Mariana Enríquez: El terror del día a día por Martín Imer
Seguramente, el mayor deseo de un escritor (o de cualquier persona con deseos artísticos) es lograr un prestigio que genere un enorme seguimiento púbico, además de la inmediata asociación de su nombre con un estilo personal. Se podría decir que ambos logros tiene en su haber la escritora argentina Mariana Enríquez, tal vez una de las figuras literarias más reconocidas e interesantes de los últimos años. Jugando en el terreno del terror y el fantástico, Enríquez nos adentra a un mundo donde los monstruos y las escenas de pesadilla no se sitúan en lugares lejanos y extraños sino en la palpable cotidianidad de una Argentina contemporánea y ruidosa, acercándonos a una visión del género que sorprende y cautiva por su inventiva y la forma en la que se conecta con otras problemáticas sociales e históricas del vecino país. Por estos motivos, la presencia de la escritora en Uruguay es un evento en sí mismo, celebrado como el Espectro Enríquez, un ciclo que engloba varias charlas de Enríquez, la presentación en el Teatro Solís de la obra “Las cosas que perdimos en el fuego”, adaptación del libro homónimo, y hasta una selección de sus films favoritos en Cinemateca. En esta oportunidad, tuvimos la oportunidad de charlar con la directora sobre su carrera, su relación con la popularidad y sus gustos cinéfilos, vinculados íntimamente a su propia concepción del terror.
¿Cómo sentís toda esta movida que se ha organizado aquí en Montevideo?
Es genial, hacía mucho que quería ir a Montevideo y no me quedaba en la agenda, aunque es cerquita, pero igual, entonces está bueno ir y hacer algo más grande, hacer la charla en la Cinemateca con Gabriela, ir a la presentación de la obra de teatro, y después voy también a Punta del Este, al MACA, que todavía tenemos que ajustar un par de cosas pero ya está, y después en noviembre voy a hacer mi experiencia teatral, que son lecturas, con No traigan flores. Entonces está bueno porque me costó mucho armar algo para ir, pero está bueno ir y poder hacer un montón de cosas.
Tenes un cierto vínculo con Montevideo, has dado muchas charlas, ¿verdad?
Sí, fui varias veces, pero no fui después de la pandemia, y creo que después de la pandemia cambió un poco mi relación con los lectores, porque como la novela “Nuestra parte de noche” salió poco antes de la pandemia y en realidad fue esa novela la que los lectores abrazaron más, o les gustó más, cambió bastante la relación, entonces había ido antes y había estado muy bien, tengo amigos, etc, pero después de la novela hay una demanda diferente, una expectativa diferente, entonces es importante ir ahora.
¿Cómo llevas esa relación con los lectores en estas experiencias que son mucho más interactivas y en vivo?
Muy bien, la verdad es que a los escritores en los últimos años — siempre fue así, creo, pero en los últimos años, con muchísimos festivales que hay, y la posibilidad de estar más conectados internacionalmente y en los países que antes era más complejo — creo que al escritor se le pide bastante… no sé si la palabra es actuar pero sí tener una presencia pública.
¿Un personaje?
Diría presencia pública, porque un personaje es medio difícil de hacer, pero es lo mismo que un músico o alguien que está demasiado en escena y nada más, ¿no? Pero el escritor trabaja con la palabra, entonces sí, una presencia pública muy importante.
También es si queres, es una elección, quiero decir, hay muchos escritores que prefieren mantener un perfil muy bajo o que no está en su personalidad, que se yo, la gente es tímida y el trabajo de la escritura no es algo en sí que esencialmente tenga exposición, como ser un actor o ser músico; es más cercano a un artista plástico, estás atrás de tu obra, pero se pide mucho. Uno va a cualquier festival, ni siquiera un festival grande, quiero decir, ahora voy a Punta del Este al MACA por ejemplo y tengo una clínica de escritura con gente y luego una charla, una entrevista, y son instancias donde vos te ves. Las presentaciones de libros cambiaron mucho, los festivales tratan de ser bastante creativos, que leas, que hagas esto, hay un entrenamiento para el escritor que si tenes una personalidad como la mía (yo no soy tímida, a mí la exposición no me molesta) te permite jugar un poco más. Yo veo a mis amigos o conocidos o tal que hacen música, por ejemplo, y hacen un montón de cosas, se autogestionan, hacen ellos mismos sus videos, hacen ellos mismos su merchandising, hacen streaming, hacen esto y lo otro, y para mí que la literatura se mantenga un poco en los cánones de siempre, un poco tradicionales, solemnes, me parece un poco elitista en un punto, osea, creo que la literatura tiene que ser algo a lo que todo el mundo pueda tener acceso y ahora los canales de difusión son otros, entonces me parece que también si el escritor tiene la personalidad y la posibilidad de poder hacerlo, de poder subirse a un escenario y leer que al mismo tiempo es lo más anacrónico del mundo, me parece que hay que hacerlo, porque creo que un escritor quiere que lo lean, sino no entiendo mucho para qué escribe.
