Entre octubre y noviembre próximos los uruguayos elegiremos al nuevo gobierno de la República. La oferta electoral tiene a varios partidos en disputa y dos bloques claramente definidos. Por un lado, los partidos integrantes de la coalición de gobierno y por otro, el principal partido de oposición. Todos sabemos que al Presidente lo elegiremos en noviembre y también sabemos quiénes disputarán esa instancia. Por lo tanto, en octubre elegiremos qué bloque tiene mayoría, qué peso tiene cada sector político en cada uno de ellos y cómo se compone el Parlamento Nacional.
No es lo mismo que el gobierno continúe en manos de la Coalición Republicana o que vuelva a ser ejercido por el Frente Amplio. ¿Por qué? Porque la coalición ha demostrado idoneidad para gestionar situaciones muy adversas y al mismo tiempo, encarar reformas de fondo, tan necesarias como urgentes, asumiendo sus responsabilidades. Está claro que algunas de esas reformas requieren un trabajo continuo, que no alcanza con un período de gobierno para que se obtengan los resultados deseados. Esto sucede con la educación, por ejemplo, que está en una fase inicial y deberá continuar en los próximos años. Lo importante con esa y con otras reformas es haber comenzado a transitar los caminos de transformaciones que el país requiere. Ahora es necesario avanzar y darle continuidad a esos procesos y para eso, es indispensable que la coalición continúe en el gobierno. Porque, además, lejos de los augurios que hacía la oposición al inicio de este período, referidos a que se quitarían derechos y que se desmantelaría el Estado, lo que ha sucedido es todo lo contrario. Ni se perdieron derechos ni hubo achique del Estado. El gobierno de coalición ha respetado a rajatabla los derechos ciudadanos y ha bregado por mantener un firme equilibrio entre la libertad y la equidad.
El Partido Independiente ha sido un actor activo en el gobierno, con aportes sustantivos, con capacidad de propuesta y de gestión, actuando con responsabilidad y con lealtad. La gestión de Pablo Mieres al frente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social por más de cuatro años y de Daniel Pérez, primero como Director Nacional de Empleo y ahora como Subsecretario, así lo avalan. Las premisas han sido claras: diálogo permanente, ámbitos de negociación definidos con precisión -en cuanto a los objetivos, los tiempos de trabajo y las formas de resolución-ecuanimidad en todos los procesos y en la toma de decisiones que siempre se basaron en criterios técnicos y de justicia social. Acciones que han tenido un respeto absoluto a los derechos adquiridos y a los acuerdos logrados. De esa manera se pudo transitar con los menores costos posibles el dificilísimo período de la pandemia y luego, recuperar y continuar mejorando los indicadores de empleo y salario. Los resultados obtenidos son muy buenos, hoy estamos en un número de trabajadores empleados que supera a cualquier otro momento de la historia del país, desde que se llevan registros estadísticos. El salario real promedio también es de los más altos en varias décadas y la informalidad del trabajo ha disminuido. Falta mucho por realizar, pero, se está en el buen camino.
Por su parte, ¿qué ofrece la oposición? Poco, muy poco. Críticas permanentes al gobierno, sin brindar propuestas alternativas. Frases rimbombantes, eslóganes populistas y apelación permanente a la confrontación por la confrontación en sí misma. Discursos vagos y llenos de ambigüedades. En síntesis, pocas certezas. Es una opción política que presenta una mixtura
compuesta por la desaparición de los sectores moderados, que fueron absorbidos por las opciones de izquierda marxista y populista, posicionamientos políticos basados en meros cálculos electoralistas y contubernio con algunos sindicatos que traban reformas en pos de cuidar intereses corporativos. Ni hablar de la falta de ecuanimidad, sensibilidad y solidaridad ante violaciones de derechos humanos y ataques a la democracia en países de la región. Recién ahora, oportunamente en tiempos electorales, el FA ha expresado algunas tibias condenas llenas de ambigüedades.
Por todo lo anterior, es muy importante que la ciudadanía le renueve la confianza a la coalición. También es muy trascendente para el futuro de ese nuevo gobierno cómo se compone su estructura. La interna de la coalición y el peso político de cada partido se define en octubre. El PI es la garantía para que el gobierno continúe con las transformaciones iniciadas en este período, para que se avance en otras que son muy necesarias y se generen las condiciones para resolver problemas muy antiguos y dolorosos, como la pobreza infantil.
El Partido Independiente ya tiene experiencia ejecutiva llevada adelante con compromiso, buenos resultados y sin cuestionamientos éticos o legales. Siempre con sentido de justicia social y desarrollo humano sustentable. Es un partido confiable. Dice lo que piensa y hace lo que dice que va a hacer.
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