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Peter Sellers de la genialidad a la infamia

Peter Sellers de la genialidad a la infamia
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Mañana se cumplen 40 años de la muerte de Peter Sellers, uno de los mayores genios cómicos del cine. Sellers fue, además, alguien con enormes disturbios emocionales, y aún hoy para sus sobrevivientes el hombre detrás de la máscara sigue siendo un enigma.

Peter Sellers nació el 8 de setiembre de 1925 en Southsea, Hampshire, hijo de unos actores de vodevil. Con sólo dos días de edad su madre lo subió al escenario del King’s Theatre. Pasó su infancia de gira en gira, pero Sellers quería ir más allá y aprendió danza. Durante la guerra fue showman oficial de la RAF, ofreciendo actuaciones cómicas y musicales a los soldados. Terminada la contienda comenzó a salir de gira con bandas de jazz tocando batería, banjo y ukelele. Luego recaló en la radio, donde marcó época en sus emisiones humorísticas irreverentes junto a Spike Milligan. Le costó hacerse lugar en el cine, medio en el que había comenzado en 1950 doblando una voz mexicana en Los caballeros de la rosa negra. Su primer destaque recién llegaría en 1955 al integrar el elenco de Quinteto de la muerte, la obra maestra de la comedia Ealing.

En toda esa etapa Sellers descubrió que lo suyo era la caracterización humorística de personajes lunáticos, labor antecesora de los Monty Python. Otra constante fue la de estar capacitado para interpretar varios roles en un mismo film. Su gran época fueron los años 60, donde hay que ubicar sus labores y personajes más memorables: la Gran Duquesa Gloriana XII en Rugido de ratón (1960), el agresivo sindicalista Fred Kite en Después de mí, el diluvio (1960), el odioso Clare Quilty y el falso Dr. Zempf en Lolita (1962), el inspector Jacques Clouseau en La pantera rosa (1963) y Un disparo en la sombra (1964), sus memorables capitán Mandrake, presidente Muffley y doctor Strangelove en Doctor Insólito (1964), el lunático doctor Fassbender de ¿Qué pasa, Pussycat? (1965), el falso James Bond de Casino Royale (1967) y el torpe e inocente hindú Hrundi V. Bakshi de La fiesta inolvidable (1968). Luego la carrera de Sellers se fue a pique, porque a pesar de sus acertadas labores eligió películas de regulares a horrendas. Vino a salvarlo Blake Edwards (que también pasaba por un mal momento) resucitando a Clouseau en tres nuevos films de la Pantera Rosa (1975-1978), que sólo sobreviven por la labor del actor. En medio, dio vida al inspector Wang en la sátira policial Crimen por muerte (1976). El batacazo final lo dio con un proyecto personal que acarició durante más de una década: personificar al catatónico Chancey Gardiner en Desde el jardín (1979). Luego de la horrible El diabólico Fu Manchú (1980), sucumbió a un infarto. Era el decimoquinto que sufría en su vida. Tenía 54 gastados años.

Pero hay otra forma de acercarse a Sellers, y es mediante frases. Una suya: “Si alguna vez hubo alguien detrás de mi máscara lo extirpé con cirugía”. Otra: “Si me pidieran que me interpretara a mí mismo no sabría qué hacer: no sé qué o quién soy”. O las frases de los demás. Blake Edwards dijo que “era el actor perfecto, porque era una botella vacía que podía llenar con mis propias ideas”. Woody Allen discrepó, diciendo que “en Peter ni siquiera existía esa botella”. Y cuando le preguntaron a Stanley Kubrick, llegó a decir: “¿Peter Sellers? No existe tal persona”. Sin embargo, algo sólido habría en él si fue capaz de recrear tantos caracteres inolvidables, en especial el Chancey Gardiner de Desde el jardín, un absoluto imbécil que sólo ve TV, practica la jardinería, y cuya sorprendente estupidez conquista a sus compatriotas, alcanzando la presidencia de Estados Unidos. Eso en 1979: un año después ganaba Reagan, dando una dimensión mucho más inquietante a Sellers y su personaje.

Sin intentar hacer psicoanálisis barato, hay hechos que no deben pasarse por alto. Uno es su dominante y absorbente mamá, que lo obligó a dedicarse a la actuación porque era lo que ella había planeado para un hijo mayor, ya fallecido. Es decir: Peter ya nació no siendo él, sino otro. Una segunda clave también viene de mamá: Sellers fue un malcriado con nula capacidad para enfrentar las responsabilidades que desencadenaban sus propias acciones. Fue completamente inmaduro en el aspecto emocional, con rabietas o salidas de tono violentas, indecentes y desmedidas. Cierta vez rompió todos los juguetes de su hijo porque el niño sin querer le rayó levemente el coche. Causó mil disturbios durante el rodaje de Casino Royale, hasta que fue despedido. Llegó a fingir un infarto para fugarse del rodaje de Ghost in the Noonday Sun, dejando a todos muy preocupados, mientras él se iba de juerga con su amiga la princesa Margaret. Con Blake Edwards terminaron sin hablarse: se dice que se comunicaban mediante memos o empleados. Vivió una faceta autodestructiva que coincidió con su horrendo período artístico y su afición continua al sexo y las drogas duras, mientras desestimaba por completo la atención a sus hijos y sus variadas esposas.

Vulnerabilidad, fragilidad, enorme ego, desbarajustes emocionales: palabras que definen a Sellers-persona. En 1980 perdió el Oscar y se derrumbó. También se hundía su cuarto matrimonio, con Lynne Frederick, una joven muy trepadora. Planeó su divorcio, pero no le dio tiempo. Tampoco lo tuvo para cambiar el testamento: había desheredado a sus hijos porque en una fiesta familiar, en tono de broma, le dijeron “gordo”. De esa forma su casi divorciada esposa recibió toda la herencia y sus hijos sólo dos mil dólares: una infamia. Su último gesto fue de humor y mal gusto a la vez: ordenó que en su funeral sus deudos y amigos escucharan la canción “In the Mood” de Glenn Miller, que él detestaba con toda su alma. Así se iban Sellers y sus personajes. Hoy sólo quedan sus memorables máscaras.

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Amilcar Nochetti Tiene 58 años. Ha sido colaborador del suplemento Cultural de El País y que desde 1977 ha estado vinculado de muy diversas formas a Cinemateca Uruguaya. Tiene publicado el libro "Un viaje en celuloide: los andenes de mi memoria" (Ediciones de la Plaza) y en breve va a publicar su segundo libro, "Seis rostros para matar: una historia de James Bond".