Comentaste recién esa explosión que tuvo “Nuestra parte de noche”. Más allá de tu personalidad extrovertida, ¿sentiste ese cambio en la gente después del libro?
Sí, es que es muy apabullante en algún sentido. Y sobre todo por cómo pasó, porque el libro salió meses antes del encierro, de la pandemia, pero de verdad meses, 2 o 3 meses, y ya había covid, me acuerdo, cuando salió, lo que pasa es que todavía no se había encerrado a la gente o no se sabía la magnitud de la cuestión, pero había no sé si ciertas restricciones, pero ciertas aprensiones, digamos. Me acuerdo cuando viajé a presentarlo — primero, porque ganó el premio Herralde — entonces yo viajé a presentarlo a España y ya me acuerdo que todo el pasaje estaba con barbijos, una cosa un poco rara. Entonces después vino así el cierre y la cuarentena y claro, la novela empezó a crecer ahí, un poco boca a boca, y yo creo que tuvo que ver con una cuestión muy sencilla que es que claro, ganó un premio, viene la cuarentena, y mucha gente se lo compró para decir ‘bueno, vamos a estar mucho tiempo encerrados, nos compramos un libro largo y que viene con el ímpetu o la garantía de que va a estar bueno porque ganó un premio’. Y ahí lo que pasó fue una especie de — no sé por qué — de identificación de la gente con esa historia, quizás porque en momentos que son muy tensos y con ese nivel de tensión, uno necesita historias que lo alejen, que le propongan otro mundo, y esa novela propone otro mundo, es un mundo horrible, un mundo trágico en muchos sentidos, pero es otro, entonces yo recuerdo también que a mí por ejemplo no me gustaba en esos días leer cosas que estuviesen relacionadas con la realidad cotidiana, porque sentía que eso a lo mejor no volvía nunca, entonces era como contraproducente, te deprimía, en cambio lo que era muy fantástico era como que no, y a la vez tuvieron una cercanía muy particular y muy extraña con los personajes, que no es una cosa que pasa. Y fue un poco transversal, la mayoría jóvenes, pero no al principio, al principio eran todas las edades, después fue jóvenes, y fue un libro que salió en 2019, es 2024 y la gente lo sigue leyendo, cosa que es muy rara. Entonces lo que empezó a pasar, que también pasó con esto que te digo de la pandemia, que empezó también un poco ya por supuesto el streaming y tal: todo ya existía y ya funcionaba perfectamente pero con la pandemia se mantiene, se globaliza, y después medio que se mantiene. Yo empecé a hablar mucho públicamente, a hacer entrevistas, a aparecer bastante, entonces la gente me conoce y es como una cadena, y viene mucha gente a las firmas, mucha gente a los shows, te reconocen, es una cosa bastante inesperada para mí, pero es muy grata, ¿eh? Osea, no me molesta.
No lo sufris.
No, no, no. Un famoso es otra cosa, porque que te conozcan y te reconozcan… Un famoso es una persona que tiene que salir a escondidas de los lugares, que tiene que tener protección.
Hablando un poco de “Las cosas que perdimos en el fuego”, ¿cuál es tu relación actual con el libro? Un libro que salió hace muchos años, que tal vez es de otra etapa de tu vida, de menos exposición…
Es una relación muy normal, osea, son todos cuentos que no me quedan lejos, que volvería a escribir.
Bueno, de hecho, una de las historias luego se repite en “Nuestra parte de noche”.
Si, claro, la de Adela. Sí, yo en general salvo los libros muy de juventud como “Bajar es lo peor” o “Cómo desaparecer completamente”, que sí circulan, pero no tanto… Ese libro es de 2016, a esta altura tiene casi 10 años, 8 años, pero ponele 10 desde que lo escribí, a esta altura de la vida no me queda lejos, son 10 años nada más de escritura, desde el libro hasta hoy, y por edad mía y por momento en el que estoy trabajando con determinados temas, obsesiones y tal, todavía son textos que me resultan cercanos y que me resuenan mucho, no me siento muy alejada, no es como un libro de hace 25 años, que también tengo, que esos sí es otra persona.
¿Y cómo reaccionaste a la noticia de esta adaptación a teatro?
