¿Cómo combatir el narcotráfico?
La seguridad parece amenazada por el tema de los enfrentamientos de bandas de narcotraficantes y los delitos asociados a la adicción a las drogas. ¿Cuál es el camino para enfrentar este problema? ¿Sirve de algo cerrar bocas de droga y superpoblar cárceles con pequeños distribuidores? ¿No es más efectivo perseguir a los intermediarios o a los grandes narcos? ¿Se apunta al lavado de dinero? ¿Alcanza con la represión? ¿Es razonable perpetuar una “guerra” que ha demostrado fracasar en todo el mundo? ¿Hay que legalizar todas las drogas? ¿No es necesario avanzar con medidas sociales y educativas? ¿Cómo rescatamos a los pibes del consumo problemático y del narcotráfico? ¿Por qué se destinan tan pocos recursos para ayudar a quienes quieren abandonar su adicción?
La receta dogmática hace daño por Milton Romani
Garantizar el derecho a la seguridad no es solo un asunto policial. Ni de autoridad. Ni de aumento de penas y castigos. Ese modelo, que persiste, es un dogmatismo que no se condice ni con los datos y el relato. Es incoherente, no ayuda, genera más inseguridad y violencia. Las cifras de homicidios del último mes son contundentes. ¿Qué grado de responsabilidad tiene el ministro Heber? Nadie va a pedir su renuncia, entre otras cosas porque su culpa es no reconocer que es un problema más complejo, difícil, que no se arregla con más autoridad, mas policía y más cárceles. El problema de Heber es que reconocer con humildad eso es también admitir que la campaña furibunda contra Bonomi, la campaña electoral y la llave milagrosa de la LUC no sirvieron para un carajo.
Lo dijo Lacalle Pou cuando era senador opositor: un ministro del interior no puede usar la coartada del narcotráfico para justificar los índices de criminalidad. Porque esa es su tarea. Punto. El ministro Heber y el Sr. Santiago González, recurren con exceso adictivo al fenómeno narcotráfico como explicación de todo. González, que tiene un cúmulo de denuncias de mal trato y autoritarismo incluso con sus pares, no parece un ejemplo de convivencia. Repite en un exceso de cámaras, la intervención en cada cierre de bocas de narcotráfico. Llegó a decir que se cerraron 2000. Eso si, no hubo hasta ahora ningún procesado por lavado de dinero, ni allanamiento en bufetes o estudios que se dedican ostensiblemente a ello.
El aumento de la criminalidad, y el aumento de las violencias sociales (que no es son la misma cosa) son un monstruo que pisa fuerte. Aumentan las dos. A veces nos asombra, nos genera incertidumbre, miedo e inseguridad. Repetir que es un tema complejo parece una coartada para desentenderse del asunto. No es así. Asumirlo implica generar institucionalidad para una política pública criminal que sea una responsabilidad compartida. Insisto, humildemente, que la experiencia institucional de la Junta Nacional de Drogas, integrada por varios ministerios, debería ser un ejemplo aleccionador. Lo mismo para generar con la academia, organizaciones sociales y un arco político amplio, un espacio de investigación y abordaje con pretensión científica el tema de la criminalidad.
El horizonte de la convivencia es un tema más extenso que incluye la seguridad ciudadana.
El Presidente del Frente Amplio Fernando Pereira ha salido, ahora, con humildad a reconocer nuestras limitaciones de nuestros gobiernos. Pero también tendió la mano para construir una política pública con los esfuerzos y avances que pudimos lograr y avanzar con otros actores para definir una política de estado consensuada. Es ahora.
Es necesario definir una política criminal con pretensión de largo plazo, como bien lo han señalado distinguidos especialistas, como el ex Fiscal General doctor Jorge Díaz.
Algunos siguen creyendo, por pura ideología, en un reduccionismo simplote: castigo y autoridad. Y en una coartada: las responsabilidades son de las gestiones del anterior gobierno. No de todas las gestiones anteriores. No. De esas no. Porque hay que decir que desde 1997 se retoca el Código Penal aumentando todas las penas y aunque los cataclismos sociales fueron cantera de reclutamiento de niños y niñas cuya carrera criminal conocimos 20 años después, todavía continúan, porque se ha reemplazado la cultura del trabajo, por la libertad. No es solo la pobreza y marginalidad las únicas explicaciones del aumento de violencias y criminalidad. Pero no se pueden ignorar.
