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Volver al futuro por Sol Inés Zunin

Volver al futuro por Sol Inés Zunin
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Irónicamente – o no- casi en el mismo período histórico en que los feminismos sacaron las violencias patriarcales del “tolerable” ámbito privado, amplios sectores de izquierdas concedieron que sus reivindicaciones ideológicas ingresaran al ámbito de las opiniones personales, aceptando la propuesta de su antagonista, la derecha, de que la gestión de lo público tiene una lógica única, la de los mercados y el beneficio del capital.
Según esa lógica solo habría una forma posible de gestión de la economía, sin ideología, y todo lo demás sería solo simples caprichos o traumas –y desde esa lógica surge la posibilidad de contraponer el mote de “resentido” a cualquier militante de izquierdas que aún se atreva a cuestionar el sistema-.
Y es la verdadera base de sustentación de esa propuesta, que se presenta como opción “superadora” del plebiscito en defensa de la Seguridad social, llamada Gran Dialogo Social.
Nadie verdaderamente de izquierda debería dejarse engañar: ese no será un diálogo equidistante, con igualdad de fuerzas y de riesgos para todas las partes y, por lo tanto, su resultado tampoco lo será.

Lo cierto es que el riesgo para la mayoría de la población es un riesgo de vida.
El riesgo y la probabilidad cierta de que los más vulnerados completensu ciclo vital sin la posibilidad de disfrutar mínimamente de un tiempo de descanso y disfrute, al menos en la vejez. El planteo de la suba de la expectativa de vida como justificación para subir la edad jubilatoria deja al desnudo la verdadera discusión, sobre el derecho o no a disfrutar de la vida, a la pública felicidad, y muestra a las claras el rol que los poderes económicos pretenden continuar asignándole a las clases trabajadoras: meros recursos humanos, utilizables, intercambiables y desechables.

Y eso, que parece de Perogrullo, es la verdadera discusión que estamos dando.
¿Son el disfrute y la seguridad jurídica, un derecho, o lo son solo para aquellos que se lo pueden permitir como resultado de su capacidad económica, de influencia, o ambas (en la mayoría de los casos por derecho de nacimiento)?

El resultado de esa discusión es crucial.
Si leemos la actualidad mundial podremos ver la tensión, concreta (nada potencial), de traccionar y derramar la discusión hacia campos que se suponían saldados como es el de los derechos laborales, el derecho a la educación, la salud, incluso la democracia.
La agenda libertaria sostiene, sin sonrojarse que “la educación y la salud públicas no son gratis porque ALGUIEN las paga”.
Sobreactuando para una tribuna desinformada -o informada a través de memes-, los nuevos liberales fingen aborrecer del pacto social al que aportamos en conjunto, como resultado de siglos de evolución de las formas de organización humana, y que hemos dado en llamar estado. Se trata de un engaño y un plan simple y bien conocido: rebajarle el precio a la mercadería con la que se quieren quedar.

Por eso escrucial mirar con atención y ver el lugar al que quieren hacernos volver, en el futuro. Hay una clara intención y acción de retrotraer los avances, resultado de las luchas obreras, todo lo posible, todo lo que lo permitamos, hasta el principio de los tiempos, si cabe. Una nueva edad media tecnológica.

Mientras tanto, las modernas izquierdas posibilistas aceptan la renovada letanía del sufrimiento presente y el paraíso futuro, que tan bien ordenó y disciplinó la insatisfacción durante siglos.

Para escapar de la distopía que nos tienen preparada e impedir el avance de la restauración -que insiste en que los beneficios del desarrollo los disfrute solo una minoría- debemos imaginar y establecer sistemas que redistribuyan las nuevas riquezas producto del desarrollo tecnológico.
Como lo hicieron luchadores de todo el mundo, gracias a quienes disfrutamos hoy la jornada de ocho horas o la democracia, a secas. Por eso votar SI a garantizar en nuestra constitución el derecho a la solidaridad y al merecido descanso es el mojón más importante que tenemos hoy para asegurar el futuro. Para volver a tener futuro.

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