En diciembre del año pasado Implosivo Artes Escénicas, la escuela de formación actoral dirigida por Ximena Echevarría y Germán Weinberg, cumplió cinco años. El aniversario coincidió con el egreso de la primera generación de la escuela, egreso que cristalizó en la puesta en escena del espectáculo Invasores. Los directores de Implosivo recibieron a Voces en la sede de su escuela, ubicada en la calle Isla de Flores, durante un descanso de sus intensas actividades de verano.
Echevarría y Weinberg son de generaciones distintas de la EMAD, por lo que se cruzaron en la escuela pero recién se conocieron algunos años después de egresar, cuando coincidieron en la obra Otro final para Federico, escrita por Mariana Maeso y dirigida por Norina Torres, que se estrenó en la Vieja Farmacia Solís en 2011. Nada hacía augurar tras ese primer encuentro que terminarían formando una pareja y que se embarcarían, además, en la creación de Implosivo. “Para mí era insoportable Germán -comienza Echevarría mientras ambos se ríen- yo conocía a Norina, a Cristina (Velázquez), hicimos la escuela juntas, y si bien estábamos trabajando también charlábamos, nos reíamos. Y Germán era súper estricto con todo, si le hacías un chiste se quedaba todo serio. Hicimos dos temporadas con Otro final pero no compartimos charlas, ni nos hicimos amigos, no compartimos intereses”. El recuerdo de Weinberg es otro: “Cuando empecé la EMAD yo ya hacía teatro, cursé la escuela con la perspectiva del trabajo profesional, por más que era un novato. Y en el 2011 que hacemos esa obra hacía once años que venía trabajando y ya había decidido vivir de la actuación. Entonces hacía muchas obras y tenía una disciplina súper rígida para dar esa imagen de ‘soy profesional, quiero vivir de esto, tengo que hacerlo bien’. También pasaba que yo hacía Federico y ellos hacían muchos personajes chiquitos, entonces estaba eso de ‘Ah… el protagonista’ (risas)”
Después de ese momento, en que no coincidían en la dinámica de trabajo, ¿cuándo se encuentran?
Ximena: En el 2013 hice Frida (Khalo viva la vida, de Humberto Robles, estrenada en Espacio Teatro), y Norina co-dirigía conmigo. Germán fue a un ensayo general. Era un ensayo en el que yo estaba en otra porque estaba teniendo familia la esposa de mi hermano, y quería irme rápido al hospital, y Norina me dice «tenemos que hacer el ensayo súper bien porque viene Germán» (risas) «Justo hoy -le dije- decile que venga otro día». Pero no podía y bueno, hicimos el ensayo, y ahí Germán dijo que se había sentido gratamente sorprendido, y yo pensaba ¿Gratamente sorprendido?¿Qué le pasa? Después llevó a gurises del Liceo a ver la obra (Weinberg trabaja en bachilleratos artísticos desde el 2009) y ahí empezamos a tener otra relación. Yo había empezado a trabajar en una constructora vial, estuve doce años trabajando como jefa de recursos humanos y la parte artística empezó a quedar un poco de lado, tenía a mi hija también. Y cuando empezamos a tener una relación de pareja con Germán pasó que entré como en una crisis, porque podía ver que alguien estaba haciendo lo que quería, y que se podía, porque él vivía de eso. Y uno a veces se inculca el que no podés vivir y mantener una hija haciendo teatro. Ahí entré como en una crisis existencial, de tener 35 años y preguntarte qué querés hacer. Lo hablamos y dije «yo quiero largar, vamos a abrir un espacio».
¿Cómo fue el comienzo de la escuela?
Ximena: Arrancamos en otro local, en la calle Carlos Quijano, con cuatro estudiantes
Germán: De hecho no pudimos arrancar la formación porque no se anotó nadie, porque claro, abrimos un espacio de formación actoral con nueve horas, toda una currícula armada, pero nadie sabía quienes éramos, no se anotó nadie, fue un desastre. En el 2017 fue que la escuela empezó con formación actoral, con un programa, con materias. Lo que hicimos ese primer año, si bien no era un taller porque tenía una exigencia artística importante, fue tomarlo como un pre-vocacional.
Ximena: De esa generación están Bruno (Acevedo) y Mavi (Parada), que trabajan con nosotros.
Germán: Y cuantitativamente lo que pasó fue que en el 2016 empezamos con cuatro, 2017 con treinta, 2018 con sesenta y 2019 con ochenta, que después fueron menos. Y este año veremos qué nos depara. La continuidad de segundo y tercero es casi absoluta, eso es bueno.
Finalmente el proceso ha sido exitoso, pero cómo vivieron ese primer año en que luego de los riesgos asumidos ven que se inscriben pocas personas.
