Los movimientos feministas (MF), en su diversidad, han logrado una convocatoria y amplitud que los posicionan en los primeros planos de la sociedad. Al mismo tiempo, esto los compromete o les exige ciertos cuidados en los fundamentos y propuestas que realizan.
De no ser así, de pronto algunas de sus expresiones podrían revertirse y ser utilizadas por opositores en desmedro de sus justificados intereses. No sería aconsejable apoyar todas sus expresiones y propuestas desde un punto de vista meramente emotivo. O aceptar frases lanzadas al aire con base en un “vamo’arriba”.
En estas líneas comento un par de temas en los cuales todo lleva a pensar que no aportan argumentos a favor de los MF sino, por el contrario, en su desmedro. Ambos tienen en común un elemento central, pero los presentaré por separado.
1. La remuneración del trabajo femenino. Por supuesto que la reivindicación de una igualdad femenino / masculino en la remuneración de trabajos similares es una de los reclamos centrales, claros y sin discusión. Los problemas comienzan en especial cuando se trata del trabajo hogareño, y también en relación con las tareas agrícolas en pequeñas propiedades (aunque menos abordado y no trataré, aunque los fundamentos son similares).
En reiteradas ocasiones la crítica feminista hace hincapié en que ese trabajo en el hogar no es remunerado. El caso es que surgen preguntas inmediatas para las cuales los MF no plantean ninguna respuesta y/o propuesta: ¿Quién debería abonarlo? ¿Es también la situación de un varón dedicado total o parcialmente a tales tareas? Si no son “remuneradas” ¿cuáles son entonces los “medios de vida” de las mujeres dedicadas hoy a esas tareas? Basta con plantearlas para percibir que algo es incorrecto.
El nudo gordiano o el dilema, parece no tener solución. Sin embargo, la tiene. Esta recae totalmente en el enfoque teórico con que abordemos la situación.
Por un lado, en función de la Teoría Económica dominante, neoclásica (o, en estos tiempos, neoliberal) es correcto que las tareas del hogar no se cuantifiquen como aportantes al producto nacional (el PBI) pues no reciben ningún ingreso monetario, por lo tanto no son productivas .
Por otro lado, en función de la teoría económica alternativa, la Economía Política, también es correcto que no figuren. En ella el salario es el monto de ingreso que recibe una familia para su reproducción (he aquí el “medio de vida” de quienes realizan tareas del hogar y sus hijos). Por supuesto que estas tareas se consideran productivas: en las familias se reproduce nada menos que la fuerza de trabajo; único generador de toda la riqueza.
Incluso, tácitamente el INE reconoce la remuneración familiar al estimar “canastas básicas familiares”; una referencia estadística para los salarios mínimos.
2. La desigualdad de género es básica para el capitalismo. A diferencia del punto anterior, expresado prácticamente por unanimidad al interior de las diversas corrientes del MF, no son frecuentes las referencias a que la desigualdad sea imprescindible para el sistema, o similares . Incluso (en escasas ocasiones), por su impulso a la superación del capitalismo se llega a hablar de un papel revolucionario de este movimiento.
Un primer paso para comentar lo anterior es formular una pregunta: si se remuneran las tareas del hogar (y muchas tareas en el agro) un sistema que se rige en función de la rentabilidad del capital ¿soportaría el enorme aumento de costos que tal decisión implicaría? Nuevamente, basta plantear la pregunta para responderla. Quizás alguien diría que precisamente por ello el movimiento es revolucionario al llevar a un cambio en el sistema. Ojalá fuera tan sencillo.
Pero vayamos más a fondo. La defensa de los derechos femeninos, ¿realmente cuestiona el capitalismo ? Supongamos un escenario casi ideal, (viable, sin sueños de la imaginación, hoy por hoy y por muchos años, sin fantasías) en el cual se equiparan los salarios y otros derechos laborales entre los géneros, y existe un sistema de cuidados por el cual se satisfacen las necesidades familiares de niños; jubilados y pensionistas y minusválidos. ¿Es esto imposible en el capitalismo?
Sin mucho esfuerzo, la realidad nos dice que es posible. Pensemos en los Países Escandinavos unos años atrás (en franco retroceso por el avance de los conservadores); quizás también los Países Bajos. Nadie discutirá que sería una situación muy positiva, pero el sistema capitalista no es cuestionado; continúa explotando a mujeres y hombres.
Aunque bien intencionados, quienes piensan que el feminismo cuestiona el sistema tienen una errónea o, al menos, insuficiente concepción del capitalismo. Su aspecto definitorio es la contradicción Trabajo – Capital, y se manifiesta tanto para hombres como para mujeres. Fuera de ella, no hay posibilidades de una economía feminista alternativa.
3. A modo de conclusión. Bienvenidos los éxitos contemporáneos y las movilizaciones promovidas por los Movimientos Feministas. Cada vez más son necesarias las tareas esclarecedoras y de movilización.
Tareas a desarrollar todos juntos; mujeres y hombres, tendientes a superar realmente el capitalismo. Con claridad en cuanto a que también en estos temas lo importante es ubicar y enfrentar “las raíces de la desigualdad” y las distintas vertientes feministas.
1 En caso que lo reciban, sumarían al PBI, pero entonces se debería responder “quién lo abona”.
2 Por ejemplo, véase A. Espino: “Las feministas estamos desordenando el tablero económico”. En Brecha, 8 de marzo, 2023.
3 Nuria Alabao, en Claridad, Nº 64, 2023, Mvd. cita: “Para Mies, «el capitalismo no puede funcionar sin el patriarcado, ya que el objetivo de este sistema, es decir, el proceso de acumulación continua de capital, no puede lograrse a menos que se mantengan o se recreen las relaciones hombre-mujer» y lo justifica precisamente en la necesidad que este proceso tiene del trabajo de cuidados no remunerado, es decir, de la reproducción gratuita o semigratuita de la mano de obra. De esta reflexión que hace la economía feminista sobre el trabajo proviene la aportación política más potente y con mayor capacidad de devolver su sentido a la palabra democracia
4 Véase K. Ghodsee: “Las abuelas rojas del feminismo”. En Le Monde Diplomatique, Mvd. marzo 2023.
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