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Todos somos Ubú

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“Somos los hombres libres, y este es nuestro cabo. -¡Viva la libertad, la libertad, la libertad! ¡Libres, somos libres! – No olvidemos que nuestro deber es ser libres. Vayamos despacio, pues llegaríamos a la hora, y libertad es no llegar nunca jamás a la hora. -¡Nunca, nunca jamás a la hora convenida!”

El parlamento anterior pertenece a Los tres hombres libres, personajes de Ubú encadenado, una de las obras de la saga Ubú, de Alfred Jarry. El juego de palabras estructura una crítica sarcástica al concepto de libertad burgués de principios del siglo XX, pero anticipa, por ejemplo, expresiones como: “¡Quiero ser libre! ¡Quiero ir a Punta del Este todos los años!”, expresiones que se escuchaban entre quienes apoyaban a Macri en las elecciones de hace cinco años en Argentina. Ya sabemos a que condujo esa concepción de libertad.

Ubú como personaje teatral tuvo su estreno en 1896, cuando al grito de “Merdre” comenzaba Ubú Rey, una suerte de parodia de Macbeth que también sería uno de los escándalos teatrales más comentados de la historia. Y tan provocador como los de Jarry fueron algunos gestos del dadaísta francés Marcel Duchamp, entre los que se destaca la “obra” denominada Fuente, mingitorio que envió como escultura firmada bajo el seudónimo R.Mutt a la Sociedad de Artistas Independientes en Estados Unidos para incluir en su exposición anual. El escándalo fue similar al generado por la expresión “Merdre”, aunque también generó una crisis en el sistema de valoración e institucionalización del arte que continúa hasta hoy (algo que trasciende ampliamente el interés burlón de Duchamp).

Jarry es un antecedente directo de las vanguardias europeas, como el dadaísmo, que cuestionaron radicalmente la autopersepción de las sociedades burguesas. Y esto respondía a un momento histórico en que la promesa de progreso infinito se estaba resquebrajando, y entre tambores de guerra aparecían las sombras de los fascismos. Justamente Ubú, surgido como una broma de un grupo de estudiantes hacia uno de sus profesores, se convertiría en una caricatura, al decir de la profesora Ana Goutman, “del tirano típico, ignorante, excesivo y soez, cuya divisa favorita es matar a todo el mundo, llevarse el dinero e irse”.

Por lo anterior resulta lógico que Marcel Sawchik, preocupado por un contexto regional y mundial en donde los autoritarismos están en ascenso (y con varios personajes caricaturescos por sí mismos) haya elegido trabajar Ubú Rey. Convocado por el Instituto de Actuación de Montevideo para trabajar con la generación de egreso, Sawchik propuso a algunos estudiantes que versionaran un acto cada uno a partir de algunas consignas: “les di el nombre de dos dictadores o dos líderes políticos y tenían que investigar y dejarse atravesar por ellos, por ejemplo Pol Pot y Pinochet”. La idea, como agrega el director, también era que defendieran sus poéticas personales con la intención de “hacer una especie de cadáver exquisito con la obra”. Cada acto se cargaría entonces de referencias particulares y la continuidad estaría dada por el hilo conductor Ubú, mas no por una estética particular, en un recurso que abreva directamente en algunos de los juegos predilectos del surrealismo.

Otro factor determinante del trabajo es el nutrido elenco, pero la solución favorece la propuesta. Acto a acto quienes interpretan a Madre y Padre Ubú van cambiando, lo que potencia el hecho de que todos son (somos) potencialmente esa criatura ebria de poder que nunca está satisfecha y traga todo lo que está alrededor. Algunas características del personaje se cruzan con referencias de la cultura popular y cinematográfica posterior, en particular el expresionismo del cine de vampiros parece ensamblar con las características del canibalismo de Ubú. Finalmente predomina en el espectáculo, entre excesos diversos, un aire pesadillesco que se simboliza a la perfección en ese espiral ubicado en el centro del espacio que parece remitir al que Saul Bass creara para el filme Vértigo de Alfred Hirchcock. En el diseño de Julio Tabárez predominan los colores blancos y negros, que en algunos casos pueden remitir directamente al tablero en que se juegan las historias, pero también a la bipolaridad en que se estructuran algunos discursos.

Pero además Dadá Ubú, sin olvidar el interés por cuestionar el poder absoluto, se enmarca en una reflexión sobre las posibilidades del hecho creativo, a partir del vínculo de Jarry con sus personajes, y también sobre las posibilidades de identificar a lo peor de esos personajes mucho más acá que en su imaginación, como afirma el “autor” al final: “Soy Jarry, soy Ubú, soy un hombre solo con un agujero en la garganta, soy una chica con los brazos llenos de cicatrices, soy el padre que le enseñó hoy a su hija a andar en bici, soy la mujer que saca fotos en el parque, soy un adolescente obsesionado porque me desvirguen, soy una joven violinista, una puta arrogante, un viejo en silla de ruedas, la vaca en el matadero, la enfermera que dejó de oír los gritos de los enfermos, la mula que se caga encima diez metros antes de la aduana, el árbol de ramas desnudas, una nube negra, una fuente, el espiral del caracol en donde está el número Phi, el uróboro que tengo en mi pierna…ese soy.”

Dadá Ubú. Versión libre sobre Ubú Rey de Alfred Jarry. Textos: Juan Calvo, Paula Galarza, Franco Balestrino, Agustín Martínez, Alex Davidovich, Yamandú Guillén y Marcel Sawchik. Dirección: Marcel Sawchik. Elenco:  A. Aquistapache, F. Balestrino, J. Calvo, P. Ciganda, S. Corso, Á. Davidovich, L. De Souza, E. Fajardo, M. Ferrando, C. Guidali, P. Galarza, Y. Guillén, G. Manfrú, A. Martínez, G. Nieto, V. Pérez, C. Paguas, N. Pose, M.Seijo., L. Soca.

Funciones: martes y miércoles 21:00. Teatro Alianza.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.