Ximena: Yo tenía terror, como te decía, tenía una formación empresarial pero trabajaba para otras personas, una cosa es saber cómo funciona algo y otra cosa hacerse responsable. Y tampoco teníamos ahorros, así que fue tirarnos al agua.
Germán: Teníamos socios, sin los cuales no podríamos haber abierto, gente que queremos mucho y con la que nos seguimos viendo. Pero cuando decidimos en conjunto que Ximena dejara su trabajo, que era nuestro gran ingreso, tenía que funcionar sí o sí, no había margen ninguno. De hecho cuando nuestros socios se bajaron del proyecto en el primer año no podíamos mantener nuestra casa y el espacio. Por eso buscamos una casa en donde pudiéramos vivir y tener el espacio. Y encontrar este lugar fue un suplicio, porque ya teníamos un grupo armado en diciembre. Descubrimos esta casa, la vimos al otro día, y al siguiente firmamos, estábamos desesperados. Y alquilamos sabiendo que mi sueldo, que era el único ingreso que teníamos, sólo alcanzaba para pagar la mitad del alquiler, ni siquiera podíamos vivir. Fue la jugada de nuestra vida, si esto no funcionaba vivíamos en la calle, literalmente.
Ya desde la comunicación ponen énfasis en que el eje no es la formación de actores sino la formación de creadores.
Ximena: Es que hay intereses, hay gente que vos ves que su interés es solo ser actor o actriz, pero hay gente que se acerca porque es lo que conoce, pero después se da cuenta que dentro del teatro hay un mundo, que está la dramaturgia, la dirección, el diseño, y nosotros tratamos de que ellos pasen por todo eso. Nuestra visión es que descubran qué quieren contar. Una cosa es ser actor o actriz en donde hay otra persona que quiere contar algo, desde su punto de vista, y nosotros queremos que se entienda que los actores también tienen la capacidad de modificar la visión de un director, si se abre la posibilidad.
Germán: De hecho venimos trabajando en nuestras puestas profesionales una visión, que es propia de Ximena, que tiene que ver con que el actor no solo propone una dramaturgia actoral, sino que también hay una propuesta plástica que aporta a la actuación. Lo plástico, en todo sus sentidos, aporta a la actuación. Todo nuestro primer año en la formación va en ese sentido, desarrollar las herramientas actorales, que no conocen o que tienen intuitivamente.
Ximena: En la EMAD a mí eso me lo inculcó María Azambuya, fue la única docente que se preocupó de preguntar ¿qué querés contar vos? Me acuerdo que en tercero con Sabrina Speranza trabajamos La Ropa, de Andrea Garrote. Y María hizo como una tutoría, nos preguntaba qué queríamos hacer y te largaba, y eso creo que lo tratamos de transmitir. María fue mi maestra, obvio que tenés un montón de docentes que te dan un montón de información, pero yo sentí que ella fue la que se sentó conmigo y me dijo ¿vos qué querés contar?
En el 2017 entonces pueden proyectar la carrera ¿Cómo fue el proceso de pensarla en función de las particularidades de Implosivo?
Germán: Dificilísimo, porque la carrera tenía seis horas semanales, y ver qué materias poníamos era difícil porque teníamos que ver qué descartábamos.
Ximena: Nosotros como decimos que vamos a apuntar a que el actor entienda su herramienta pensamos cuáles eran las materias esenciales para eso, entonces tenían que tener educación vocal, porque se trabaja con la voz; nuestra impronta de por sí es muy física, por lo cual tenemos entrenamiento corporal. Creemos que incluso para renegar de algo tenés que conocerlo primero, así que tenés metodología teatral e historia del teatro. Ya desde el año pasado agregamos trimestres de dramaturgia, de dirección, de producción. Este año tienen danza contemporánea, para que vayan descubriendo por donde quieren ir.
IMPLOSIVO COMO COMPAÑÍA
En Metamorfosis (2018), espectáculo con eje en la realidad de las mujeres trans, parece estar muy presente el lugar del actor como creador a partir de su propia materialidad. Es la primera obra en que trabajaron juntos ya con Implosivo como compañía además de escuela.
Germán: Fue muy difícil ese proceso, por muchas razones, era el primer estreno que hacíamos luego de abrir la escuela y siendo los referentes directos del espectáculo. Entonces hacer un espectáculo que no estuviera bueno para mí era una mochila muy grande, más allá de la temática en que nos metíamos que ya era una responsabilidad social importante. Entonces estuve muy preocupado y eso hizo que el proceso no haya sido muy feliz. Y la obra cambió en el transcurso de las funciones, estuvimos en España, en Chile, en el interior, estuvimos en teatros a la italiana, súper enormes, y en espacios pequeños, y eso hizo que actoralmente pudiera encontrar el lenguaje que Ximena estaba buscando. Creo que se llegó a un resultado que al principio no lograba entender en el cuerpo, sí en la cabeza pero no en el cuerpo. El rol de Ximena como directora fue fundamental para poder lograr cualitativamente esa actuación, porque la peleó y la peleó, era muy complejo.
