El jueves 7 de abril se presenta en el Teatro Stella la obra UNA, versión libre de la novela de Luigi Pirandello Uno, ninguno y cien mil.
La adaptación de la novela fue realizada por Giampaolo Samà, actor y autor italiano que desde 2007 vive en Buenos Aires. Si bien el protagonista de la novela original es un varón, la adaptación pone a una mujer como protagonista de esa historia de identidades que se escabullen, siendo la actriz Miriam Odorico la responsable de ponerle el cuerpo a UNA. Odorico es una vieja conocida del público montevideano, que la recuerda en obras de Claudio Tolcachir como La omisión de la familia Coleman y El viento en un violín. Para conocer algunas características de esta adaptación Voces se comunicó con Samá quien dio algunas pistas sobre la forma en que se llevó la obra original de Pirandello a coordenadas contemporáneas.
Samá escribió UNA a partir de un pedido para celebrar los 150 años del nacimiento de Pirandello. Si bien la contradicción entre el ser y el parecer atraviesa la obra teatral del autor de Cada cual a su modo o Esta noche se improvisa, sus obras tienen muchos personajes, y Samá pensaba en unipersonal que él mismo pudiera interpretar. Es por eso que recurrió a sus novelas y descubrió que Uno, ninguno y cien mil (escrita en 1926): “era la que más se prestaba, siendo casi un diario, un largo monólogo. Además es la última novela de Pirandello y adentro de esa novela están sustancialmente todas las temáticas pirandellianas. Y me parecía lo más interesante como material para poder sacar un unipersonal. Me pareció el material más rico que podía llegar a soportar una adaptación teatral.”
La obra se estrenó en pandemia, cuando la cuarentena impedía el contacto físico y se imponía el contacto virtual. Esto potenció mecanismos de “simulación”, de construir identidad a partir de las reacciones de terceros en redes sociales ¿Cómo se relacionó la inquietud de Pirandello sobre la identidad con ese contexto? ¿Siente que tiene algo para decir sobre esta época en que las identidades virtuales se multiplican?
Pirandello, más allá de su época, siendo un clásico traspasa los tiempos y sigue vigente todavía hoy. Las redes sociales justamente tienen que ver con las mil máscaras que intentamos interponer entre nosotros y la sociedad, entre nosotros y nuestros seguidores. Y vendiéndoles un “yo” que muy probablemente difiere del real. Y difiere seguramente del que cada uno que nos sigue, y nos persigue también (risas), por redes sociales se hizo de nosotros. Así que nada más pirandelliana que la situación de las redes sociales. El construir una personalidad, intentar vender un personaje que por ahí no somos, o que quisiéramos ser, o que los otros piensan que somos.
Miriam Odorico en obras como El viento en un violín ha trabajado con Claudio Tolcachir, un autor también interesado por la fragilidad de las identidades individuales en contextos contemporáneos y de crisis. ¿Puede haber un paralelismo entre algunas ideas de Tolcachir y las de Pirandello?
Yo creo que en el arte, por suerte o por mala suerte, no se inventa nada, todo está ya está sustancialmente dicho. Lo nuevo es el punto de vista personal de cada autor, como fue el de Pirandello en su época, o el de Claudio Tolcachir en su época. Pero por ejemplo, si metemos en el medio un tercer autor como puede ser Eduardo De Filippo, que es casi un hijo de Pirandello, y vuelvo a Claudio Tolcachir como puente parece que cuentan las mismas historias. Porque también Eduardo De Filippo mete en escena familias que explotan, padres ausentes y familias en crisis. Por suerte el arte cuando se vuelve importante, cuando está hecho bien si queremos, es cuando logra interactuar con el público, cuando el público se siente puesto en juego, interpelado, cuando se siente en el medio del debate. Ahí surgen las obras de arte en cierto sentido. Surgen estas obras que traspasan los tiempos como por ejemplo algunas obras de Claudio Tolcachir, como La omisión de la familia Coleman, o El viento en un violín, o Tercer cuerpo. Y como por supuesto las obras de Pirandello o de Eduardo De Filipo que se volvieron clásicos. Como clásico, aunque contemporáneo, podemos definir a Claudio Tolcachir.
En este contexto de auge de las luchas feministas es muy significativo el que el personaje de UNA sea mujer y no un varón como en la novela original de Pirandello ¿Cómo fue el proceso de esa adaptación?
El pasaje entre el personaje masculino original de la novela y el personaje femenino que interpreta Miriam Odorico en UNA se dio un poquito por casualidad. Y después de muchas resistencias que yo, que me estaba escribiendo un unipersonal para mí, oponía a los pedidos de Miriam Odorico que una vez que leyó la primera versión de la obra se enamoró del texto y me empezó a decir “por qué no la puedo hacer yo, por qué no puede ser un personaje femenino”. Yo no lo veía así, no veía un personaje femenino en este rol, y no lo vi por dos años, donde seguí trabajando el texto, ensayándolo, con Miriam que me hacía de directora. Después de dos años y medio de trabajo me volvió a decir “por qué no puede estar una mujer diciendo estas cosas”. Ahí me tomé un tiempo, le di vuelta al femenino, y la verdad Miriam había tenido la intuición justa. El personaje de la obra había encontrado su actriz. Era la elección justa. Porque en la boca de una mujer todas estas palabras volvían a tener contemporaneidad, estaban de vuelta nuevas. Pirandello no era más un señor de hace cien años que escribía teatro para su época sino que era un autor contemporáneo, un autor que vive entre nosotros. Evidentemente lo forcé un poco porque Pirandello no pensó como protagonista de su novela a una mujer, pero bueno, siendo un clásico y traspasando los tiempos también esta vez se pudo dar ese cambio tan radical y tan pirandelliano. Porque la obra tiene un alma pirandelliana indudable.
UNA. Dramaturgia, dirección y diseño luces: Giampaolo Samà. Actúa: Miriam Odorico. Vestuario: Julio Suárez. Diseño gráfico: Paola Bilancieri. Producción: Perbacco.
Jueves 7 de abril a las 21:00. Teatro Stella – La Gaviota.
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