La aptitud, es decir la capacidad para operar competentemente en una determinada actividad, es algo que parece haberse olvidado como condición entre jefes de gobierno. Por ello notoriamente ha destacado Donald Trump, Jair Bolsonaro, Boris Johnson e incluso su sucesora, Liz Truss, que asumió hace dos semanas y que ha producido un vacío de poder a partir de su incompetencia casi sin antecedentes.
La crisis inglesa comenzó a agudizarse a partir de la aceleración del proceso abierto por el Brexit, y en los últimos años se ha desbarrancado. Uno de los últimos sucesos dramáticos ha sido la destitución/huida de Kwasi Kwarteng que asumido el 6 de setiembre, cayó el 14 de octubre. Es cierto, hay que reconocer que duró más que Ricardo López Murphy, que sucedió a Domingo Cavallo en el gobierno de Fernando de la Rúa: efímero, del 5 al 20 de marzo de 2001…y aun sigue opinando de gobiernos y de políticas económicas. Bondades de la democracia o generosidad de los medios.
Brexit, acrónimo de “British exit”, entró en vigor a partir del 1 de febrero de 2020. Tras el Brexit, comenzó un proceso complejo. Desde ese día, y de impacto político jurídico inmediato, la legislación de la Unión Europea (UE) y el Tribunal de Justicia de la UE dejaron de tener primacía sobre las leyes británicas, aunque hay excepciones, por ejemplo, las relacionadas con Irlanda del Norte. Otra salvedad; la Ley de la Unión Europea de 2018 mantiene la legislación pertinente de la UE como legislación nacional pero ahora el Reino Unido puede modificar a criterio de sus mayorías parlamentarias, ya sea cambiar e incluso derogar.
Por su lado, Irlanda del Norte sigue participando del mercado único europeo en relación con las mercancías y siendo miembro de facto de la Unión Aduanera de la UE.
El proceso de salida inglés fue complejo, con momentos de intensa incertidumbre e incluso se prolongó más allá de los plazos de entrada en vigor del Brexit. En sentido estricto, las negociaciones para el acuerdo comercial se extendieron más allá del plazo pactado, y el Acuerdo de Comercio y Cooperación entre UE y Reino Unido se firmó el 30 de diciembre de 2020.
Augur de males
Existía y existe una amplia coincidencia entre los economistas europeos en que ese acuerdo abría de perjudicar la economía de UK, que se reduciría el ingreso real per cápita a corto y largo plazo, y también se vería afectada severamente la educación superior británica, así como también la labor de investigación del mundo académico.
Lo concreto es que la salida del Reino Unido, del mercado único y también de la unión aduanera creó una situación nueva, de obstáculos al comercio y los intercambios transfronterizos inéditos, con los que deberían administrarse a partir del 1 de enero de 2021. Los problemas fueron múltiples, desde situaciones no previstas o excepcionales no previstas, de ciertas inconsistencias y también de criterios duales, y de atraso e improvisación para la formación de las propias administraciones y, por supuesto, de los agentes privados. Fue un proceso no exento de tensiones, aunque se instaló por parte de la Comisión Europea una ventanilla única de consultas para las empresas, las organizaciones comerciales, las no gubernamentales, incluso para países no pertenecientes a la Unión Europea, de modo de afectar lo menos posible el comercio.
Una labor de aggionamiento regulatorio y burocrático de sectores y subsectores, con información detallada sobre los nuevos procedimientos a cumplir por las administraciones nacionales, el sector empresarial y también los ciudadanos. Para ejemplo y poder dimensionar; transporte aéreo, aviación y seguridad aérea y marítima, zootecnia, transporte de animales, gestión de activos, automóviles y emisiones CO2, biocidas, y decenas de etc.
¡Cacos, sálvanos!
A medida que fueron transcurriendo las semanas, los meses, las doradas promesas de buenaventura a partir del Brexit se fueron diluyendo hasta desaparecer bajo las consecuencias reales que sumergían al país y a los negocios en un mar caótico de papeles, de enredos burocráticos y sobrecostos.
Los ingleses tienen, tristemente, muy presente que una de las más atractivas promesas que reinarían en el nuevo mundo post Brexit sería la de “liberar a las empresas británicas para darles el margen de maniobra necesario para maximizar su productividad y su contribución a la economía”. Pero ello no ha sucedido así. Y no son precisamente los enemigos del Brexit los que lo afirman, sino que es una de las conclusiones contenidas en el informe clave del Comité de Cuentas Públicas (PAC) de Westminster, el organismo de control de gastos del parlamento, publicado en febrero de este año. Allí admiten que “el único impacto detectable hasta ahora del divorcio es el aumento de los costes, papeleo y retrasos en la frontera”.
Con la publicación de este informe, empezó un sinceramiento necesario y ya evidente de los costos del Brexit, y de la improvisación que, por ejemplo, dejó al desnudo el caos de la normativa de inmigración de setiembre de 2021. Tan caótico que inmediatamente el gobierno debió ofrecer 10.500 visados de trabajo temporales hasta navidad. Los controles aduaneros que debían funcionar al 31.12.20 fueron postergados primero hasta marzo y luego octubre 2021…y nuevamente hasta ya empezado el 2022. Los controles de seguridad sanitaria y fitosanitaria para productor agrícolas no se implementaron hasta julio de este año.
Se va, se va la Gran Muñeca….
Apenas asumir Jeremy Hunt, en sus primeras declaraciones, firmó la sentencia de derrota de quien lo designó ministro, su jefa, Liz Truss, la primera ministra británica. En suma, lo que dijo Hunt, es que nada de lo que ha dicho Truss se hará. Los “mercados” dieron su golpe. Este lunes quedó pulverizado lo que se decía sería la mayor rebaja impositiva y de otros planes que quedaron olvidados. También se evaporó la supuesta reforma fiscal y casi que mágicamente la libra se recuperó de esa caída adonde fue arrastrada por la arrogancia e insensatez ultraliberal de una persona llevada a primera ministra que, coincidentemente, ahora “todos” consideran incapaz.
Los tories ya discuten, casi abiertamente, la sustitución de Truss a la brevedad posible. Todos son conscientes que ella y su incapacidad política es sólo parte del problema. En sentido estricto, el problema es la realidad. Ella una precipitación…
Las causas por las que los mercados y todos han acabado con el ciclo Truss, son las mismas que la llevaron a ganar la elección. Pero más allá del griterío ensordecedor que unos pocos pueden provocar en los salones de conferencias de un hotel, está la realidad. La obstinada realidad, la misma que provocó el derrumbe del ultraliberalismo inglés, ahora le puso fecha de caducidad a la torpe e insensata Liz Truss. En poco más, habrá una votación de censura y (sin elecciones) otro primer ministro conservador.
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