La última cifra de civiles muertos en Ucrania sobrepasa las 8000 víctimas, a lo que se debe sumar casi 462 niños muertos y 931 heridos. Rusia intenta hacer creer al mundo que la agresión llegó desde Ucrania, los muertos, tanto civiles como militares, son ucranianos, no rusos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida el pasado 23 de febrero votó una resolución presentada por la Unión Europea, con el siguiente resultado: 141 de los miembros de la ONU votó en contra de la invasión rusa, 32 abstenciones y 7 votos en contra. Esa mayoría también exige una retirada inmediata de las tropas rusas del territorio ucraniano.
El Parlamento Europeo promueve la creación de un tribunal especial para investigar los crímenes de guerra cometidos por Rusia en su invasión a Ucrania. Crímenes que han podido documentarse, y que abarcan crímenes sexuales, incluyendo a niños, tanto como utilización de cámaras de torturas, prisioneros maniatados con disparos en la cabeza, o con el cuello cortado.
En la última reunión del G20 no hubo acuerdo para la redacción del documento final, pero sí creció entre los miembros la necesidad de crear una comisión negociadora con ambas partes con el fin de llegar a un acuerdo pacífico.
América Latina, en los hechos, se ha transformado en un subcontinente neutral. Muchas invocaciones a la paz, pero sin que las declaraciones de sus principales referentes reflejen el enorme trauma social que se ha producido. No se puede hablar de la “guerra de Ucrania”, sin cuestionar la falta de motivos para que Rusia invadiera un país independiente, destruyera sus ciudades, masacrase a la población civil, bombardera sus instalaciones, dejándolo a oscuras y sin agua en medio del invierno. Es vergonzoso que América Latina se haga la desentendida.
Para la mayoría del mundo, la invasión es injustificada. Si Putin da la orden de que sus soldados regresen a Rusia la guerra se termina mañana mismo. Pero esa sería una tremenda derrota para Putin, necesita intermediarios que ayuden a que no caiga de rodillas.
Lula ha oído su nombre propuesto para integrar la comisión negociadora y alzó un dedo, diciendo “aquí estoy yo”. La vuelta a la presidencia no es la de las dos primeras veces. Ganó unas elecciones por muy poco margen, debe quitarse de encima los abollones que le dejó las primeras dos presidencias, y, sobre todo, la cárcel. Hasta el momento, Lula había mostrado la hilacha sosteniendo que Ucrania era igual de responsable que Rusia. Esa es la posición de China, que sólo favorece a Rusia.
Brasil, Rusia y China son socios en el grupo de los BRICS, primera dificultad para imaginar a un Lula imparcial. Esta alianza condiciona los movimientos y opiniones que deba hacer valer en su rol de pacificador.
Lula ha sido testigo de que las votaciones en la Asamblea General de la ONU y en la del propio G 20 cuando condenaron a Rusia: La mayoría de los países quiere que esta absurda guerra se termine de una vez, y coincide en que la responsabilidad recae, exclusivamente, en el país agresor. Segunda dificultad para Lula, si toma su trabajo en la comisión de alto el fuego y paz, como parte de su futuro posicionamiento político en Brasil
Al año de la invasión, Lula negó a Alemania ceder material de artillería que tenía depositado en Brasil. Está impulsando el plan de paz de China, consciente que es un plan que favorece a Rusia, por si resultaran pocos antecedentes de parcialidad. Quizás lo más preocupante sea haber autorizado a dos barcos de guerra de Irán a atracar en el puerto de Río de Janeiro, contradiciendo el pedido expreso de Estados Unidos para que no lo hiciera.
Pero Lula, también, ha comprendido perfectamente que Zelensky concita las miradas de Europa y de los principales países del mundo. Lula no tendrá margen para talenteadas. Este joven abogado y dramaturgo está conduciendo su país en medio de una guerra desfavorable, compleja. La actual batalla en Bajmut no es lo que le habían aconsejado hacer los dirigentes militares de la coalición, defender Bajmut fue una decisión personal. No tiene que ver con la economía de guerra, porque la defensa de Bajmut es política, es el Rubicón, tanto para Ucrania como para Rusia. La semana pasada se produjo la mayor batalla de tanques en las proximidades de esa ciudad. Los ucranianos pelearon con sus propios tanques, no con los que sus aliados le prometieron. Allí quedaron, destrozados en el barro los tanques rusos de última generación.
Lula tiene un enorme desafío por delante, América Latina también lo tiene. Estar del lado correcto no es estar del lado del invasor. No es, en estas circunstancias, hablar de que el invasor y el invadido tienen la misma responsabilidad frente a la guerra. Así lo entendió la mayoría de los países de todo el mundo. El talenteo, y sobre todo si ese talenteo se le aplica al invadido, no conseguirá más que una escalada tremenda de la guerra que se reinicie con cualquier otra excusa, y si se reinicia será terrible para el mundo, porque las armas que se están probando hoy son tenebrosas.
Si Lula emplea su sensibilidad y experiencia política y demuestra imparcialidad, Ucrania será un nuevo, y prestigioso miembro de la Unión Europea. La mayoría de los países latinoamericanos, absolutamente faltos de liderazgo y de ideas que los saquen de la modorra en que los dejó la Guerra Fría, tal vez, encuentren lo que Europa encontró como consecuencia de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pero para eso Lula y nuestros países tendrán que ayudar a que el día después sea bueno para el mundo tanto como para nosotros. Hablar de multilateralismo está bien, pero si lo que buscan China y Rusia es constituir un bloque para enfrentar juntos a Estados Unidos, se constituirá un nuevo bilateralismo, América Latina, seguirá ausente de las grandes cosas.
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