Adelanto del libro de José Luis Baumgartner LA EXPANSIÓN DEL DESIERTO
Antropocentro
La humanidad deberá asumir lo que venga mientras siga la función —si no se autoelimina—. ¿Cinco mil millones de años, quinientos, cincuenta? Solar sangriento, volando en el frío espacio infinito, futuros inciertos.
De la barbarie primigenia a la feroz «civilización» actual poco ha cambiado mayormente: manadas que pelean por su territorio y odian a las otras. Bichaje sin socialización. Cercos.
Estados, pueblos tras dioses, trapos flameantes e intereses diversos no cesan de chocar sin evaluar lo que dejan sus «avances».
Cortoplacismo. Planes para treinta años. La promedial duración de la vida humana marca tiempo y actitudes. La ambición no tiene medida. Los que vengan apagarán la luz. La incertidumbre es la única valedera dimensión.
Escribe Dambisa Moyo (Lusaka, Zambia, 1969) en El ganador se queda con todo: «Básicamente, los dos factores más influyentes son la dinámica de la población (el tamaño absoluto de la población mundial y sus perspectivas de crecimiento) y los incrementos en riqueza impulsados especialmente por el rápido crecimiento de las economías emergentes».
Crecimiento de la población mundial
En tan solo sesenta años se ha producido una verdadera explosión demográfica mundial, pasando de unos dos mil quinientos millones de habitantes en 1950 a ocho mil en 2022.
Las presiones sobre los recursos mundiales de una población global que se aproxima a los diez mil millones son —a corto plazo— nefastas.
Para complicar aún más las cosas, se prevé que los mayores crecimientos de la población ocurrirán, precisamente, en las regiones en las que se esperan incrementos más elevados de la riqueza y, por tanto, una mayor demanda de recursos.
La población se enriquece
Los economistas inventaron un acrónimo para ilustrar las perspectivas sorprendentes del crecimiento económico de las principales economías emergentes, las BRICS: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
China es el ejemplo de mayor crecimiento de este siglo. También está India, con la máxima cantidad mundial de habitantes. En total, se estima que el PIB combinado de estos cinco países pasó de USD 2,5 billones en el año 2000 a cerca de 9 billones en 2010. EE. UU. aumentó su PIB en USD 4,5 billones en ese mismo período.
Una población en promedio más rica demandará más y mejor calidad de bienes y servicios, lo que a su vez requerirá más recursos.
Aviones, trenes y automóviles
En menos de medio siglo, China ha logrado por sí sola transformar el medio de vida de unos trescientos millones de habitantes, desplazándolos de la pobreza extrema a niveles económicos que rivalizan con los occidentales, una hazaña sin precedentes en la historia del mundo.
Como la renta aumenta, también lo hace la demanda de más alimentos a base de proteínas, como las carnes; además se buscan viviendas de mejor calidad, que tengan calefacción, agua corriente y sanitarios, así como transportes y telecomunicaciones más eficientes. Cada una de estas comodidades inmediatas requiere el uso a destajo de materias primas —metales como cobre, oro, plomo, níquel, litio, paladio, aluminio—, que se utilizan en la producción de las monturas, las baterías y los circuitos de ordenadores o teléfonos móviles.
Ola urbanizadora
En 2008 el mundo alcanzó un hito invisible pero trascendental: por primera vez más de la mitad de la población humana, tres mil trescientos millones de personas, vivía en zonas urbanas. Esto se percibirá a lo largo del mundo en desarrollo, cuyas ciudades y pueblos representarán el 81 % de los nuevos ciudadanos urbanos en 2030.
En la actualidad, globalmente, el planeta está incorporando personas a las zonas urbanas a un ritmo de sesenta millones por mes.
Tierra firme
La Tierra mide aproximadamente 13.000 millones de hectáreas. Del total, solo el 11 %, 1400 millones, es apto para cultivar. La explotación del 89 % restante es, a menudo, casi imposible.
¿Puede la tierra disponible actualmente sostener de forma adecuada a la población mundial en los años venideros?
La población mundial dista mucho de estar distribuida de forma uniforme. Algunos países disponen de mucha tierra cultivable que pueden dedicar a la producción de alimentos, mientras que otros tienen una proporción relativamente menor. China tiene solo alrededor del 12 % de tierra cultivable; India, con población similar, más del 50 %.
La relación entre tierra cultivable y densidad de población no es el único factor determinante de la capacidad que tiene una nación para alimentar a su pueblo. El uso de la tierra y la calidad subyacente del suelo cultivable juegan un papel importante. La tierra cultivable compite directamente con su uso para establecer viviendas y ciudades.
El Estado juega un papel central en la parcelación y la concesión del acceso.
China busca tierra desesperadamente por todas partes del mundo.
Pero hay más: un informe de 2009 de la OCDE estima que tan solo al 32,5 % de la tierra cultivable mundial se le está dando un uso productivo, estando gran parte del resto en barbecho.
En un mundo de tierra cultivable finita, cualquier cosa que disminuya la producción de alimentos empuja al alza su precio.
En los cinco mil millones de años que faltan para que termine la película, la Tierra tendrá menos jugo que Atacama.
Sobrará gente. Faltarán tierra, agua, comida, tolerancia. Vitaminas de laboratorio: pastillas como para perros, gatos y astronautas. Inteligencia artificial. Mejora del hombre para que se adapte al futuro: mayor cerebro, menos caja toráxica.
