comunistas, entre los que está un grupo de corriente trotskista.
Estos dos sectores progresistas abanderan la modificación del sistema jubilatorio y la edad legal para iniciar el retiro (entendido por algunos anarquistas como un subproducto de la explotación de los asalariados) acordada por el gobierno de Macron el año pasado.
Tengo la impresión personal que el justo y entendible triunfo electoral de la coalición llegó a su fin cuando se cerraron las urnas. Desde ese momento comenzó para Francia y un círculo concéntrico que no sé dónde termina, que impactará en algunos procesos de los otros 26. Los sectores hoy marginados constituirán una futura alianza, necesaria, por lo que se presume que estarán en ella -quien sabe con qué intensidad- quienes deberían proponer un futuro propio donde las coaliciones no dejen por el camino, revolcados, los principios por los cuales se espera que luchen. Da la impresión, a la distancia, de cierta prescindencia o subestimación de los dos por las luchas populares que debieran atenderse, sin sectarismo ni burocratizaciones.
Por su parte, la ultraderecha de Le Pen tuvo triunfos y derrotas en un mismo acto: obtuvo un claro triunfo numérico en la primera ronda comicial y entre éste y el balotaje “obligó” en la semana a una alianza tan insólita como inesperada entre el gobierno y la coalición encabezada por el líder de Insumisos. Por otro, fue derrotada en la intención de construir una mayoría especial en la Asamblea (289 curules) donde no llegó siquiera a ser la mayor de las minorías y quedó, como antes, en tercer lugar. Esto da paso a la rival de Le Pen de serlo a nivel de la UE: me refiero a la italiana de otra corriente ultrareaccionaria, Giorgia Meloni, cuyo partido, Fratelli d’Italia, tiene claras raíces fascistas.
Veremos en el transcurso del próximo tiempo el desarrollo de Francia en términos políticos. De mi parte, en un año lleno de expectativas electorales prometo ocuparme de los cambios en Reino Unido, en que tras 14 años de gobiernos conservadores se pasó a un deslavado laborismo que seguirá siendo el aliado incondicional de EEUU.

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