La libertad de “arreglate como puedas”. La falta de trabajo. La inequidad e injusticia que hoy se expresa en un récord histórico de exportaciones (carne, soja, arroz, leche y bienes) por 11.000 millones de dólares que se acompaña por el aumento de depósitos dentro y fuera del país (conocidos) de 9000 millones de dólares. Los pibes chorros que salen por la de ellos, quizás no saben de estas cifras. Pero la sufren y eligen sin formación económica de operar un reparto del producto bruto por mano propia.
Violencias sociales: niñez, feminicidio, conflictos.
A propósito de violencias y niñez más de 386.000 niñas, niños y adolescentes de Uruguay viven en hogares donde se reportaron situaciones de violencia de género, según un informe de Inmujeres, Sipiav y Unicef que busca visibilizar el impacto de estos contextos en la infancia y la adolescencia”. Categórico. A estos futuros jóvenes lo que les promete este modelo, son más palos, más cárcel, menos oportunidades. ¡Que quieren! ¿Que luego salgan blanquitos de ojos celestes y se comporten como egresados de la Universidad de Montevideo? Dicho sea de paso: tampoco ser egresado de escuelas de MBA, como lo señaló una investigación son garantías de no delito o corrupción.
¨Aspen Institute verificó al encuestar estudiantes de MBA que al ser interrogados sobre si estarían dispuestos a realizar un acto ilegal que podría reportarles a ellos o su empresa más de 100.000 dólares y en donde hubiera un 1% de probabilidad de ser descubiertos e ir a prisión por un año, un tercio contestó que sí¨[i]
Los esfuerzos de Juan Miguel Petit son encomiables. Para denunciar este verdadero pandemónium y cambiar. Le deseo el mejor de los éxitos.
Las experiencias de Luis Parodi en la Unidad 6 Punta Rieles, como las de Jaime Saavedra en la Comisión del Liberado no han sido incorporadas al patrimonio de las políticas públicas. Ni de los valiosos académicos que con coraje han investigado desde la ciencias sociales y antropología la dinámica de la delincuencia (Nicolas Trajtemberg, Clara Musto, Ricardo Fraiman, Marcelo Rosal) De la misma manera que fueron desechadas todas las enseñanzas y el excelente personal formado por el mejor policía Julio Guarteche. Hay experiencias territoriales de gran valor para actuar con la comunidad. Por la experiencia de gestión, el modelo de Junta Nacional de Drogas, donde se articulan nueve ministerios para definir estrategias comunes, sigue siendo un ejemplo institucional que podría imitarse o al menos considerar sus virtudes.
[i] EDUCAR EN ÉTICA EMPRESARIAL EN IBEROAMÉRICA: UN DESAFÍO IMPOSTERGABLE Bernardo Kliksberg ∗2007
La violencia homicida por Edward Holfman
La violencia homicida individual golpea, día a día a cientos de personas y es la primera causa de muerte entre los hombres jóvenes, existen zonas de las ciudades, poblaciones, donde se vive cotidianamente bajo riesgo de ser asesinados.
Los grupos criminales vinculados al narcotráfico, han respondido a las acciones de las autoridades con la diversificación de los puntos de abastecimiento y embarque, han desarrollado y complejizado las rutas de tránsito, acopio y tráfico de drogas, han cambiado sus perfiles evitando su exposición, buscado nuevos aliados, organizaciones criminales ya no solo en la región de las Américas, ahora aliados en Europa – Asia.
La violencia y brutalidad de los últimos homicidios registrados con cuerpos descuartizados, desmembrados y quemados es una “demostración de poder” y un “mensaje simbólico” a otros individuos o grupos criminales rivales.
Este tipo de homicidios tienen mayores dificultades de esclarecimiento, lugares oscuros, poco tránsito, no hay cámaras de video vigilancia y por más que existan testigos, hay temor real a estos grupos criminales y las personas se niegan a testificar, en nuestro País el 50% de los Homicidios no se encuentra a el/los responsables
Los altos niveles de violencia homicida se concentran en “focos” geograficos y demográficos, en barrios, zona, personas, edad, sexo, actividades. Hay grupos específicos de la población que están expuestos a mayores riesgos de ser asesinados. Ejemplos sobran, familias enteras dedicadas al narcotráfico fueron asesinadas.
