En los anales de la historia, el antisemitismo ha sido una fuerza oscura y constante, un fenómeno que ha perdurado a través de los siglos con una ferocidad inigualable. Sin embargo, en la época actual, hemos presenciado una evolución en esta forma de odio ancestral, una transformación que ha dado lugar a una mezcla entre el antiguo y el nuevo antisemitismo. La declaración de Mikaela Melo, “Nunca antisemitas, siempre antisionistas”, refleja esta compleja intersección entre el antisemitismo tradicional y el antisionismo contemporáneo: un antisemitismo pop.
Es crucial establecer desde el principio que criticar al Gobierno de Israel no convierte automáticamente a alguien en antisemita. Sin embargo, negar el derecho de los judíos a tener un estado en la tierra donde nacieron como pueblo y fueron históricamente soberanos, sí lo es. Esta negación se disfraza bajo el nombre de antisionismo, un término con larga tradición en la izquierda radical desde los tiempos de la Unión Soviética, que fue un centro de propaganda antisionista, y que también ha tenido mucho arraigo en el mundo árabe y musulmán.
Es esencial definir el término antisemita de manera clara. La Real Academia Española lo define como “que muestra hostilidad o prejuicios hacia los judíos, su cultura o su influencia”. Hoy en día, son las nuevas generaciones universitarias de países occidentales las que asumen consignas antisionistas diseñadas durante el apogeo del comunismo soviético y las dictaduras árabes de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo XX.
Cuando estas nuevas generaciones gritan consignas como “Palestina libre” están expresando su deseo de una “Palestina libre de judíos”. Esto implica que ninguna parte de Palestina debe estar bajo soberanía judía. Muchos de ellos, desde su ignorancia o en complicidad con el maximalismo islamista de Hamás, creen que no hay posibilidad de dos Estados para dos pueblos, ni la opción de una convivencia judeo-árabe en una Palestina democrática.
Se trata del surgimiento de una generación de jóvenes occidentales antisemitas que creen no serlo. Se comportan como tales, aunque de manera distinta a los jóvenes alemanes bajo el nazismo, quienes asumían el antisemitismo con orgullo como parte de su identidad político-racial de superioridad aria.
En la actualidad, el antisionismo se ha convertido en una forma encubierta de antisemitismo. Los medios de comunicación, han sido utilizados para difundir mentiras y propaganda contra Israel y el pueblo judío. Los Protocolos de los Sabios de Sion, un documento antisemita ampliamente difundido, sigue siendo utilizado para incitar al odio hacia los judíos. Se disfraza bajo una crítica legítima a Israel, pero en realidad busca negar el derecho de Israel a existir y deslegitimar al estado judío. Esta tendencia ha sido alimentada muchas veces por académicos, medios de comunicación y grupos extremistas islámicos.
Este antisemitismo pop también se manifiesta en la falta de sensibilidad ante las atrocidades cometidas por grupos terroristas como Hamás, razón por la que es fundamental comprender que el antisemitismo no es solo un problema de los judíos, sino de toda la humanidad. Es un síntoma de una sociedad enferma que necesita sanar sus heridas más profundas, para poder avanzar hacia un futuro donde el odio y la intolerancia sean cosas del pasado.
Al enfrentar el antisemitismo, estamos defendiendo los principios fundamentales de nuestra cultura occidental: que todas las personas merecen igual respeto y dignidad, independientemente de su origen étnico, religión u otras características. Al mismo tiempo, estamos protegiendo los valores centrales de nuestras sociedades democráticas, que incluyen el respeto y defensa de los derechos humanos, la tolerancia y la diversidad. Al combatir el antisemitismo, estamos enviando un mensaje claro de que ninguna forma de discriminación será tolerada en nuestras sociedades.
Además, al defender los valores democráticos occidentales, estamos salvaguardando la libertad frente a tendencias autoritarias y teocráticas. Por ello, al oponernos a esta forma de odio, estamos defendiendo la libertad y la dignidad de todos los individuos, los valores de la justicia, la igualdad y el respeto.
En definitiva, al abordar el antisionismo y sus raíces en el antisemitismo, estamos trabajando hacia un mundo donde todos puedan vivir libres de miedo, discriminación y prejuicio. Es un llamado a la acción para construir sociedades inclusivas y respetuosas, donde la diversidad sea celebrada y los derechos de todos sean protegidos.
En palabras del profesor Gerardo Caetano: “Volveremos a estar siempre aquí, porque la lucha contra el antisemitismo y por el Nunca Más constituye una causa moral, porque el antisemitismo es emblemático de todas las formas de discriminación, las cometa quien las cometa. No somos neutrales. No permitiremos más antisemitismo.”
POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES
Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.
Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.
Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.
Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo.
Conozca aquí las opciones de apoyo.