[vc_row][vc_column][vc_column_text]Barry Seal: sólo en América (American Made), USA 2017. Dirección: Doug Liman. Libreto: Gary Spinelli. Fotografía: César Charlone. Música: Christophe Beck. Con: Tom Cruise, Domhnall Gleeson, Sarah Wright, Jesse Plemons, Mauricio Mejía, Alberto Ospino. Estreno: 28.09.2017. Calificación: Buena.
Un inesperado entusiasmo provoca Barry Seal: sólo en América de Doug Liman, ya que ofrece menos concesiones comerciales de lo que aparenta. Lo que en principio parecía ser el retrato de un caradura simpático (dado el tono jovial y ligero que Liman mantiene incluso en los episodios más dramáticos), en realidad resulta un eficaz thriller político, irónico, farsesco y carente de moralina. Para los parámetros conservadores de Hollywood el resultado es inusual, dada la contundencia de este retrato de los bajos fondos de la Inteligencia estadounidense ligada al narcotráfico, en un discurso que pone en igualdad de condiciones a la política, la economía y la delincuencia.
De acuerdo con la película, narrada en primera persona por el protagonista (con todo lo subjetivo que ello puede ser) la carrera delictiva de Seal empezó en 1978 cuando dejó su empleo de piloto en TWA y fue reclutado por la CIA para fotografiar zonas álgidas del Caribe; luego se asoció al cártel de Medellín para introducir cocaína a USA, y terminó aliado con la DEA para transportar armas a la lucha antisandinista, lo cual desencadenó el escándalo Irán-Contra. Esos empleos le reportaron a él y su familia más millones de dólares de los que podía lavar, lo que lo llevó a esconder bolsas llenas de dinero en los lugares más insólitos, provocando algún episodio de sátira puntualmente feroz (una noche la esposa dice que hay billetes esparcidos por el suelo y Seal responde: “Tranquila, mañana los barreré”). Otras escenas rozan el delirio, como cuando estrella un avión en unos suburbios, sale del aparato cubierto de cocaína, compra una bicicleta a un niño perplejo y huye del lugar pedaleando como si nada.
Esos episodios no mellan la ferocidad del planteo. Todo lo contrario: lo emparentan con El lobo de Wall Street de Martin Scorsese, porque muestra la versión más excesiva y descontrolada del sueño americano, denunciando que Reagan alimentó la epidemia del narcotráfico mientras aparentaba combatirla, desatando crisis geopolíticas que aún hoy subsisten. A la valentía del planteo debe sumarse la mejor labor de Tom Cruise en años, una banda sonora con notables canciones que comentan la acción, y una espectacular fotografía del uruguayo César Charlone, que empasta la paleta hasta tornarla chirriante como lucían los VHS berretas que circulaban en la época. Este film demuestra que, cuando quiere, Hollywood todavía sabe hacer algo más que secuelas y franquicias.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]