¿Se pueden reducir o prevenir los homicidios en nuestro País? … SI
Con una fuerte participación de la ciudadanía, con una verdadera policía comunitaria, más cerca de los vecinos, que conozca la problemática de las zonas del barrio, que se gane la confianza de las personas y así poder realmente brindar las soluciones adecuadas a cada problema de seguridad que se presente.
El Estado debe recuperar los espacios públicos, que fueron captados por grupos criminales, recuperar la autoridad y brindar apoyo y los servicios esenciales a la comunidad.
La planificación urbana tiene un papel importante en la prevención del crimen y los homicidios. Las causas del crimen y los homicidios son diversas, entre ellas la desigualdad social, pero también hay una relación entre la inseguridad y el diseño, planificación y gestión urbana deficientes.
Las actividades delictivas tienden a ser más agudas en lugares donde no hay suficiente alumbrado público, en terrenos baldíos o en edificios abandonados. Contar con calles bien diseñadas y con una buena infraestructura, facilita la vigilancia y también la rápida acción policial.
El transporte público puede reducir la desigualdad y facilitar el acceso de manera segura a la población. Las áreas sin transporte público tienden a aislarse y pueden producir una espiral de efectos negativos como desempleo, desigualdad y delincuencia.
Una ciudad compacta tiene más vigilancia, combinar los espacios residenciales, laborales y comerciales dentro de un vecindario genera mayor actividad durante el día y la noche, lo que permite a quienes lo frecuentan, ejercer una observación pasiva de lo que sucede alrededor y comunicar cualquier irregularidad a las autoridades.
La planificación urbana, combinada con otras acciones sociales y de seguridad, pueden reducir la delincuencia en las ciudades y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La violencia homicida es un importante y grave problema de seguridad ciudadana. Por su alta complejidad es necesario que se sigan realizando estudios que ayuden a explicar la participación de ciertos factores de riesgo en la dinámica de la probabilidad de ser víctima de un homicidio.
Un abordaje intersectorial, descentralizado y comunitario por Pablo Anzalone
La estrategia de “Guerra contra las drogas” ha sido un gran fracaso cuyos impactos en muertes, violencia y sufrimiento social exceden ampliamente los daños generados por el consumo excesivo de sustancias y lejos de reducir el narcotráfico lo fortaleció.
Uruguay ganó un espacio de respeto en los ámbitos internacionales por dar un debate sustantivo promoviendo una concepción menos represiva y estigmatizadora de las drogas que priorizara el respeto a los derechos humanos. Al mismo tiempo como dice bien Jorge Vazquez en un extenso reportaje reciente en Voces, actuó sobre el gran narcotráfico y su red de complicidades en el lavado de dinero.
La regulación estatal de la marihuana nos convirtió en referencia para muchas experiencias en el mundo y esta política exitosa subsistió al cambio de gobierno a pesar de que Lacalle Pou desconozca la ley y diga que el Estado produce y vende droga.
Nos interesa acá poner el acento en otro de los ejes de una estrategia integral puesta en práctica en la década pasada: el abordaje intersectorial, comunitario y descentralizado. La propia conformación de la Junta Nacional de Drogas marcó la intersectorialidad como concepción y la superación de un enfoque meramente represivo.“La JND es un órgano articular y las Juntas Departamentales demuestran un trabajo de muchos sectores coordinados y necesitamos estar todos comprometidos en eso” señalaba Milton Romani en esos años. Esa idea-fuerza marcó también la gestión de Julio Calzada y su continuidad ha sido una gran fortaleza.
En Montevideo la JDD se conformó en 2012 a partir de un amplio trabajo conjunto entre la JND y la IM con el funcionamiento de un Plenario Consultivo con organizaciones sociales y el desarrollo de una red territorial con programas de prevención, atención y tratamiento. La creación del Centro Ciudadela (escucha,diagnóstico y derivación), del programa Aleros , “El Achique” en Casavalle, el Centro de escucha en la zona 8, los Puntos de Encuentro en Punta Rieles y Malvín Norte y la Unidad Móvil de Atención fueron pasos significativos para facilitar el acceso a la Red y generar cercanía en situaciones de gran vulnerabilidad. Otras iniciativas como “Mi Cerro Sin Drogas” se originaron en las organizaciones de usuarios de salud.
