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De Montevideo a Venecia por Carl Bjorkman

De Montevideo a Venecia por Carl Bjorkman
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Eduardo Cardozo se hace eco de Tintoretto en la Bienal

En la víspera de la inauguración de la 60° Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia 2024, el Pabellón Uruguayo está lleno de expectativas. Eduardo Cardozo, un destacado artista uruguayo, está aquí para presentar su última instalación, «Latente», un diálogo reflexivo entre su propia historia creativa y el maestro veneciano Tintoretto.

En el corazón de la Bienal, cuyo tema este año es «Extranjeros en todas partes», la obra de Cardozo emerge como una exploración conmovedora de pertenencia e identidad cultural. Su instalación comprende tres elementos: el desnudo (la pared de su estudio en Montevideo), las vestiduras (una interpretación de los bocetos de Tintoretto para «El Paraíso») y el velo (hecho de piezas de gasa utilizadas en la remoción de la pared del estudio). «Latente» no solo traslada un fragmento de la vida cotidiana de Cardozo de Uruguay a Italia, sino que también lo sitúa en conversación con los ecos históricos del arte veneciano.

Este proyecto es profundamente personal para Cardozo. «Este trabajo y estar aquí me recuerda a él», dijo, refiriéndose a un amigo cuya memoria influye profundamente en la instalación. Cardozo compara su método artístico con un viaje en el tiempo, entrelazando historias personales y compartidas a través de continentes. «Lo veo cuando miro desde el velo», señala, destacando cómo las memorias personales informan profundamente su proceso creativo.

La obra de Cardozo se integra perfectamente con la narrativa general de la Bienal sobre la extranjería y la identidad. La instalación desafía a los espectadores a considerar las paredes que construimos alrededor de nosotros mismos—ya sean físicas, emocionales o culturales—y cómo el arte puede servir como puente. «En cierto sentido, cuando traigo la pared de mi estudio aquí, me estoy desarraigando», reflexiona Cardozo. «Es como ‘desenraizar’—arrancar un árbol de sus raíces. Este proceso es necesario, y aunque deja una sensación de vacío, también es un nuevo comienzo.»

La manipulación de la luz y el espacio es crucial en «Latente». Cardozo utiliza la luz no solo para iluminar sino para mejorar la interacción entre los elementos de la instalación. La luz sirve tanto para revelar como para ocultar, jugando un papel crucial en cómo se desarrolla la narrativa de la instalación ante los visitantes. Los tonos turquesa cálidos y calmantes de la pátina de Cardozo se fusionan a la perfección con la paleta de colores icónica de Venecia, reflejando las aguas tranquilas de la ciudad que los italianos llaman afectuosamente «La Serenissima».

La reverencia de Cardozo por el contexto histórico y su enfoque metódico para entender las obras de maestros pasados como Tintoretto informan gran parte de su trabajo. Él busca no solo traer su propia historia a Venecia, sino también absorber y reinterpretar la rica herencia artística que Venecia ofrece tan generosamente. «Me gusta ser curioso y aprender de los demás», dijo, enfatizando la importancia de aprender del legado artístico de la ciudad.

La presencia de Eduardo Cardozo en la Bienal de Venecia subraya el papel significativo de Uruguay en el escenario artístico internacional. Su obra no solo representa su propio viaje artístico sino que también sirve como testimonio del rico tapiz cultural de Uruguay, tejido a través de siglos de tradición e innovación.

A medida que la Bienal se prepara para abrir sus puertas, «Latente» se erige como un testimonio del poder del arte para conectar mundos dispares. La instalación de Cardozo nos invita a considerar los significados más profundos de hogar y pertenencia, desafiándonos a ver más allá de los límites físicos de nación e historia.

La participación de Eduardo Cardozo en la Bienal de este año es un recordatorio de la capacidad perdurable del arte para salvar las divisiones temporales y geográficas, invitando a cada espectador a una experiencia humana compartida, una de profunda conexión y entendimiento mutuo.

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