Se han conocido muchas veces procederes incomprensibles, que avergüenzan y espantan en lideres políticos y figuras públicas. Eso sucedió con Vivian Trías, un supuesto caudillo del Partido Socialista en la década de fines del cincuenta y del sesenta del siglo pasado en nuestro país. Los archivos de inteligencia del régimen comunista de Checoeslovaquia así lo demuestran. Fue su agente, a sueldo, durante dieciséis años. Le financiaron libros, lo mandaron a Perú cuando el gobierno militar de Velazco Alvarado. Ahora que se conocen sus escritos, se sabe que en público sostenía una posición y en privado, en sus informes, otra. Por ejemplo, condeno en declaraciones de la época la invasión rusa a Checoeslovaquia. En sus informes secretos opinaba todo lo contrario. Allí también dejo claro que, en su opinión, el General Videla venía a liberar a la Argentina. El mismo que produjo la mayor agresión a los derechos humanos en la historia de ese país. Antes, defendió a Perón, y a su ex ministro de Bienestar Social, López Rega. Una figura siniestra que encabezo una organización criminal de persecucion política y asesinato.
Fue como dirigente político, un líder fallido. Enfrento a Emilio Frugoni, el líder histórico de esa colectividad, al que venció en la interna. Cambio entonces el destino de la misma con los resultados que se conocen. La dejo en dos elecciones, 62 y 66, sin representación parlamentaria. Daba clases de historia, y se decía historiador. Como tal se caracterizó por defender las peores causas. Saco al socialismo de la democracia y justifico la violencia. Hizo que su partido participara en la conferencia de OLAS en Cuba, rompiendo con los vínculos internacionales que siempre le habían acompañado con el socialismo democrático de Europa y América Latina.
Fue voraz a la hora de obtener dineros. Nada le alcanzo. Su colectividad dispuso, a través de los órganos competentes, que los legisladores electos por ella no podían jubilarse por un régimen especial que mediante sanción parlamentaria se había aprobado. El, a escondidas, se jubiló igual. Cuando se descubrió fue un escándalo. Sin embargo, ni se inmuto. Dijo que la jubilación era para pagar deudas que el Partido Socialista había contraído durante la gestión que llevo adelante Frugoni. Eso en tiempos que, ahora se sabe, cobraba un importante sueldo en dólares como agente secreto a Checoeslovaquia. Pero al parecer no le fue suficiente con esas dos actitudes. Hizo enrolar a los servicios secretos de ese país a su esposa, que recibió un salario igual al suyo durante mucho tiempo. Metió a su mujer por delante. No se detuvo ante nada ni ante nadie con tal de mejorar sus ingresos.
Es importante, cuando uno habla de conductas, ser equilibrado en sus juicios. Fue coherente en su solo aspecto. Es decir, defender en público y privado lo mismo. Siempre estuvo contra la democracia. Nunca le gusto el régimen de partidos. La defensa de las libertades, el respeto a las minorías.
Lo sorprendente es que hoy se sabe todo. Esta probado. Se hicieron público los documentos. Pero el Partido Socialista sigue encubriéndolo y no deja de intentar justificarlo. Sus retratos permanecen en su sede partidaria. Mantiene la fundación Vivian Trías. Dirigida por uno de sus dos secuaces más notorios el Dr. José Diaz. Acaba de sacar un libro defendiéndolo. Lo que han logrado, es que estas conductas, tan condenables sin duda, pasen a ser responsabilidad de esa colectividad.
Hoy se puede incluso seguir la génesis de toda esta gestión delictiva. Chifflet, siendo joven, el otro gran secuaz de Trías, fue invitado a Yugoeslavia. Cuando el régimen soviético era cuestionado por Tito. Visito en ese país incluso a Djilas, el líder opositor preso por entonces. Sin duda, aquí si no existen pruebas, pero todo lo indica, lo conectaron los servicios comunistas, él lo comento entre otros a Diaz, quien mantiene un mutismo propio de quien no tiene buena conciencia sobre sus actos, y este propicio el primer contacto entre Trías y el responsable de los servicios secretos checoeslovacos por entonces en nuestro país.
Diaz, además, firmo como secretario General una declaración estableciendo que Emilio Frugoni era lo más parecido a Goebbels que había conocido. Esto probado por la prensa de la época, donde se publicó. Y porque el suscrito, que en la Cámara de Diputados leyó el comunicado en una sesión. Consta en la versión taquigráfica de la misma. Demás está decir que Chifflet, hoy fallecido, era también legislador, estaba presente en la sesión y no dijo ni pio.
Soy anticomunista de siempre, pero se distinguir. Los comunistas fueron internacionalistas, admiradores del régimen soviético y se lo bancaron en las buenas y en las malas. Y ello merece respeto. No como Trías, que se las tiraba de socialista, nacionalista y antiimperialista y les cobraba sueldo a los soviéticos por trabajo de espía.
Aclaro, no me considero un moralista. Pero no observo este tipo de cosas mirando para otro lado, como muchos otros que se hacen los desentendidos. Lo hago porque ya mayor, como soy, me sigue indignando la gente que se cree tener superioridad moral sobre otra gente. Como fue Trías y quienes lo defienden hasta el día de hoy. No me creo impoluto. No me interesa presentarme como ejemplo de nada. Eso si me miro al espejo y me siento orgulloso de que todavía tengo impulso para defender causas que entiendo son justas, en las que no tengo nada que ganar y mucho que perder. Desprecio, y eso es muy de los socialistas que aun siguen y defienden a Trías, con la cola sucia, como se dice popularmente, a quienes tienen el tupe de enjuiciar a cualquiera que se les cruce en el camino a pesar de todo esto.
El esfuerzo de los socialistas por justificar a Trías no tiene límites. Mantienen su fundación, no sacan su foto de los locales partidarios. Utilizan instalaciones de centros de Educación del Estado para hacer simposios donde se pretende justificar el injustificable proceder de esta persona, y hasta hicieron un libro, dirigido por Jaime Yaffe que termina diciendo. “No hay nada en los archivos que indique que la forma en que Trías se comportó como agente fuera diferente a la forma en que se comportó como líder político e intelectual socialista, es decir como alguien preocupado por el creciente imperialismo estadounidense y partidario de la Revolución cubana por la que abogo por solidaridad”. El mismo libro, en sus páginas, demuestra que todo esto no es cierto. Es mentira.
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