El trabajo en red, la prevención desde el sistema de salud con capacitación al personal del primer nivel de atención y el trabajo en el sistema educativo con docentes y alumnos fueron algunos de los temas abordados por la JDD.
Desde las comunidades han seguido surgiendo propuestas en esta dirección. La Red de Municipios y Comunidades Saludables en 2020 realizó un Curso de Animadores de Redes Comunitarias donde se elaboraron proyectos, uno de ellos referido a los consumos problemáticos de sustancias, considerado como un capítulo de la salud mental.
Se constató allí que: “a) se trata de una cuestión con una demanda masiva mientras la oferta comunitaria y sanitaria es totalmente insuficiente. b) No solo es insuficiente por su cantidad. Lo es también por la rigidez institucional por parte de los dispositivos sanitarios desestimando el enfoque grupal de diversas patologías.c) Existe una tendencia a circunscribir salud mental y drogas al abordaje médico. d) Hay resistencias a nivel familiar y comunitario que excluyen y estigmatizan al “drogón” y al loco”.e) El abordaje grupal, familiar y comunitario está técnica y científicamente probado. Experiencias como los “Grupos T” se iniciaron en el “Portal Amarillo” y se desarrollaron en varias policlínicas. Darles continuidad y mayor amplitud es una línea de trabajo importante.
Esta propuesta comunitaria reafirma la necesidad de construir redes de acogida, prevención, educación y apoyo social a la problemática, en lugar de una depositación masiva en las instituciones médicas mediante internaciones o de operativos policiales. Los espacios de reducción de daños y gestión de riesgos como el “El Achique de Casavalle”, atienden los aspectos sociales de la problemática de consumo de drogas.
El proyecto plantea un Plan Municipal de Salud Mental basado en un diagnóstico territorial que
con la participación de la población del Municipio. Sin participación activa relevando
necesidades y consultando respuestas, en diálogo del saber popular y del saber científico, es
imposible definir buenos planes. Uno de los ejes del Plan es la formación de organizaciones de usuarios de salud en el territorio que conviertan a los pacientes en sujetos activos.
Combatir el narcotráfico por Isabel Viana
Nada es casualidad.
Encaramos combatir el narcotráfico, la drogadicción y la violencia en Uruguay y construir un país milagrosamente libre de esos flagelos, en medio de un planeta y una región que los sufren de manera creciente.
Las drogas son mercancías que circulan gracias a estructuras de intercambio internacionales que dejan altísimos niveles de ganancia. Hay quienes organizan la producción, el fraccionamiento, las logísticas de transporte y la penetración en el mercado, usando todos los medios a su alcance, desde los legales que crean hábitos, hasta los que resucitan las metodologías mafiosas de la prohibición del alcohol en USA, perfeccionándolas, para coaccionar en todos los niveles a los agentes del “negocio”.
En el comercio se gana dinero en el intercambio productor – consumidor. En la droga, ésta no es directa: hay muchos intermediarios, cuya labor se dificulta por las prohibiciones de consumo y tráfico vigentes, que dificultan que la mercadería llegue a destino. El negocio deja inmensas ganancias a quienes lo manejan, además de producir lo necesario para pagar sus agentes y sortear los obstáculos que genera la ilegalidad del tráfico.
Las drogas más consumidas en el mundo son, por su orden: 1. Alcohol; 2. Tabaco; 3. Cocaína; 4. Anfetamina; 5. Metanfetamina; 6. Cannabis; 7. MDMA (éxtasis) y los psicofármacos (otro negocio permitido y poco mencionado o evaluado) ¿Quiénes las consumen? Nuestras sociedades cada vez más estratificadas consumen drogas en todos los niveles económicos y sociales, en todas las edades y en todo el planeta. Se comercializan drogas de alta calidad y precio, cuyos consumidores pertenecen a niveles sociales altos, hasta productos secundarios del proceso de fabricación, de precio mucho menor, que se venden a personas de menor poder adquisitivo. Los estudios no mencionan las nuevas drogas mezcladas, altamente peligrosas.
