El pasado jueves 21 de marzo llegó a las salas uruguayas el film Historias para no contar, comedia de origen español que significa el regreso a salas del notable realizador Cesc Gay. La película, que aúna cinco cuentos de personajes que no se conocen entre sí, es una colección de momentos incómodos, malos entendidos y pequeñas derrotas, que de forma humorística se muestran en pantalla para trazar un lienzo profundamente humano que muestra nuestra forma de ser y lidiar con los sentimientos y las batallas del día a día de manera sensible y empática. La cinta también se destaca por un elenco de notables figuras entre los que se encuentran José Coronado, Maribel Verdú y Antonio de la Torre. En esta oportunidad, pudimos conversar con el director sobre su estilo naturalista y las historias que le interesan.
¿Cómo surgen estas historias?
La verdad es que esta es mi tercera película episódica; la primera película que filmé en la vida, con un director argentino, Daniel Gimelberg – éramos muy jóvenes y vivíamos en Nueva York – se llamó Hotel Room, que eran como cinco historias en una habitación de hotel, y siempre me gustó mucho el formato episódico. Luego hice otra película llamada Una pistola en cada mano, esto hace tampoco tanto, que había muchos actores, y también la volví a disfrutar, y esta es una tercera incursión en este género episódico. La verdad es que siempre escribo, siempre tengo material en ese sentido, acumulado en mis carpetas, entonces de pronto di con el título, que me pareció que era interesante encontrar un poco historias desde la comedia que hablaran de todas esas cosas que no contamos, que ocultamos, por pudor, por vergüenza, porque son patéticas o ridículas, y eso siempre me ha interesado mucho, todo lo que escondemos, como personas, sobre todo desde lo masculino. Ahí se fueron armando, las fui escribiendo, se empiezan a incorporar actores a la idea, y poco a poco se fue dando.
¿Por qué cree que existe ese pudor a la hora de hablar de sentimientos, de las cosas que nos pasan?
No lo sé, me paree que eso es más normal siempre en el mundo masculino, porque supongo que tendemos a protegernos o nos da pudor o vergüenza mostrarnos más débiles o frágiles, en cambio a la mujer le cuesta menos, en ese sentido. Yo siempre he escrito más desde el hombre porque me parece que es más fácil de quebrarlo en cierta manera (risas), pero bueno en esta también hay personajes femeninos en situaciones así. Yo creo que es para protegernos, al final todos tenemos un instinto de no querer perder, un orgullo, una vanidad de cosas que queremos conservar, y todo lo que sea por no quedarnos en evidencia o expresar dudas o fragilidad o miedo pues no nos gusta y eso genera esa dualidad interesante, muchas veces desde la mirada cómica o muy patética.
Usted hablaba de que, si bien no se basa en la realidad, en la urgencia del mundo contemporáneo, sí hay en su cine un naturalismo muy interesante, que las hace muy cercanas, que pueden pasar al lado de uno. ¿Cómo busca ese naturalismo en el set?
Eso tiene que venir del guion, no lo puedes forzar si no tienes un guion, unas escenas y unos diálogos que te permitan como actor o como actriz sostener eso. La comedia — y sobre todo la comedia tiene muchos planos distintos, yo puedo disfrutar muchísimo con Kaurismaki o puedo disfrutar muchísimo con Chaplin o Woody Allen pero no tienen nada que ver uno con el otro y la comicidad se sostiene o puede aparecer por muchas cosas distintas, si lo llevas más al plano de la comedia, pero sobre todo si lo que pretendes como yo es tratar de configurar historias o situaciones o personajes muy cercanos para que el espectador tenga mucha empatía pues tienes que tener cuidado con eso, de que la forma de hablar o lo que sucede en la secuencia lo sientas siempre muy verdadero, muy auténtico. La complejidad de una película como esta es que fueron como cinco rodajes independientes, con actores que no se veían entre ellos, con los que no se había hecho un trabajo en común más allá de los propios de cada episodio, entonces mi trabajo es que todo el mundo tocara en b menor, que todo el mundo tocara en la misma nota de esa naturalidad, y al final es el trabajo de un director entender que tiene que saber transmitir en este caso a los actores como navegar y transitar por esas secuencias sin que se genere luego tonos muy distintos porque eso hiere mucho a las películas y sobre todo en la comedia, pero bueno, eran todos grandes actores, para eso están un poco los ensayos antes, y se habla, se discute y ahí se encuentra ese lugar común.
Usted está sumergido en el mundo de la comedia, pero también ha tenido inclusiones en el drama, como Ficción o Truman, películas que también resultaban muy emotivas. ¿Hay algún género particular que le guste o le gusta esa variación?
Mirando para atrás, porque yo no soy nada de pensar en lo que hago ni en lo que he hecho ni en por qué lo hago ni nada, pero sí que es verdad que igual mis primeras películas son un poco más serias, aunque siempre ha habido humor por ahí, pero son como más serias, y hay un momento en el que cambio un poco: Truman a pesar de ser un drama a nivel emotivo, porque al final hay un tipo que se va a morir, tiene mucho humor, y yo quería que se sostuviese ese drama o esa emotividad también desde el humor y por eso Javi Cámara y Ricardo Darín como actores son maravillosos, esa capacidad de transitar entre la emoción y el humor… Pero sí que es verdad que mis últimos trabajos, Sentimental y ahora esta película, también está influenciado por el hecho de haber sacado la cabeza en el teatro, claramente desde la propuesta de la comedia, me he sentido más cómodo, pero me gustaría mucho hacer un guion thriller o creo que voy a seguir alternando cosas, y ahora en la película que estoy a punto de filmar yo creo que vuelvo a una cosa no emotiva pero sí un poquito más como podría ser mis películas anteriores.
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