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Protagonistas de la inclusión

Protagonistas de la inclusión
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Para quien escribe era imposible dejar de pensar, mientras transcurría la obra Castigo del cielo, en la novela Los senos llenos de noche, de Silvia Prida Orihuela. En la novela la autora describe una parábola familiar que atraviesa más de medio siglo, sin dejar de señalar el deterioro económico y político de nuestra sociedad y el lugar marginal que ocuparon las mujeres durante décadas. Pero el eje de la novela es la hija de la protagonista, Irina, condenada desde el nacimiento por un diagnóstico: “síndrome de Down”. La madre, sin negar la particularidad de su hija, no acepta la condena que la excluye de la sociedad, y luchará para que su hija pueda participar de la misma. Las trabas institucionales no harán facil que se cumpla el objetivo, pero el teatro se convertirá primero en un espacio de integración de Irina, y luego, cuando en el ámbito artístico también se cierran algunas posibilidades, en la herramieta para hablar de la discriminación. Las protagonistas de Los senos llenos de noche tienen mucho de la propia autora y de su hija Natalia Lambach, actriz con síndrome de Down que protagoniza Castigo del cielo.

La obra, según se indica en la gacetilla “es una comedia donde un hombre muerto va al ‘cielo’ (o a sus propios recuerdos), y es juzgado por la vida que ha llevado. Allí descubre que Dios es una mujer joven y que tiene lo que la sociedad señala como una ‘discapacidad’”. Este hombre que protagoniza la obra es John Langdom Down, médico británico que fue quien se dedicó, en el siglo XIX, a estudiar el síndrome que finalmente tomó su apellido. Más allá de las peripecias iniciales del espectáculo, que se centran en la incredulidad de Down acerca del lugar en el que se encuentra, el texto de Joaquín DHoldán inteligentemente va incorporando la forma en que el médico describe y propone hipótesis sobre las causas del síndrome que estudia. Ya sabemos que la racionalidad científica es capaz de cometer grandes disparates, este caso es un ejemplo paradigmático. Inspirado en investigaciones de Darwin, con quien tenía vínculo familiar, Down propuso que una posible causa del síndrome era que la madre padeciera tuberculosis, lo que impediría completar la “evolución” del feto. Debido a que las características exteriores de las personas con este síndrome los acercaban a algunas poblaciones nómades de Mongolia, poblaciones que Down suponía inferiores intelectualmente, el nexo quedó establecido, el diagnóstico para estas personas fue “idocia mongoloide”. El prestigio de esta “ciencia” tan superficial como racista condenó a quienes nacían con este trastorno genético por decenios.

La obra discute con la concepción de que las características particulares de las personas con síndrome de Down las obligue a estar confinadas unas con otras sin tener vínculo con el resto de la sociedad. Esta discusión es trasladable a otras situaciones en que se trata a una “discapacidad” como un “no ser”. En el aspecto más “didáctico” del espectáculo DHoldán hace que su Down rectifique su buen intencionado trabajo de agrupar a pacientes con la misma enfermedad separándolos del resto de la sociedad. Ese camino en realidad recién está iniciándose en otros espacios sociales y obliga a hacernos algunas preguntas.

En los espacios artísticos se suele decir que predomina el pensamiento progresista e inclusivo, el mismo que ha impulsado las leyes de cuotificación para personas con discapacidad. Ahora bien, en las escuelas de teatro ¿Hay espacio para personas con discapacidad? En particular en la EMAD, que es el espacio de formación público específico ¿Lambach podría haber estudiado? Y más aún ¿Cómo se representan y quiénes representan a las personas con discapacidad en los espectáculos teatrales? Las preguntas son pertinentes porque desde el ámbito artístico se suelen señalar algunas patologías sociales que sin embargo se repododucen en la práctica propia. La historia de Lambach aporta en ese sentido.

La obra propone situaciones divertidas desde la propia premisa de que Down deba enfrentarse a un Dios que en realidad es mujer y tiene las características de los pacientes que estudió. La dirección de Fabricio Galbarini es minuciosa y su participación en el escenario aparece particularmente acertada para dar dinamismo y generar complicidad con la actriz que representa a Dios.

Cabe destacar que esta obra, estrenada en 2016, se reestrenó para participar en el primer Festival Internacional de Artes Escénicas Inclusivas en Uruguay, una iniciativa que se desarrolló en la sala Balzo del Sodre entre el 18 y el 24 de abril. Pero Lambach tiene ya una experiencia considerable, la primera vez que la vimos actuar fue hace 8 años en la obra Gente normal de Micaela Larriera. Una obra que incluía a Lambach por su aporte como actriz, y no en el contexto de un festival o una muestra particular. Esperemos haya nuevas situaciones que permitan a esta actriz y a otras u otros con similares particularidades participar de espectáculos como protagonistas. Que la inlcusión no es solo ser espectador o espectadora.

Castigo del cielo. Dramaturgia: Joaquín DHoldán. Dirección: Fabricio Galbarini. Elenco: Diego Artucio, Natalia Lambach y Fabricio Galbarini. Diseño de iluminación: Jimena Correa. Diseño de vestuario: Felipe Maqueira. Diseño de escenografía: Fabricio Galbarini. Fotografía: Alejandro Persichetti. Producción: María José Pieri.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.