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“Al público uruguayo le sigue costando ver cine nacional” Por Carlos Acevedo

“Al público uruguayo le sigue costando ver cine nacional” Por Carlos Acevedo
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Más allá del cine uruguayo habitual, que si bien transita variados géneros se ubica a grandes rasgos en el costumbrismo localista, existen cineastas en nuestro país cuyas inquietudes discurren por otros caminos. El director, actor y guionista uruguayo Gabriel Díaz es un claro ejemplo de ello. En ese contexto, mantuvimos con él una interesante entrevista motivada por el reestreno de dos de sus filmes: “La última fase”, que se exhibirá el sábado 14 de setiembre a las 19 horas en el marco de Montevideo Comics, y “Brujas”, que se proyectará todos los sábados de setiembre a las 20 horas, en Cine Universitario.
Gabriel Díaz incursionó por primera vez en el cine en el año 2006. Fruto de su pasión por los comics, se atrevió a hacer algo que era impensable en nuestro país: guionar, dirigir y protagonizar una película de superhéroes. Así surgió “El noctámbulo”, filme de escasa recepción en su momento, pero que se transformaría en una película de culto con el correr del tiempo.
Realizador que rehúye a las clásicas temáticas de nuestra producción audiovisual, gusta de las películas de género y tiene por referentes a algunos de los grandes íconos de Hollywood. En su segunda película, “La última fase”, se acercó a la ciencia ficción, escasamente transitada en nuestro país.
Para ello, optó por un enfoque alejado de los habituales clichés, elaborando un producto diferente, más orientado hacia el suspenso y el desarrollo de los personajes, y apoyado en investigaciones. Para su tercer proyecto, una antología integrada además por directores de otras latitudes, eligió el terror, dirigiendo un cortometraje en el estilo de uno de sus grandes modelos: el realizador indio M. Night Shyamalan. Dialogamos con Gabriel Díaz, entre otros tópicos, sobre su trayectoria, las dificultades de hacer cine en Uruguay y la compleja competencia con las grandes superproducciones de Hollywood.

¿De dónde viene tu pasión por el cine? ¿Cuál fue el momento en que decidiste o pensaste que tu camino iba por ahí?
Mi afición surgió a los diez u once años. Comencé haciendo historietas, pero las hacía como si fueran películas, con presentación, créditos, etc Era como un storyboard, pero en historieta, con los conceptos del cine.
¿Qué fue lo que motivó la idea de “El noctámbulo”? ¿Cuál fue la inspiración para desarrollar la idea?
Siempre vi mucho cine de superhéroes, como el Superman de Richard Donner o el Batman de Tim Burton. Yo había hecho historietas de superhéroes, y algunas después las empecé a llevar a la escritura.
Obviamente, no conocía aun el formato real de un guión de cine. Luego me formé, me fui perfeccionando. Las influencias, lógicamente, fueron Batman y Punisher.
El guion original de “El noctámbulo” era más parecido a Batman. Pero cuando estaba en preproducción, me enteré que al año siguiente iba a estrenarse “Batman inicia”, con el cual, tarde o temprano, se iban a chocar. Entonces, tuve que hacer un cambio ahí, y por eso tomó elementos más de Punisher.
Quería hacer algo en ese estilo y sabía que nunca se había hecho acá. Por eso, pensé literalmente: ¿por qué no hacerlo?

En materia de referentes cinematográficos, además de Burton y Donner, ¿algún otro que destaques entre tus influencias?

Como referentes, los que más me gustan son M. Night Shyamalan, Tim Burton y Christopher Nolan. Ahora que estoy más enfocado en el suspenso y el terror, el cine de Shyamalan es lo que más me gusta, sobre todo sus primeras películas. La capacidad que tiene de impresionar y de generar contenido original es una de los rasgos que más me atraen. Visualmente Tim Burton es espectacular, y en el caso de Nolan, hay una mezcla de cine fantástico con algo más racional.

¿Qué aprendiste cuando hiciste “Brujas” o “La última fase”, que quizá no sabias o no tenias claro cuando rodaste tu primera película, “El noctámbulo”?

Como aprendizaje no hubo nada específico. Si, por ejemplo, aprendí a no estar en todos los roles y enfocarme más en el aspecto de la dirección. Después, aprendí a utilizar mejor algunos elementos de tecnología que están disponibles ahora. Hay cosas que hice en “El noctámbulo” y no quise repetir en las siguientes películas. Pensé en darles más énfasis a los personajes y centrar la historia más en ellos. Ahí también se nota un crecimiento.

¿Qué fue lo que te motivó a hacer La última fase? ¿Fue algo que leíste, que viste, algo que te compartieron? ¿Por qué te interesó el tema? ¿Cómo llegaste a desarrollar un interés por llevarlo a la pantalla?