El alcohol, es la droga de mayor consumo. Es un hecho socialmente naturalizado y hablar de una borrachera no es, ni ha sido, estigmatizar a quienes las protagonizan. La publicidad de marcas de alcohol se encarga de poner como ejemplo modélico a gente viviendo magníficas circunstancias. Sólo los controles de tránsito aparecen como un límite duro, que se obvia con la explícita recomendación de que “alguien que no bebe, maneje”, para que todos los demás tomen sin límite.
Alrededor de 275 millones de personas en todo el mundo utilizaron drogas durante el último año. Más de 36 millones sufrieron trastornos por consumo de drogas, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2020. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías estableció que el cannabis fue la droga ilícita más consumida en Europa (22,2 millones de consumidores (2020) … sin contar los consumidores de los países en los que el consumo es legal. El Estado la produce y comercializa en Uruguay y habilita – y estimula – su consumo.
Pregunté en Google ¿Cuál es el país que más consume drogas en Latinoamérica? La respuesta es: “Uruguay encabeza la lista de los países sudamericanos con mayor número de consumidores. Su porcentaje (1,8%) supera al de Norteamérica (México, Canadá y EE. UU., 1,6%), aunque está por debajo del de Estados Unidos (2,1%)”. En Uruguay, el consumo de Psicofármacos alguna vez en la vida (con o sin prescripción médica) es muy alto, alcanzando al 22% de la población. La edad de quiebre promedio para entrar al consumo de drogas en Uruguay es 14 años.
Desde el nivel nacional, inserto en redes – al menos regionales – de tráfico, no podemos pensar en disminuir el consumo de drogas y sus efectos indeseables de violencia.
Las grandes empresas financieras son hoy poderosas instituciones sin rostro, refugiadas en paraísos fiscales. Se multiplican las posibilidades de secreto en torno a sus operaciones. Entre ellas se encuentran los llamados carteles de la droga. Resulta imposible pensar que, limitados al territorio uruguayo, podamos desarmar los circuitos mafiosos montados para producir, refinar y hacer llegar la droga hasta los consumidores finales.
Lo que si podemos hacer es volverlos inútiles. ¿Cómo? Liberalizando el consumo de drogas. Eso no impedirá que quienes hayan sido cooptados para usarlas, las consuman. Pero destruye las cadenas mafiosas de tráfico. Con ellas desaparecen las inmensas ganancias generadas que justifican la violencia ejercida para hacerse de partes grandes o pequeñas del mercado de las drogas. Las políticas globales de persecución a la drogadicción han fracasado en todo el mundo. Como sucedió con el alcohol en Estados Unidos, sólo se destruye el manejo mafioso liberalizando el consumo.
Por un consenso internacional por Rodrigo da Oliveira
El tema venta y tráfico de drogas ilegales se ha transformado en materia de discusión, más que nada por sus consecuencias en cuanto a la seguridad pública y la ola de homicidios a aquellas vinculadas; no así hacia su consumo y las consecuencias del mismo, cosa que parece importar bastante menos. Esto último a juzgar por la poca o nula publicidad, medidas sanitarias, educativas o de disminución de daños asociados que vemos en nuestro país.
Es notorio el aumento en las incautaciones, detenciones, procesamientos y cierres de bocas de venta, así como el intento de ataque frontal al narcomenudeo. La pregunta que convoca es si realmente todo ello impacta significativamente en el gran negocio que hay detrás. La respuesta parecería ser que no en gran medida, no de forma importante, dado que continuamos viendo que continúa siendo un enorme problema de convivencia, salud y seguridad.
¿Hay que asumir que es una guerra perdida? Tal vez estamos partiendo de una premisa errónea, las prohibiciones no han sido un buen punto de salida para estas cosas. Pasamos de venta y consumo libre hace muchos años a criminalizar el uso de las mismas, para luego despenalizar su utilización.
De poco valdría tomar medidas como legalizar la venta de manera unilateral, esto debería ser en el marco de un gran acuerdo entre la mayor cantidad de países posible. No hacerlo así traería además medidas contrarias no sólo legales, sino también económicas para el país, dada la normativa internacional hoy vigente.