Ximena: Uno de los ejes del trabajo pasaba por la gestualidad, por la transformación en la forma de mirar. Yo considero que una mirada femenina no es igual que una mirada masculina, entonces él tenía que modificar eso, y es muy difícil encontrar el punto en que la mirada se transforma en femenina y que entendiera que era ahí, y que tampoco había que exagerarlo. Y es la mirada, no era ni cómo hablaba ni cómo se movía, es la mirada, cosas muy sutiles de la gestualidad. Cosas que también hablamos con las chicas en las entrevistas, que a veces la mujer trans tiende a exacerbar la gestualidad femenina, y ellas son conscientes de eso, pero es la traducción que pueden hacer hasta que en un momento eso empieza a ser parte de su cotidianidad.
Otro trabajo muy impactante de Implosivo fue Ruido (2018), escrita y dirigida por Bruno Acevedo siendo estudiante de la escuela.
Ximena: Sí, Ruido fue una producción de Implosivo, pero nosotros no nos encargamos del proyecto, por supuesto que estábamos al lado, acompañando, ayudando, pero fue él el que se encargó de presentarse al fondo, y de llevar las cosas adelante
Y los dirigió a ustedes
Germán: Sí, siendo un estudiante de segundo año de la carrera nos dirigió a nosotros. Hizo la comunicación de Metamorfosis también
Ximena: Ahora nos hace la producción de Shejitá, y nada, creo que se fue dando. Bruno se fue quedando, como Mavi, que es de la misma generación, ella hizo toda la parte audiovisual en Ruido, y ahora está haciendo también esa parte en Shejitá.
Germán: Lo que pasa es que empezamos a conocer de primera mano a creadores jóvenes con un talento descomunal, y si están acá, ¿porqué vamos a buscar en otro lado?
¿Cómo fue el proceso de Invasores? Llevar adelante un trabajo de creación colectiva con esa cantidad de personas no es tan sencillo.
Germán: El punto de partida era encontrar un material de interés colectivo, ya solo eso fue un trabajo importante
Ximena: Y ahí aprendés, yo les pedí que cada uno trajera una noticia uruguaya que creyeran fuera el puntapié para empezar, y claro, imaginate dieciocho personas trayendo su noticia, debatiendo y defendiendo su elección con puntos de vista diferentes, pasaron dos o tres clases en que yo decía «no vamos a llegar a ningún lado». Y ahí es donde entiendo que la parte artística va por otro lado, más en el hacer que en la charla. En una clase hice un trabajo plástico con las noticias, con las luces, y en esa clase todos se pusieron de acuerdo, ahí vi que hablar puede ser el problema. No hay que hablar, hay que hacer.
¿La noticia elegida fue la explotación laboral a inmigrantes?
Ximena: Claro, esa fue la noticia, después se encontró que en Italia en el 2009 había pasado algo muy similar pero que terminó en una batalla campal, tuvieron que entrar los militares a sacar a los inmigrantes porque la gente del pueblo los quería matar. Había una similitud, y ahí se empezó a trabajar, la inmigración, el miedo, qué nos inculcan, qué sabemos del otro, la desinformación. Después habíamos propuesto lo del toque de queda y justo pasó lo de Ecuador y lo de Chile, y entonces eso pasó a tener otro significado en la obra. Nosotros creemos que uno no puede pasar por alto eso, porque hacer un toque de queda en ese contexto es otra cosa, y tenemos que usarlo. Y en la dramaturgia trabajamos con pasantes de la TUD (Tecnicatura Universitaria de Dramaturgia) que proponían dinámicas de escritura y con los que hicimos luego la síntesis.
Mencionaron Shejitá ¿Cómo va a ser ese espectáculo?
Germán: Shejitá es un texto maravilloso de Analía Torres, es la historia de tres mujeres, abuela, madre e hija, a las que se les muere el «proveedor». Es un día en la vida de ellas en la mitad del campo. Ganamos Producción Total del programa Fortalecimiento, es la primera vez que tenemos una plata para producir y decidimos que estuviera de verdad en la puesta, que va a ocupar todo el Teatro Victoria, va a haber una instalación plástica. La idea es que el público entre y se sumerja en ese mundo, aunque después sí van a estar sentados en la platea. Pero que tengan esa instancia de poder entrar en ese mundo plástico que se plantea, un mundo marcado por la pintura naif.
Shejitá tiene previsto su estreno para marzo en el Teatro Victoria. Por los últimos cupos para formación actoral se puede consultar llamando al 29092490 o escribiendo a Implosivo.info@gmail.com. Por más información: www.implosivoarte.com/
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