Carnaval en el cielo líquido

Con frecuencia utiliza la rambla como un observatorio sui generis. El ejercicio es sencillo. Consiste en dirigir su mirada a la línea del horizonte, de manera tal que pueda ver tanta agua como cielo, y contemplar el panorama que se ofrece a sus ojos.

Al cabo de años de practicar esta actividad, cree haber encontrado ciertas similitudes entre algunos barcos que ve entrar o salir del puerto y los objetos astronómicos. Por un lado, igual que entre los que navegan por los dominios del cosmos, en este caso los hay enormes y pesados, un tanto más ligeros y ágiles, y de una pequeñez tal que casi no se aprecian a simple vista. Por otro, no pocos de ellos, cual sucede con los cometas cuya órbita se cruza cada tanto con la Tierra, reaparecen con regularidad después de un periodo más o menos prolongado.

Además, en ocasiones, del mismo modo que los astros, varios de ellos parecen entrar en conjunción y formar una suerte de constelación. En su opinión, la apariencia que adquiere entonces el conjunto posee una particular belleza. Ante la cual experimenta un placer estético que le proporciona una felicidad inefable, que no puede menos que asociar con el hecho de que “la palabra Carnaval (Carrus navalis) se refiere a una procesión de navíos” (1).

NOTA:

1.- Según el Diccionario de símbolos, de Juan-Eduardo Cirlot. Editorial Labor S. A., Barcelona, 1992.