¿«¿Después de mí, el diluvio»? Depende. Si la condición humana no cambia con la educación, como ocurre con serpientes, peces y aves, habrá más de lo mismo. ¿O todavía no terminó la evolución de las especies? La historia muestra cómo somos y hasta dónde podemos llegar.
La humanidad deberá amañarse para conseguir un jeito que evite el furor cotidiano o todo se irá a la puta. Sin remedio, alivioles ni cuidados paliativos. La violencia en todas sus formas es un próspero chancro letal en el culo del mundo mundial.
Los Nunca Más son voces al viento. La repetición del horror a través de los siglos muestra la realidad. Tarro de lata con flores artificiales.
Hasta hoy no se había concentrado en tan pocas manos un poder tan grande para actuar sobre la población y sobre el planeta mismo.
Los años habilitaron todos los desvaríos. ¡Qué no podrá pasar en cinco mil millones!
Si en el horizonte cercano Naciones Unidas no consolida una gobernanza mundial de paz, igualdad, ayuda mutua, no armamentismo, no veto, de cumplimiento coercitivo —como proponía Roosevelt a fines de 1944—, la Tierra acabará siendo nada.
Se multiplicarán pestes, devastaciones y calamidades. La explotación del hombre será extrema. Solo los cambios genéticos modificarán los sesgos de lo que se está dando. El único ser cognitivo de sí, del cosmos, de la eternidad y el infinito, se extinguirá como un virus que no consiguió hospedaje parasitario.
La reina
Así se proclama ella misma. Soberbia. Desfachatada. Inmensa.
Se trata de Ana María Casanova, más conocida como Moria Casán, su nombre artístico.
Alta, corpulenta, formas fuertes. Sexy a como dé lugar. Fue, y de a ratos es, bailarina, vedete, presentadora de televisión, actriz, productora, dueña de una escuela de arte, de mil cosas, de gente, de negocios, de lo que se le ofrezca. Una todoterreno sin igual.
Irradia energía. Como el Sol, su combustible es una explosión atómica continua, y así, graciosamente, por simple virtud de presencia, calienta al mundo, vive y hace vivir.
Nació en Buenos Aires el 16 de agosto de 1946. A su edad —la que vaya teniendo— es y seguirá siendo una ilustración de tapa satinada, un clamor de sensualidad sin tapujos, una incitación a lo que sea, un ejemplar único de hembra porteña arrogante, sobradora, marginal, mediática, poderosa, desafiante y más transgresora que la papisa Juana. Una arrabalera con diccionario y sin vergüenza. Se contonea en las tablas por guita y contenta de mostrarse. No como una gata melosa, sino como una tigresa al acecho.
Sería grave irrespeto decirle «señora» y, más todavía, «doña» o «abuelita corazón». Cualquiera que la haya visto medio segundo sabe por qué hablo de este modo. La Reina siempre te estallará en la cara.
Aunque a las diosas generalmente no se les conoce gestores, Moria es hija de Rosa Faga, ama de casa, y de Juan Casanova, oficial del ejército argentino. Tuvo marido y tiene una hija, Sofía Gala, también actriz. No le faltaron hombres. ¡Cómo le iban a faltar!
Miliquera o no, tuvo suerte, excelencias visibles, constancia y unas ganas de triunfar que no le daban respiro. La pinta no es lo de menos y tampoco es lo de más. Si te sentás a esperar que te vengan a buscar, fuiste antes de empezar. Con los primeros tacos altos, se largó a la rua con ímpetu ganador. Pedaleó sin pausa. Habría dejado lejos a Coppi y a Armstrong.
Laburó y laburó. Aprendió mucho y enseñó todo lo que pudo.
Corrientes, Mar del Plata, Carlos Paz, Punta del Este. Centros, suburbios, ciudades pequeñas, metrópolis, balnearios, casinos, montañas. Cuando quiso acordar, alcanzó la cima —en la que sigue al firme—. Una sala de Broadway lleva su nombre desde 2020.
Es famosa también por sus frases rotundas. Hablan por ella. Son ella. Improvisaciones largamente meditadas. Tiene mañas hasta para decir «buen día».
Evitándonos cháchara, transcribo algunas, dejando fuera las «salame picado grueso».
A veces se le va la mano. Es parte del negocio. Se sabe impune. La farándula le festeja ruidosamente lo que sea y la prensa «seria», obsecuente con mandamases y «estrellas», pilar de la cultura, hace que suenen fuerte, indiscriminadamente, filosas salidas y meras groserías. Algo arraigado en el ambiente televisivo. Destrato, guarangadas, procacidades, chismes difamatorios suelen aflorar en el exitoso circuito «espectacular» de Tinelli y sus emuladores.
Veamos, pues.
«De tan larva que sos te quedaste en gusano y no pudiste ser mariposa».
«Recomiendo el tratamiento chongo shock».
«Por más que me caiga en una cloaca, me levanto y huelo a rosas».
«Se cuelgan de mis tetas, pobrecitos, son mentalmente inacabados».
«No solo tengo taco gastado en el escenario, también en calle, vereda y cordón».
«El decorado se calla».
«Tiene glamur para maquillar la decadencia».
«Le gustan más las cámaras que comer con los dedos».
«Sos un helado de pollo: no existís».
«Comen mortadela y eructan caviar».
«Hago karate con la lengua».
«Soy una ajedrecista de la dialéctica».
En 2005 fue candidata a representante nacional por el Partido Federal de centro, bajo auspicio de Carlos Menem. No salió. Menos mal. ¿Te imaginás a Moria ordenando en cámara: «¡Claque, a callar!»?
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