Las imágenes del supuesto atentado a Nicolás Maduro muestran a un pequeño drone que explota en el aire, no se sabe si cerca o lejos de la tribuna presidencial. No se trató de un aparato militar, sino algo muy parecido a los que usan muchos fotógrafos profesionales. La cámara que lo seguía mostró el momento en que estalló en el aire, con humo oscuro sin que se apreciara ningún tipo de proyectil dirigido. Las imágenes que se apreciaron, filtradas por el gobierno, muestran a una enorme formación militar que se desbandó al estallar el aparato en el aire, pero en la tribuna la situación fue otra. La plana mayor del Ejército se mantuvo firme, sin acusar el intento de atentar contra esa tribuna, hasta se podría pensar en una explosión esperada.
El matrimonio tuvo tiempo de expresar su sorpresa, La Primera Combatiente flaqueó un poco y se apoyó por un segundo en un custodia, a su derecha. Maduro murmuró algo y señaló hacia las alturas. Otra cámara mostró la formación militar que huía en desorden. La guardia inmediatamente rodeó a Maduro y lo cubrió con supuestos escudos de tela antibala, al menos es lo que parece. Se habló de un segundo drone, los dos cargados con explosivo C4, pero el drone que explotó en el aire no llevaba ese tipo de explosivo, más bien fue algo líquido. Maduro acusó inmediatamente al gobierno colombiano de Juan Manuel Santos, que, sólo tenía un par de días más como Presidente. ¿Por qué, entonces, Maduro reaccionó tan rápido colocando al casi expresidente Santos en la picota? ¿Fue un gesto, por cierto bastante estúpido hacia el entrante presidente de Colombia?
Chávez fue un campeón en el uso de falsos atentados para generar incertidumbre y adhesión a su persona. Lo mismo que Fidel Castro en su tiempo. Muy posiblemente, una parte de la oposición a los Castro, y ahora a Chávez y Maduro sueñen con asesinar a sus enemigos políticos. Pero en los círculos de inteligencia y contrainteligencia son casi todos conocidos, y golpear por sorpresa es mucho más difícil de lo que la gente común cree. Esos círculos, con agentes dobles, que trabajan para uno y para otro, están siempre activos, chequeando sus fuentes. Es un trabajo de alto voltaje. Cuando un grupo realmente importante, con el supuesto apoyo del presidente de un país, con la participación del exilio venezolano en Miami, se decide hacer un atentado a Maduro, es para no fallar, y para borrar todas las huellas, como sucedió en el atentado a Gaitán, o a Kennedy. Esto que denuncia Maduro es insostenible, está todo editado. Ese pequeño drone, que mostró Maduro, no podría atravesar la barrera de inhibidores de ondas que protege los desplazamientos y los actos de los presidentes. Fue un montaje para desviar la atención internacional. Venezuela se hunde, como el Titanic.
No importa la verdad, los grandes titulares fueron escritos en otras circunstancias, y quienes podrían echar luz sobre la verdad no acaban de encontrar la fórmula para hacerlo. Las democracias liberales de América Latina tienen tantas manchas como un tigre, y sus políticos suelen ser vulnerables a las andanadas de rumores y desacreditación a que son sometidos. Esa coraza está basada en una cuestión moral: la explotación del hombre por el hombre, es uno de los hallazgos propagandísticos más sólidos, porque tiene raíces en la forma en que el capital es acumulado. A medida que la humanidad se humaniza, y valga la redundancia, cobran mayor fuerza la moral y la ética en la política. Fidel Castro fue un maestro en presentarse como una víctima permanente, mientras sus agentes de la Seguridad del Estado hacían su trabajo en toda América Latina, poniendo dinero en muchos bolsillos, ya sea de los sectores políticos como de periodistas que cayeron en la trampa, y vendieron su valiosa voz.
Venezuela ha resultado una gran estafa política, mucho menos glamorosa que la revolución cubana, pero aún así el discurso mantiene su vigor gracias a esa encrucijada moral que se le presenta a cualquiera persona de buena fe. Frente a un conflicto en el que esté Estados Unidos y un país que se declare asediado y atacado por él, la identificación suele ser automática para mucha gente. A Cuba, el bloqueo, o embargo, le ha dado y continúa dándole enormes dividendos. La misma fórmula no ha sido tan eficaz en el caso de Venezuela. Estados Unidos no ha tenido su Playa Girón en Venezuela, y la imagen de Chávez no puede competir con la de Fidel Castro. El régimen de los Castro pueden echarle la culpa al bloqueo, y con razón, pero el tándem Chávez-Maduro han fundido solitos la industria petrolera. No han podido echarle la culpa a los atentados, como en Cuba, cuando las organizaciones contrarrevolucionarias incendiaron ingenios y campos de caña de azúcar en el período fermental de la revolución. En Venezuela ha sido el robo generalizado, la ineficacia en la conducción de la industria, el aumento incesante de la delincuencia y su manipulación por parte de la política gubernamental. Los desprendimientos en el entorno político al Partido Socialista Unido de Venezuela y sus denuncias a nivel internacional siguen minando lo poco que le queda a Maduro. Necesita una doble actuación: ser una víctima y ser una esperanza para el socialismo. No consigue hacer bien ninguna de las dos tareas. Cuando su tesorería funcionaba eso era posible, ya no, ni siquiera ayudándose con un par de drones cargados de bombitas brasileras.
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