Contenta, a mí me encanta que se adapten mis textos, sobre todo porque para mí es una lectura, es una lectura privilegiada y es como una expansión del universo y de los temas y una interpretación de los temas que siempre me parece fascinante. Siempre el proceso es muy particular, el proceso de ver como otras personas adoptan esos temas, esas obsesiones, esas historias que armaste en una situación muy encerrada en tu habitación, en tu cabeza, una cosa que pensas que casi nadie se puede identificar y de repente que eso suceda es siempre muy grato. Así que me encantó, yo leí la dramaturgia además, y me gustó muchísimo, así que tengo bastante expectativa de ver cómo es después la puesta porque por supuesto es muy diferente siempre al texto, pero me alegra además porque ya agotaron funciones, y eso es bastante impresionante, la verdad.
Referente a tu ciclo de cine, en Cinemateca, quería preguntarte sobre esa programación que planeaste totalmente. ¿Cuáles son los títulos que elegiste? Tenes una parte cinéfila que es muy importante también.
Estamos terminando la programación en la Cinemateca a ver cuál, porque me gustan muchos títulos, pero estoy intentando hacer algo — no quiero hacer una cosa muy obvia, que sea de terror, sino abrir un poco… Alguna cosa de terror va haber porque son mis películas favoritas en general, pero no todas, entonces voy a tratar de abrir un poco el espectro de cuáles son a lo mejor los temas que me obsesionan.
La entrevista fue realizada a fin de agosto, y unos días después se reveló el contenido del ciclo, el cual fue fiel a las palabras de la escritoria: Enríquez sorprendió con una selección tan variada e inesperada como profundamente suya, en donde hay clásicos del terror como “Una mujer poseída” y “Drácula” de Coppola y también otros títulos más dramáticos como “Felices juntos” y “Velvet Goldmine”. Cronenberg, el maestro del body horror, tampoco falta, y se proyecta “Crash”.
¿Qué cine es tu favorito dentro del terror? Que tiene tantas aristas y alternativas.
Fua, yo soy un poco snob con eso, así que voy a algo que los fans del terror odian que se llame así que le dicen el ‘terror elevado’, lo odian los fans del cine de terror y tienen razón, tienen razón porque es una cosa totalmente snob y horrible pero a mí me gusta y me gusta desde siempre eso, me gusta “La noche del demonio”, de Jacques Tournier, pensando en lo viejo, pero después me gusta “El exorcista”, que también es una película elegante; después me gusta mucho “El bebe de Rosemary”, que me parece además que es una película super actual, y de las nuevas la verdad me parece que es un buen momento del terror, y me gustan todo lo que es Ari Aster, me gusta A24 y Spectrevision y todo eso, antes que las películas slashers, que le vamos a hacer, es así.
Me gusta también — ahora me aburrió un poco — pero me gusta bastante el J-Horror, el terror japones, porque me inquieta mucho, en el momento cuando la veo a lo mejor digo ‘no es para tanto’ y después me traumatizo. Y después hay autores que no necesariamente es terror pero a mí me dan miedo. Lynch, por ejemplo. David Lynch no es necesariamente un cineasta de terror, es onírico, pero a mí “Mulholland Drive” me da más miedo que todas.
Trabaja haciendo un poco esa línea que muchos de tus cuentos trabajan que es el terror cotidiano.
Sí, claro.
La sensación de que en cualquier momento todo se puede volver horrible.
Sí, o de llevar hacia el fantástico situaciones muy traumáticas, que es algo que yo hago. “Twin Peaks” después se expande pero el origen es una chica asesinada que fue violada por su papá, de eso se trata “Twin Peaks”. Y después hay una expansión de ese universo, que es como un mal de otro mundo; en fin, es muy complejo “Twin Peaks”, el folclore de la serie quiero decir, pero el origen es un crimen doméstico, entonces sí, ese es el tipo de metáfora del terror que me interesa, sí.
Y eso lo vinculo un poco también a lo que son mucho de los cuentos de “Las cosas…” y tu carrera de escritora, esa asociación con un terror muy cercano al lector.
