“Los dos actores políticos más numerosos y de mayor peso del país han entrado en una etapa de dispersión, sin liderazgos, de incapacidad práctica en llegar a acuerdos, de dificultad en privilegiar lo colectivo, lo que los define y lo que les da fuerza”. “…Cuando eso sucede en los dos más numerosos actores del sistema político, es el sistema todo el que se convierte en algo peligroso por impredecible”. Juan Martín Posadas
Lo que antecede es un fragmento de una columna de opinión que
escribió el domingo pasado en El País y que nos hizo pensar.
Él se refiere a los líos por la rendición de cuentas en su partido y al
dilema del plebiscito de la seguridad social en la interna frentista.
Yo creo que el tema de fondo que subyace es la cercanía de las
elecciones del 2024 y las apetencias sectoriales que afloran.
El olor a queso del poder despierta ambiciones y protagonismos.
Más de uno, por no decir casi todos, analizan el tablero y mueven
sus fichas, para posicionarse dentro de su estructura partidaria.
Las incorporaciones, pactos y alianzas están a la orden del día.
Dentro de los blancos para que no sea pan con pan herrerista,
(Delgado-Raffo), viene en fija Gandini con su neowilsonismo, con
apoyos inimaginables, para tratar de cubrir todo el espectro político.
En el Frente los zapallos y algún zapallito también, se acomodan en
el carro, para no quedar por fuera de la foto en el futuro gobierno.
Está claro que la polarización Orsi-Cosse es inevitable a pesar del
denodado esfuerzo de Bergara y del meramente testimonial Lima.
Los grupúsculos radicales, por decisión de los votantes, casi en vías
de extinción, se encadenan al mástil del barco del partido comunista
que lleva a la “timonella” como candidata del potencial naufragio.
Hay una pandemia de “electoralitis” en el círculo rojo, que cree que
la ciudadanía está pensando en eso, cuando falta un año y medio.
Las urgencias de la gente están en otro lado, pero nuestros
dirigentes políticos parecen no percatarse de esas preocupaciones.
Ojo al gol, porque así surgen los fenómenos como en la otra orilla.
Alfredo García
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