La manifestación de policías frente al Palacio Legislativo por reclamo de aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo, significó un fuerte cimbronazo para el gobierno de Luis Lacalle Pou, que evoca la histórica huelga general de hace treinta años, cuando su padre era el presidente de la República. Además, terminó con la luna de miel entre el oficialismo y los uniformados.
Aunque la movilización logró lo en parte lo que se proponía al acordar con la bancada de diputados de la coalición un ajuste adicional del 2,5% por encima de lo estipulado en el convenio firmado con COFE, está lejos de las aspiraciones de los funcionarios, que perciben salarios deprimidos –particularmente los de grados más bajos- por arriesgar cotidianamente sus vidas.
El sindicato único que representa a todos los policías del país reclamaba un incremento del 22%, para recuperar lo perdido hasta 2024, que alcanza –en términos reales- a un 8% desde que se inauguró este gobierno.
Actualmente, un agente de segunda –el rango más bajo – percibe un salario de 40.000 pesos, muy similar al de un maestro de primer grado de Primaria. Si bien esas retribuciones son insuficientes para el importante rol que cumple la Policía en la sociedad, están por encima de más de la mitad de los trabajadores del sector privado, que cobran mensualmente menos de 25.000 pesos, según cifras difundidas por el PIT-CNT que jamás fueron desmentidas.
En el pasado, cuando asumió el gobierno del Frente Amplio en 2005, un agente de primera percibía un sueldo simbólico de 5.000 pesos mensuales. En ese contexto, durante los gobiernos de izquierda, el salario mínimo de los funcionarios policiales se multiplicó por siete, alcanzando en 2019 a los 36.000 pesos.
Asimismo, mejoraron sustantivamente las condiciones de trabajo, con la adquisición de uniformes nuevos, moderno armamento –antes se tenían que comprar ellos mismos hasta las balas- y equipamiento y tecnología de punta, incluyendo radares, scanners y hasta helicópteros y aviones para la vigilancia aérea.
A ello se sumó un cambio cualitativo en las condiciones de ingreso, una mejor preparación y profesionalización de la tarea y una frontal lucha contra la corrupción.
En contrapartida, este gobierno de derecha lo único que hizo fue proporcionar al personal más herramientas punitivas en el marco de la LUC –que generaron violencias y excesos- mientras que le bajó el salario a los funcionarios durante los dos primeros años de gestión, al igual que a los restantes empleados estatales.
Pese a que el gobierno de Lacalle Pou acusó recurrentemente al Frente Amplio de desproteger a la Policía, las diferencias son realmente elocuentes y no admiten la más mínima discusión.
Empero, tal vez el logro más significativo para el personal uniformado que se registró durante el ciclo progresista, fue el derecho de los policías a sindicalizarse como cualquier otro trabajador, algo que había sido terminantemente prohibido por los gobiernos de derecha, que, durante décadas, abortaron todo intento en tal sentido.
A ese cambio histórico contribuyó también el movimiento sindical organizado acogiendo a los gremios policiales en el seno del PIT-CNT, pese a la resistencia de algunos sectores que se negaban al ingreso de trabajadores que, por mandato superior y en cumplimiento de lo estipulado en la recurrida Ley de Urgente Consideración- suelen reprimir manifestaciones callejeras y otras medidas de lucha como las ocupaciones de los lugares de trabajo.
En esta oportunidad, lo realmente más significativo es que la propia central obrera apoyó la movilización policial, que contó con la participación de la Secretaria General del PIT-CNT, maestra Elbia Fernández, quien reivindicó los reclamos de los policías y les recordó que todos los trabajadores son hermanos de clase.
Hubo también otros discursos de altísimo tono crítico hacia el gobierno, incluso con invocaciones a la contestataria canción “Crece desde el pie” del cantautor comunista Alfredo Zitarrosa, y hasta fueron denunciadas presiones y amenazas de sanciones a los funcionarios por parte de jerarcas y altos medios de la Policía.
Obviamente, los oradores proclamaron, tajantemente, que no permitirían bajo ningún concepto que los manifestantes fueran castigados por sus mandos, lo cual sería una clara actitud de persecución sindical.
También recordaron, con respeto y admiración, la única huelga policial de cinco días registrada en la historia, concretamente en 1992, durante la presidencia de Luis Alberto Lacalle Herrera. Por entonces, el gobierno de la época confió la seguridad de tropas del Ejército desplegadas y patrullando las calles, lo cual evocó los tiempos autoritarios de la dictadura liberticida.
La demostración de la semana pasada confirma, en forma absolutamente inequívoca, que los trabajadores policiales se hastiaron de ser un mero preservativo para este gobierno, que los usa y los desecha y que permanecerán en actitud vigilante de lucha. Obviamente, la luna de miel terminó.
La segunda conclusión es que el PIT-CNT –con absoluto realismo y acierto- se alineó con el colectivo policial, partiendo de la premisa que todos somos compañeros de clase, lo cual debería ser tenido en cuenta por algunos violentos que visten uniforme y reprimen con prepotencia a sus propios colegas trabajadores.
¿Hay que tener el monopolio del uso de la fuerza como tiene la Policía para obtener beneficios salariales adicionales? ¿A qué inciso presupuestal le amputarán los recursos reasignados para financiar las mejoras?
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