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Barrabás

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Una metáfora sobre la culpa escrita y dirigida por Stefanie Neukirch

La semana pasada se estrenó Barrabás, cuarto espectáculo escrito por Stefanie Neukirch y primero que se estrena bajo su dirección. La obra surge de algunas ideas que empiezan a germinar en el año 2018, cuando se estrenó No ver no oír no hablar, el espectáculo con el que comenzó la pentalogía distópica que Neukirch continuó en Valor Facial (2021) y Toda mi vida me gustaron las matemáticas (2022). Pero Barrabás no forma parte de la pentalogía. Consultada sobre como se relaciona este nuevo espectáculo con el resto de su obra la actriz afirma: “Te respondo con una imagen que tengo sobre esto que planteás: una idea que espera en un banco de plaza, entre las hojas otoñales, cerca de las tumbas o en un lugar con mucho verde. Una idea de piernas cruzadas que no tiene apuro, espera a que llegue su momento. Cuando estrené No ver no oír no hablar en 2018 las ideas de la pentalogía ya estaban sentadas en algún banco, sólo tuve que salir a encontrarlo. Y en simultáneo, las ideas esenciales de Barrabás también aparecieron sentadas en un banco. Entonces, mi tarea tuvo más que ver con desentrañar qué idea correspondía a qué banco, es decir, qué idea a qué obra porque sí reconocí ya entonces que no eran parte de una misma familia”.

La «culpa» o la «responsabilidad» sobre el «accidente» se convierten en el eje de Barrabás, más allá del hecho en sí que desencadena la crisis. A partir de eso vamos descubriendo que cada integrante de la pareja tiene recelos con el otro. Esas diferencias entre una persona más instintiva y otra más racional pautan diálogos en los que los dos parecen pretender «saber» lo que piensa el otro y esto anula la posibilidad de comunicación real.

Está toda la esencia metafórica de la obra en lo que estás planteando. El título es Barrabás. El subtítulo Historia de un Perro. Y si abrís el libreto, en la primer página, en cursiva, dice: “Alegoría de una mente dual”. Esta es la clave de la puesta y de mi entendimiento sobre ella.
Si nos abstraemos de la anécdota (un perro ataca a un niño), tenemos en los cuerpos de Tomás y de Muriel dos aspectos de un mismo ser. Dos aspectos irreconciliables, de ahí la tragedia. Femenino vs masculino, intuición vs razón, caos vs orden, y una larga lista de opuestos que la puesta admite. Y podríamos simplificar y decir: hemisferio derecho y hemisferio izquierdo de un mismo cerebro. La puesta, sin embargo, evidencia, plásticamente, que el camino del medio también existe. En el taoísmo, se encuentra sentido al símbolo yang-ying de las dos serpientes en el camino del medio, la línea que separa estos eternos opuestos. Recorrerla es mantenerse en la senda de la vida, el camino Divino. Si se ignora o traspasa esa línea, el desequilibrio desemboca en el fin de la senda de la Vida: las serpientes se autodestruyen entre sí. En Barrabás, dicho camino del medio está dado por una grieta profunda que yo interpreto como la acumulación de lo no dicho en la pareja. Como suele suceder en la vida, cuando no nos hacemos cargo de asumir el viaje al que la vida nos incita, la vida decide por nosotros. A veces somos afortunados y avisa. En Barrabás, todo avisa: la grieta, las humedades, el fallo de la electricidad dado por el titilar de las luces, el polvillo que se desprende del techo que no vemos. Algo está por ocurrir. Pero hay que querer verlo, asumirlo. Y eso tiene un costo alto que el personaje masculino y todo lo que él representa no está dispuesto a asumir. Entonces la vida decide por él y por ella también porque, como decía antes, son dos y son uno y lo que no resuelve uno se convierte en lo que no puede resolver el otro.

Hay momentos de «humor», por ejemplo en reacciones de Muriel ante la acumulación de citas en latín de Tomás, que por un lado alivian tensiones pero también añaden verosimilitud a los diálogos.

Tiene ambos cometidos como bien reconociste. Por un lado, a nivel formal, conviene que emerja el humor (negro) dado por la ironía por parte del personaje femenino que no tiene herramientas retóricas para convencer a su opuesto de su visión del mundo. Conviene porque funciona por contraste y da, estoy de acuerdo, verosimilitud al diálogo espeso que se desarrolla entre ellos.
Por otra parte menos analítica aunque sí consciente, el humor es un resultado natural de la acumulación de tensión. Por contrapunto funciona. Por ley de equilibrio. En el horror más grande aparece el duende que nos hace reír, aunque a veces nos avergüence expresarlo. Es un mecanismo natural para descomprimir por unos segundos y volver a cargar al siguiente, redoblando la apuesta.

A la grieta que aparece en el escenario y en el programa, se suma el tiempo que se simboliza en la arena que cae y en la silueta de Barrabás mirando hacia atrás. Parece que hay marcas del pasado que determinan a los personajes y que impiden que puedan comunicarse.

Exacto. El subtítulo de la obra, “Historia de un Perro” habilita dos preceptos de la palabra historia. Por un lado el cuento, la narrativa, lo anecdótico. Y por el otro, historia como sinónimo de origen, de fuente: ¿de dónde viene el perro? ¿Cuál es su pasado? ¿De dónde viene el mal? ¿Cuándo se empiezan a romper las cosas? Y podría seguir descendiendo por esa escalinata que termina en la identidad.
El problema no es el pasado. El problema es negarlo. El personaje femenino entiende que para construir algo nuevo o intentar salvar lo viejo, primero es necesario asumir lo que “es”. Y el personaje masculino emplea toda su energía, su retórica, porque es un hombre brillante, en fundamentar que el pasado no es importante y que asumirlo no cambiaría el lugar en el que se encuentran hoy. El derrumbe es inevitable porque la base, el suelo, la edificación sobre la que se construyó la pareja, está agrietado.
El reloj de arena (tiempo) coopera con la grieta (espacio) para decir: hasta acá. Yo lo asocio, por ejemplo, a las enfermedades graves como el cáncer. Hay una oportunidad o varias que la vida nos da para elaborar emociones guardadas, asumirlas para transformar nuestras vidas. Cuando ese proceso no tiene lugar, aparece el síntoma, muchas veces como enfermedad. Hay un tiempo para resolver. Y cuando el tiempo se termina, hay un demasiado tarde. Siempre me pareció bello este aspecto de la tragedia por su implacabilidad, su justicia.

Barrabás. Historia de un perro. Texto y dirección: Stefanie Neukirch. Elenco: Estefanía Acosta y Lucio Hernández. Fotografía: Lucía Silva.

Funciones: jueves 8 a sábado 10 a las 20:30, domingo 11 a las 19:30. Sala Zavala Muniz del

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.