Recuerdos: para Obdulio – “el gorrión que había nacido para ser campeón mundial”- y Ghiggia, primero en silenciar Maracaná. ____
Supongo que se podría hablar de una especie vespertina de virazón de entretiempo que insufla desde el Pacífico nuevos aires sobre Sudamérica -de uno a otro extremo del subcontinente- dejándonos a su paso una tónica de cambio, progresista, con olor a camino nuevo, acercándonos -sin decirlo- al antimperialismo. Refuerza la esperanza y confirma en el Atlántico el triunfo en octubre de Lula en el país-continente. Sin duda, algo por lo cual festejar y brindar a fin de año.
Debemos descontar que la prensa hegemónica al servicio de las derechas, procurará serruchar las esperanzas depositadas en quienes intentarán conducir la llamada segunda ola -considerando como primera la de los años iniciales de este siglo. Así, conspirarán -acompañando las presiones de la Casa Blanca, a los más reaccionarios del Congreso y al Pentágono- contra el gobierno de Gustavo Petro, junto al ataque del proyecto de Constitución a plebiscitarse en Chile, que será otro 4 de septiembre, como aquel de la elección en 1970, ganado por la Unidad Popular y que hizo presidente al socialista-masón Salvador Allende, inaugurando el intento de vía electoral al socialismo.
Lo anterior me da pie para seguir con Chile, donde la derecha en la prensa -asociada a las políticas más retrógradas- no vela armas: metió cartucho y desenvainó las espadas para dar rienda suelta a las estocadas desde el Miami Herald -con la opinión del sionista Andrés Oppenheimer- el Mercurio de Santiago y en Argentina, seguramente, La Nación y el “gorilita”Rosendo Fraga, amén de otros antes o después de los últimos nombrados.
Para encauzar sus críticas -directas o veladas- que intentan lograr un voto contrario a la aprobación del texto, presentan sus quejas sobre la sobrerrepresentación de los indígenas en el Legislativo: trata sobre aquellos que desde el Colonialismo y la Independencia criolla vieron usurpadas sus tierras y conculcadas las libertades, acabadas la cultura propia y hasta la vida misma. Lo diré con términos de Desmond Tutu, luchador “antiapartheid”: “Cuando los misioneros llegaron tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Ellos dijeron ‘Vamos a orar’. Cerramos nuestros ojos. Cuando los abrimos teníamos la Biblia y ellos tenían la tierra”. Igual en América: se cobijaron con el discurso de la iglesia y el racismo, acabaron tomando las armas… y “sal-si-puedes”.
La naturaleza no me hizo desconfiado de nacimiento: ocurrió en el transcurso de la vida, por lo que en política -de mayorcito- me cae mal la socialdemocracia. Acerca de aplicar la tasa Tobin a los grandes ingresos para -según esto- cambiar el modelo económico, comparto lo que algunos dicen, que eso hace parte de la desubicación ideológica de esa “izquierda”. Al estar convertidos los partidos políticos reformistas en organismos de gestión del poder capitalista, dejan de lado la lucha por la igualdad, perdiendo su razón de ser. Al adaptarse a esquemas neoliberales alteraron definitivamente su naturaleza. El ejemplo europeo de la “Tercera Vía” del edimburgeso Tony Blair es simpáticamente caracterizado por el argelino Sami Naïr como algo que no supera un “thatcherismo sonriente”.
Tras más de 42 años de vigencia de la Constitución de la dictadura y de 32 años del inicio del periodo de Transición a la democracia dominado por ejecutivos de la Concertación, los chilenos tienen la oportunidad de derrotar otra vez a los conservadores -que votaron una constituyente para evitar la caída del gobierno de Piñera, pensaron luego en sabotear el proyecto y hoy apuestan al voto de rechazo. A menos de dos meses de los comicios, estimo que el proyecto será aprobado, aunque por un margen no tan amplio como se esperaba y merecía.
En una entrevista al chileno Pedro Santander, director del grupo de investigación Demoscopia Electrónica del Espacio Público, él señaló: “Nunca, creo, habíamos visto durante un año tanta construcción falsa de un mismo acontecimiento”. Su compatriota Juan C. Gómez Leyton afirma que “en Chile, hubo una rebelión, la de octubre de 2019, que no alcanzó nivel político. Las revoluciones sociales no se hacen cambiando constituciones políticas, muchas veces ellas institucionalizan las revoluciones”.
Adhiero a quienes manifiestan que se ha producido “la desmitificación de la idea de Chile como un paradigma del neoliberalismo exportable. (…) por lo menos esta idea de que éramos los jaguares de América Latina y que nuestro modelo era ejemplar y tenía que ser imitado, se acabó”.
De final, no quiero que quede entre los lectores la idea que le estoy extendiendo un cheque en blanco al proyecto constitucional elaborado tras doce meses de trabajos de la Constituyente; como toda obra de humanos tiene defectos u omisiones y como trabajo político compartido entre diferentes idealidades, muchos más. Sin embargo, libremente escogí el especio de empezar por las tácticas que despliega la derecha, que otra vez -aunque sea a la distancia- prefiere asociarse al ultrismo dictatorial antes de aceptar el veredicto democrático, por liberal burgués que sea.
Por supuesto, daré una opinión acerca de los cambios a los artículos que caracterizan la naturaleza de esta república sudamericana; la desaparición de una rama (la Cámara de Senadores) del Poder Legislativo y la sustitución por
un cuerpo de cometidos diferentes; el reconocimiento y ámbito de participación de los pueblos originarios y la entrada en vigor de la nueva Carta Magna.
Los espacios para la crítica del texto desde la izquierda -de lo bueno que cambia, de lo que pudo ser y no fue y de las carencias- tendrán, lo aseguro, cabida en futuras notas, de las cuales esta solo significa advertencia a modo de adelanto.
A pesar de algunos que me saben ateo digan que no debo incorporarlo a la nota, lo hice antes y lo hago ahora: el obispo sudafricano negro Desmond Tutu repetía «Si eres neutral en situaciones de injusticia es que has elegido el lado opresor».
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