Alejandro Ocón, el autor de Show, es actor, director y guionista de cine además dramaturgo. Sus comienzos en el teatro datan de los años ochenta, cuando se formó como actor con Carlos Gandolfo, y ya en esa misma década tiene su estreno como escritor para tablas aportando textos pata el espectáculo de humor titulado La Fragua Pela, estrenado en el Parakultural de Buenos Aires. El Parakultural era el centro de una movida potente pero marginal, espacio por el que pasaron figuras como Batato Barea, Humberto Tortonese, Alejandro Urdapilleta, entre otros referentes del under porteño. De esta forma parecen combinarse desde el comienzo de la carrera teatral de Ocón una formación actoral clásica, el interés por el teatro de carácter social norteamericano (sus dramaturgos preferidos son Eugene O´Neall, Arthur Miller, Sam Sheppard y David Mamet) junto a un ambiente teatral de borders, marginales y losers.
De la mano del director Luis Jaunarena, se encontraban hasta la semana pasada dos espectáculos con texto de Ocón en cartel, por un lado Show, que continúa los sábados en el Teatro Stella, y por otro lado Dibujitos desanimados, que hasta ayer iba en la Sala Cero de El Galpón. Los personajes de Dibujitos desanimados son una mujer trans y un ex preso, que se disfrazan de la Pantera Rosa y Minnie para ser parte de los entretenimientos de una especie de Tony Park barrial. Las historias marginales de los personajes configuran un panorama pesimista acerca de las relaciones sociales y la sociedad actual.
Show también reúne a un grupo de personajes marginales a merced de una sociedad que busca entretenimiento exponiendo la miseria humana de forma cada vez más desnuda. La obra comienza con el “ensayo”, en un camarín de un hotel del interior, de la presentación de un cantante melódico que sobrevive animando fiestas, casamientos y haciendo imitaciones de Leonardo Favio, mientras mantiene el deseo de grabar un disco con canciones propias. Trabaja junto con su asistente, que también es su pareja, a quien obliga a prostituirse para aumentar los ingresos con los que sobreviven. Por último aparecerá el encargado del hotel, un dirigente sindical corrupto, que regentea ese hotel construido con el aporte de trabajadores.
Los personajes parecen estar delineados entre los típicos losers del cine norteamericano y las características de algunos personajes marginales del grotesco rioplatense. La frustración y el fracaso aparecen casi transpirados por el personaje que encarna Sebastián Silvera, un cantante fracasado, servil ante el poder y despótico con quienes considera inferiores, como su mujer. Particularmente desagradable se nos aparece el Perro, ese líder sindical corrupto, que negocia con las patronales los paros y despidos en función de sus intereses a la vez que reprime a los representantes más clasistas de la organización sindical. El cinismo del personaje también es exudado por Daniel Plada de manera tal que el público no puede menos que detestarlo. Eliana Favilla encarna al personaje más transparente y franco, una criatura que aparece a merced de la mezquindad de los varones, para quienes es solo un objeto de placer o alguien que genera beneficios.
Pero más allá de los personajes, que como están construidos ya constituyen un reflejo grotesco de la sociedad capitalista y patriarcal, la obra tiene un giro que le da otras dimensiones. El espectáculo en definitiva gira alrededor del “entretenimiento” que un artista decadente y una prostituta “ofrecen” en su vida itinerante. La manera en que sobreviven estos personajes les da un carácter particularmente patético, pero también habla de quienes consumen esas diversiones. Pero el autor da un paso más, y convierte sus miserias casi en un reality show para satisfacer a unos espectadores ávidos de consumir la miseria humana más descarnada. Y en ese momento la obra trasciende el grotesco y la comedia negra, y nos cuestiona a los espectadores, que pasamos a ser auténticos “voyeristas”, en una variante de los espectáculos que se brindaban en el circo romano como se ha venido anunciando sin que nos diéramos cuenta.
Luis Jaunarena hace un gran trabajo en las dos dimensiones del espectáculo, como grotesco y como reflexión casi metateatral para lograr atraparnos y ponernos en un lugar incómodo, casi como si fuéramos los claudios de Hamlet. Y es que Ocón nos ha ubicado en un lugar inesperado, pero que nos “entretiene” y por eso mismo nos cuestiona, en una negrísima reflexión sobre nuestra sociedad. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para cumplir tu deseo? era una pregunta que parecía destinada a alguno de los personajes, pero termina volviéndose sobre los espectadores ¿Hasta donde estamos dispuestos a espiar la vida de los otros para satisfacer nuestros deseos de ver un show “como la vida misma”? Vayan a ver Show, y después piensen en la pregunta.
Show. Autor: Alejandro Ocón. Dirección: Luis Jaunarena. Elenco: Sebastián Silvera, Eliana Favilla y Daniel Plada.
Funciones: sábados 21:30. Sala 2 del Teatro Stella – La Gaviota.
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