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De franquicias de juguetes a íconos de la cultura popular Por Carlos Acevedo

De franquicias de juguetes a íconos de la cultura popular  Por Carlos Acevedo
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Ambas comenzaron como series de muñecos dirigidas al público infantil, pero con el tiempo fueron creciendo y expandiendo su marca hasta convertirse en referentes culturales. “Transformers: el despertar de las bestias”, película que se exhibe actualmente en carteleras uruguayas y “Barbie, la película”, que se estrenará en julio, son auténticos fenómenos de masas que trascienden los productos que las originaron.

Juguete cuestionado y contradictorio, amado y odiado pero ya integrado a la cultura popular, más allá de apuntar a un público de nivel socioeconómico de medio a alto, la muñeca Barbie es, sin duda, un fenómeno que ha trascendido al de una mera muñeca para niñas.
Creada en 1959, fue una de las primeras en representar una mujer adulta, ya que, hasta aquel momento, la mayoría tenían aspecto de bebés. En ese contexto, la intención de su creadora, Ruth Hendler, fue que encarnara un modelo de mujer que trascendiera a la típica ama de casa de la época.
En efecto, el nuevo juguete poseía una infinita cantidad de indumentarias, diseñadas frecuentemente por prestigiosos modistos, y un variopinto abanico de profesiones, desde carreras universitarias hasta meros oficios.
Durante décadas, fueron objeto de controversia las medidas físicas irreales que presentaba Barbie, que la distanciaban de una mujer real para hacerla personificar un ideal inalcanzable. Sin embargo, se la considera representativa de una impronta de mujer segura de sí misma, empoderada, trabajadora e independiente, más allá de que, en el devenir del tiempo, acabó “casándose” con su eterno novio, el poco trascendente Ken.
Mattel, la empresa que la creó, procurando reflejar en su producto los cambios sociales de cada década, fabricó muñecas de distintas razas como amigas de Barbie e, incluso, de diversas contexturas físicas, que se diferenciaron claramente de la imagen exageradamente delgada de sus comienzos.
Una larga serie de productos -prácticamente cualquier cosa que pudiera ser vendida a menores de edad y llevar el logo de Barbie- expandieron la marca y coadyuvaron a generar una suerte de historia para el personaje. Esas producciones incluyen una nutrida lista de películas de animación -cerca de cincuenta- y varios videojuegos, además de libros y comics, entre otros artículos de alto consumo.
Sin embargo, la llegada del primer filme de Barbie con actores reales resulta todo un suceso, ya que apunta a un público que trasciende lo infantil, con parodias y chistes adultos incluso con un doble sentido, que amplían sustantivamente el mercado.
Algo similar sucede con Transformers, cuya franquicia de juguetes se la debemos a Hasbro, eterna competidora de Mattel. La creación de estas figuras data ya de 1982 y, contrariamente a lo que se cree, no se generó en Estados Unidos.
La compañía norteamericana compró a la empresa japonesa Takara Tomy una serie de robots transformables, les cambió el nombre y construyó una historia que les permitió hacerse famosos, lo cual era común en el mercado juguetero norteamericano de aquel entonces.
Paralelamente una serie de comics, que aun se sigue editando, complementó y expandió el universo de los personajes, ampliando el público al cual iba dirigido el producto. Al principio los comics se basaban únicamente en la serie, pero luego comenzaron a desarrollar una continuidad propia, que muchas veces difería de la que podía verse en la animación. Incluso los editados en el Reino Unido distaban de los norteamericanos en temáticas y estaban dotados de un enfoque más adulto.
Varias series de juguetes, llamadas “Generaciones”, y figuras de colección, películas animadas, videojuegos y todo tipo de productos fueron gestando dos generaciones de fanáticos, para lo cual contribuyeron también los filmes con actores reales. “Transformers: el despertar de las bestias” es la séptima película “live action”, como le dicen en Estados Unidos, en integrarse al universo cinematográfico de dichos personajes, aunque no todas las propuestas siguen una única línea de continuidad.
El universo expandido de la franquicia posee, además, novelas, que también siguen una continuidad propia, lo cual amplía aun más el público objetivo que pueda interesarse en el producto.
Las películas se inspiran en distintas series de juguetes dentro de la misma marca, y toman elementos, incluso, de las diversas animaciones e historietas protagonizadas por las dos facciones de robots que prosiguen una encarnizada y eterna lucha que transciende el tiempo y las galaxias.
Alejada quizás de aquellas animaciones sencillas de los años ochenta, que apuntaban eminentemente a un público infantil, y mixturando la fantasía y la aventura con temáticas más adultas, este nuevo producto fílmico se inspira directamente en la serie animada “Beast Wars” de los años noventa, en la cual se presentaban Transformers que podían convertirse en animales robóticos, a diferencia de lo que sucedía en las primeras generaciones, cuando mutaban en vehículos u objetos varios.
Como desde hace décadas, Mattel y Hasbro volverán a competir por el favor de los fanáticos, tanto los más veteranos como los nuevos, y seguirán afianzando su lugar en la cultura popular de masas.

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