Sí, yo creo que desde hace unos cuantos años, y creo que el primero que lo hace es Stephen King, lo que pasa es que Stephen King es un escritor del que se habla mucho pero se lo lee poco, sobre todo seriamente, pero me parece que en los años ’70 cuando él cambia el terror, porque él produce una revolución, el entendimiento que tiene él del terror es totalmente distinto, vos pensá “El resplandor”, por ejemplo, más allá que hay que olvidarse un poco de la película, no porque la película no sea muy realista, que lo es, pero es una película de Kubrick, entonces es estéticamente tan apabullante y los escenarios y Nicholson… Pero en realidad de lo que se trata es de un señor que tiene un bloqueo de escritor, que es un fracasado en la vida, que tiene un problema de alcoholismo y que consigue un trabajo porque lo echaron de otros para cuidar un hotel durante la temporada baja, digamos, y se lleva a su familia, y ahí el hotel está embrujado por un femicida también, y medio que se vuelven cómplices, y él termina actuando su fantasía de matar a su familia. Una cosa que no es tan clara en la película pero es muy, muy clara en el libro es que él al niño le rompió el brazo antes, en un ataque de furia, entonces esa es la violencia doméstica que se traslada a este lugar aislado y que ahí puede desarrollarse como en un teatro, ayudado por las fuerzas del lugar. Pero en esencia no es que sea o de fantasmas o de violencia familiar, es lo mismo, es como en un punto la violencia familiar es un fantasma, es esa parte oscura que tenemos, es probablemente la violencia que heredaste de tu padre, es para la mujer también el fantasma en el sentido de lo amenazante permanentemente aunque esté muy cercana o muy enamorada de su marido pero siempre estás con alguien que potencialmente tiene más fuerza que vos, por ejemplo.
Todas sus novelas son así, sobre todo de la primera parte, y yo creo que él tiene un entendimiento que después se traslada a lo popular, a las películas, y eso del terror que es ‘el terror está muy cerca, está en la escuela como “Carrie”, está en la ruta donde tus hijos pueden salir corriendo y los matan, como en “Cementerio de animales”, está incluso en la política como en “La zona muerta”, por ejemplo, que es el crimen político’, y vos pensá que todas esas películas las hicieron Carpenter, de Palma, Kubrick, Cronenberg; las convierten en piezas artísticas de mucha relevancia popular, pero hechas por autores también, y creo que el consumo de esas cosas, sobre todo por mi generación, inocentemente, quiero decir, vos ponías la tele y estaba alguna de esas cosas, es directamente que el terror te entra lejos de los castillos, de la noche y todo lo demás y te lo instala en la escuela, como Carrie, que es la niña a la que le hicieron bullying. Entonces yo lo siento así al terror, desde chica, porque fue el primer escritor de terror que leí y que me encantó, porque antes había leído, por supuesto a Lovecraft, a Poe, pero me parecían super lejanos, como unos señores que no entendía yo muy bien de qué hablaban, y cuando leí a este señor dije ‘ah, claro’. Yo creo que todos los que escribimos terror o cosas inquietantes después de eso sí estamos muy influenciados por las tradiciones de la literatura en nuestra lengua, porque es normal, y todos leímos a Cortazar, a Quiroga, a Borges que tiene cosas bastante espeluznantes, etc, o los cuentos raros de Felisberto, pero esa influencia de la cultura pop y tan clarísimo con un autor que te dice ‘no, no, no está en el cosmos el terror, está acá en casa’ y como muy natural, porque nadie te lo vendía como alguien importante, que eso también es interesante, entraba al mismo nivel que Spielberg…
Superventas, pero también infravalorados.
¡Muy! Porque creo que en realidad el tema de las superventas y la literatura es un prejuicio que lo sufrieron todos, en su momento también lo sufrió Dickens, es como que te entiendan mucho o que les gustes a muchos es como un sinónimo de que lo que estás haciendo no es tan elegante y quizás no lo sea, pero a lo mejor es más relevante, que es otra cosa.
Ya que hablamos de cine y literatura, ¿te gustaría tener una adaptación de cine de alguno de tus libros?
Sí, hay algunas cosas dando vueltas, vamos a ver. En Argentina ya está en post-producción una película que hizo Laura Casabé sobre un cuento llamado “La virgen de la Tosquera”, y hay otras cosas dando vueltas, el mundo del cine es muy complejo, en América Latina no hay plata para hacerlo, y mis libros uno puede decir ‘bueno, pero se pueden hacer en inglés’ y no, más o menos, son muy locales, muy argentinos, entonces se puede adaptar sí, pero es muy complicado y es perder demasiado, y en general lo que se encuentran a veces los que los quieren adaptar a otra cultura u otra lengua es eso, que pierde cierta esencia, no sé si llamarlo así, pero pierde un lenguaje, un lenguaje que no solo tiene que ver con el lenguaje de cómo hablamos sino con un lenguaje de relación con las cosas y de interpretación del mundo, sobre todo además la Argentina que está en crisis permanente, osea, la gente en general tiene una forma de ver el mundo muy particular. Entonces veremos, hay algunas cosas dando vueltas que todavía no puedo decir porque no están encaminadas pero sí, me encantaría, claro. No siempre sale bien, pero son riesgos.
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