El asunto es que el tiempo pasa y los problemas persisten, sin que veamos ni de cerca una solución.
Ahora mismo, la Fiscalía de Paraguay ha señalado que la distribución a gran escala en Uruguay estaría en manos de grandes empresarios de este país. El manejo de la gran operativa se hace a alto nivel, ello parece ser evidente, difícil sería poder hacerlo sin contar con el acceso a lugares clave inclusive en materia de seguridad.
Hay un punto ya mencionado que, en lo personal, resulta especialmente importante: es la ausencia casi total en materia de información acerca del daño que produce el consumo de sustancias legales e ilegales, de forma tal que quien a ellas accede pueda elegir responsablemente por su utilización. Esto no puede ir de la mano de la demonización, lo cual sería casi volver a criminalizarlas.
En un momento legalizamos la venta, producción y distribución de marihuana, sin tomar medidas que alertaran acerca del daño que conllevaba su utilización por parte de adolescentes. La percepción del riesgo pasó a nula, no hubo políticas de información ni las hay hoy. Ello llevó a que se tome como inocuo su consumo, sobretodo en esa etapa en la cual la personalidad está aún en formación y el daño cognitivo está ampliamente demostrado, cuando aquel es ilimitado o iniciado en etapas tempranas.
El tema venta por parte de Estado es otra materia altamente discutible, así como el eventual e indemostrable golpe al narco, tan mencionado como elemento favorable a la seguridad y lesivo a la economía de los traficantes. Estiman quince millones de dólares anuales, habría que analizar cuánto aumentó el consumo en estos diez años y ver el impacto real de tal política. Más allá de estar en contra de la intromisión estatal en la venta, lo peor de todo es la ausencia de políticas públicas de disminución de daño, lo cual lo vuelve por lo menos contradictorio.
Hay mucha materia para debatir a nivel internacional en todo esto, de lo contrario seguiremos tirando al aire y bajando lo que podamos, sin alcanzar objetivos que realmente sean beneficiosos para la población en general.
La de fondo, sincerar y transparentar, tal vez solo así logremos minimizar daños, en todos los aspectos mencionados.
Entre legalizar y liberalizar la producción y venta parecería estar el punto de toque; ¿seremos capaces de encontrar el justo término?
El malo era Bonomi por Martín Forischi
Quien hubiera imaginado cuando arrancaba esta administración, que la guerra entre narcos iba a ser el tema sin resolver. A casi la mitad del periodo de Gobierno, el tema más importante, luego de la falta de empleo, es la escalada de violencia producto del narcotráfico, que incluso, cuando arrancaba la temporada, se informaba con muy buena publicidad por parte del MI que la lucha era, en otras palabras, hasta las últimas consecuencias, combatiéndolo de frente, y hace cuanto, de un mes a esta parte, la cosa se puso complicada.
Varias veces este equipo de Gobierno que hoy se golpea el pecho hablando de “la buena gestión del MI», criticó a la administración anterior en materia de seguridad; cuando en realidad, al ministro actual por su gestión, está para echar. Pero para el hoy oficialismo, el malo era Bonomi.
Ahora volviendo a la administración actual de la cartera de interior, concretamente hablando de Heber, éste no pudo salir a relucir lo mejor de sí en los momentos clave, y en los asuntos que eran fundamentales, porque si nos ponemos a pensar, lo que ha sido la administración de Larrañaga y la actual de Heber, el equipo del MI que pararadojicamente no es el que mejores resultados tiene, es el que el presidente casi que ni cuestiona, e intocable ante las críticas de la opinión pública; se mantiene con el respaldo de Lacalle Pou. Yo creo que Bonomi es mucho mejor que Heber. Eso por un lado.
Pero como hacemos para mensurar, para medir la dimensión de las gestiones de Bonomi respecto a Larrañaga- Heber. Recuerdo que, a Bonomi lo tuvieron apuntado antes de finalizar el segundo período de gobierno del FA; lo tuvieron antes de finalizar el tercer período. Bonomi resistió, esa es la verdad.
