Cambiar el nombre del Ministerio del Ambiente: una pompita publicitaria por Eduardo Gudynas
El Ministro del Ambiente, Adrián Peña, propone aprovechar el tratamiento de la Rendición de Cuentas en el senado para cambiar el nombre de esa cartera. El nuevo nombre sería Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, según informa la prensa.
Si esa intención es real, y no es fruto de un error periodístico o una frase dicha al pasar, entonces se acentúa la confusión que existe en el Poder Ejecutivo sobre las ideas y prácticas en políticas públicas. Otra vez predominan anuncios publicitarios sobre la gestión; es como si el Ministro del Interior planteara como solución a la gravísima crisis de seguridad que padecemos, aprovechar la rendición de cuentas para cambiar el nombre de su cartera a algo así como Ministerio de la Paz.
Las prioridades son otras y entre ellas no está un cambio de nombre. Por un lado, bajo el actual ministro, la asignación presupuestal de esa cartera cayó a la mitad de lo que debería recibir. Tal vez sea este el primer caso de un ministro que amputa su propio presupuesto. Eso explica que la prioridad real sea fortalecer los recursos humanos y financieros, así como en terminar de ordenar sus competencias.
Por otro lado, asumir la denominación “desarrollo sostenible” implicaría enormes cambios institucionales que cruzarían a casi todas las carteras. Es que una estrategia de desarrollo para que sea “sostenible”, ya que de ello se trata, debe conservar tanto los recursos naturales como la calidad del ambiente y la salud, sea hoy en día como para las generaciones de futuros uruguayos. Sin embargo, las estrategias de desarrollo del presente gobierno operan en sentido contrario. La evidencia nos rodea, desde la contaminación de aguas al raquítico sistema de áreas protegidas, desde la ausencia de sustantivas regulaciones ecológicas sobre el mercado al debilitamiento del ordenamiento territorial. La actual rendición de cuentas no cambia esta situación. Por lo tanto, o bien los actuales jerarcas no entienden los significados de desarrollo sostenible, o bien es una mera medida publicitaria.
Para hacer todo esto más negativo, el argumento del ministro Peña es que ese cambio de nombre no “aumentaría el gasto”. Basarse en ese criterio también revela el escaso entendimiento sobre cómo se diseñan políticas públicas, y si ello fuera determinante, hay muchas otras acciones, más urgentes, que pueden hacerse sin aumentar el gasto (como derogar el nefasto decreto que liberaliza la caza).
De un modo u otro, este es un caso que confirma el estilo gubernamental de lo que pueden llamarse como “políticas pompitas”: rimbombantes anuncios que entretienen a la prensa pero están desconectados de las urgencias y realidades del país.
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