Yo estaba en otro proyecto y lo tenía encaminado. Era un filme que no lo iba a dirigir yo, pero no estaba avanzando como quería. Siempre es conveniente manejar más de un proyecto, porque uno nunca sabe cuál va a salir primero.
Me junté con unos conocidos y me mostraron unos videos de ovnis y de extraterrestres en la Luna y demás teorías. Yo nunca fui un fanático absoluto de la ciencia ficción, si bien había visto series como “Los archivos X” y varias películas del género, pero sentí que tenía que escribir sobre eso. Me llamó la atención, pero quería enfocarlo desde un aspecto más de thriller, de investigación.
El primer guión se orientaba más a extraterrestres en la Luna, pero luego lo fui llevando hacia otras teorías que quizá no habían sido tan vistas en el cine.
Cuando finalmente tomé la decisión de hacerla, había dos consignas que eran esenciales: primero que fuera más thriller, más de suspenso, había que ver cómo se harían los efectos especiales. Y segundo, que lo que se fuera a contar tuviera cierto peso, cierta investigación detrás, algo parecido, separando las distancias, a lo que es “El Código Da Vinci”. Una película de suspenso pero que tuviera cierta base real, que se notara una investigación detrás. “La última fase” es un relato de ficción sobre el fenómeno OVNI, pero, si la analizás, es más una historia de un padre y una hija, de sus desencuentros, y de cómo ese ambiente tan extraordinario se mezcla con su relación.

Ahora te estás enfocando más en la dirección y en los guiones, pero también actuás. ¿Cómo es hacer todo eso al mismo tiempo? ¿También participás en la producción?

En la producción doy una mano, pero estoy tratando de no meterme tanto. Y en cuanto a la actuación, después de la experiencia de “El noctámbulo”, en la siguiente película, “La última fase”, me di un gusto, fue como un cameo. Me gustó el proceso de maquillaje. Fue como una diversión. En “Brujas” no participo y solamente muevo un muñeco que aparece ahí. No se puede abarcar todo. Siempre quedan cosas por resolver.
En producción, lo que puedo ayudar es en pasar contactos, pero me dedico a dirigir, y puede surgir algún cameo, si veo que me divierte, y si estoy en un ambiente distendido y los tiempos de rodaje lo permiten.

¿Cómo fue la experiencia de participar en un filme colectivo? ¿Hubo una coordinación entre los directores o cada uno filmaba su material independientemente de lo que estaba haciendo el otro?

La idea original surge de Argentina, de la productora Ruth Gómez. Ella es la que me invitó a participar del proyecto, e invitó a los realizadores de los otros países, También contacté al realizador Marcelo Fabani, con quien compartimos la dirección. La premisa era la historia de las brujas. Sabíamos que tendríamos una historia original que iba a unificar todo, y nosotros debíamos contar las leyendas que se relatan en esa reunión. Cada uno se hizo cargo del guión, el rodaje, y la postproducción, y después lo entregamos en Argentina, donde se hizo el montaje final. Cada uno lo hizo con distintos enfoques que fueron respetados, y lo entregó ya terminado. Pero teníamos una idea central de lo que estaban haciendo los demás para no pisarnos.

¿Qué pensás del cine uruguayo?

Yo creo que hay que desmitificar eso que se suele decir, que el cine uruguayo es siempre lo mismo, que el cine uruguayo es aburrido. Yo creo que hay de todo. Incluso, ya no existe un cine cien por ciento uruguayo.

Pero hay un estilo de filmar o de contar historias, que es lo que en general se entiende por cine uruguayo.

Y bueno, el estilo que podemos mencionar como costumbrista sigue existiendo y creo que tiene que existir como tienen que existir todos los estilos. Lo que sucede es que quizá a quien quiere hacer cine fantástico, de terror, de género, se le hace complicado. Somos pocos y es difícil tener la difusión que tiene otro tipo de producción. Debería haber más cabida para otros estilos.
Con la llegada de las plataformas hay que variar el enfoque, porque el estilo y los ritmos son distintos. Al público uruguayo le sigue costando ver cine nacional. Habría que demostrar que el cine uruguayo puede hacer cosas diferentes, para poder competir con las grandes producciones norteamericanas.

Vamos con la última. ¿Cómo es el proceso de conseguir financiación, y más que nada para el cine de género?

Tenés dos formas, una más privada y otra más pública. En mi caso siempre ha sido capital privado. En “La última fase” fue un productor de Estados Unidos, y en “Brujas”, al ser un cortometraje, los costos fueron muy chicos y la producción general fue argentina. Yo busco la financiación dependiendo del proyecto. Si es algo más internacional, contacto gente a la que le pueda interesar, aunque no sean uruguayos. Busco productores que ya se han manejado en el género, porque saben con quién contactarse, como conseguir financiación, y si hay posibilidad, por ejemplo, de llegar a plataformas.

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