Cuando se criticó la gestión de Bonomi respecto a la lucha contra el narcotráfico, hicieron todo lo posible, decirle que era el ministro de las excusas; que no recorría el país; que no caminaba con la gente; decirle que fracasaba y acusaba; Todo, pero Bonomi resistió en los momentos clave de su gestión, el ministro estuvo firme en los momentos que podían llegar a ser punto de inflexión, bisagra, los sostuvo, los logró, y después cuando llegaron los momentos más complicados, allí Bonomi apareció, y saco a relucir su jerarquía, eso que hablamos muchas veces en las redes que le falta a los ministros de la coalición multicolor.
Ahora lo que no podré decir, es que este Gobierno multicolor será recordado por algo, no puede ser recordado por nada porque no deja huella, es una administración sin tanta convicción, sin tanta adhesión, no creo que la gente se identifique.
Además, si me acuerdo, y me retumban las declaraciones de Lacalle Pou cuando no era presidente y dijo en el acto del parque Viera “…Un presidente que acompañe, que este al lado del policía que quiere reprimir el delito y esta solo…”. Me resulta doloroso ver a la policía mal vestida, mal equipada frente a otra logística que manejan los narcos; Y cuando el actual presidente dijo que: “…se terminó el aumento de impuestos, tarifas y combustibles…” ¿se acuerdan de Lacalle Pou cuando dijo eso? El mismo presidente que prometió algo que aún no cumplió aprueba esta gestión del MI.
Ahora vos te quedas un período de Gobierno al frente de una cartera y algún logro obtienes seguro. Esto no va en desmedro de lo que el oficialismo va consiguiendo, se consiguieron algunos nuevos patrulleros con esta gestión, pero con la anterior logro más equipamiento, vehículos, cámaras urbanas en casi todo Montevideo, y decían que no servía para nada. Entonces tal vez llego el momento de darle valor a lo de ahora y valor a lo de aquel momento ¿no? ¿Que si lo de ahora vale lo de antes no? ¿Cómo es la mano? ¿Vale porque lo conseguí yo y lo otro no valía porque lo consiguió Bonomi? El tema es que Lacalle Pou y su gabinete se pusieron la vara muy alta, se asfixia solo, se aprieta el cuello diciendo las promesas en aquel acto, está en todos lados, lo dijo Lacalle Pou en el Parque Viera, archivo, googléenlo. “…Un presidente que acompañe, que este al lado del policía que quiere reprimir el delito y esta solo…” “…se terminó el aumento de impuestos, tarifas y combustibles…”. Ahora si lo que importa es respaldar una mala gestión del MI actual en la lucha contra el narcotráfico y no ser objetivos, entonces, ¿Qué hay para festejar? Casi que esta gestión actual no se debe festejar, y todos los cañones deben estar apuntados a mejorar la policía que hoy en día se ingresa con pocos años de enseñanza cursados y poco más. Imagínense el fracaso que significaría culminar este período de Gobierno siendo el período donde más se encrudeció la lucha en el narcotráfico. Uno es esclavo de sus palabras, y recuerdo perfectamente cuál era la plataforma eleccionaria de esta dirigencia blanca, ahora me acuerdo que el objetivo primario, el primordial, la premisa lo más importante era la seguridad interior, una mejor política exterior, la educación, y las relaciones laborales. Aún no han logrado nada, ojo, puede ganar algo antes de que finalice el período de esta Administración
Entonces hay que ser justo, y a mí como abogado, y columnista me gusta decir la verdad, por afuera pareciera que esta todo genial, todo bárbaro, y aun hoy en la victoria del referéndum, me pregunto ¿Cuál es el modelo organizacional de este Gobierno? ¿A qué quieren llegar? ¿a continuar una mala gestión? “hay orden de no aflojar”, el combate frontal al narcotráfico, como decía Larrañaga. ¿Logró algo? O el caso Sebastián Marset que estaba desaparecido y volvió a desaparecer, gestionando un pasaporte uruguayo desde prisión con la participación de sus abogados a través de la sección consular de la embajada de Uruguay en Abudabí. Recordemos que el tramite avanzo en dependencias de los ministerios de Interior y el de Relaciones exteriores, y se le fue concedido el documento en Emiratos Árabes Unidos, entonces Marset presentó el pasaporte uruguayo ante las autoridades emiraties y logro su libertad… ¿ese MI queremos?
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