DEAr Mr. Larry
Por estos días ha trascendido que el ministro del Interior realiza gestiones para que la la famosa Drug Enforcement Agency (DEA) se instale en nuestro país. Esta agencia opera en la nación que tiene el mayor consumo de drogas en el mundo y difícilmente sus resultados hasta ahora puedan catalogarse como exitosos. Sobre su actuación en otros países hay innumerables denuncias que la califican como una fuerza de intervención para llevar adelante los designios imperiales, y más que combatir, regular la producción y circulación de drogas a nivel internacional. Si bien el Ministro Larrañaga refiere a que país precisa tecnología y recursos para poder tener más efectividad en la lucha contra el narcotráfico, ¿no estaríamos volviendo a abrir una puerta peligrosa? ¿Necesita nuestro país que venga esta agencia? ¿Es una confesión del gobierno de hallarse desbordado por el problema del narcotráfico? ¿Es conveniente ingresar al paradigma de guerra con que opera esta fuerza? ¿Qué garantiza que sus actividades no se expandan al espionaje político y la financiación de grupos ilegales, como lo han denunciado hasta ex presidentes latinoamericanos? ¿Cómo se controlaría a una entidad tan poderosa si no se puede controlar a las seguramente menos desarrolladas organizaciones narcas criollas? ¿En qué condiciones operaría? ¿Es admisible aceptar agentes extranjeros que operen sin estar regidos por las leyes uruguayas?
Se apela al lobo para que cuide a las ovejas por Gonzalo Abella
A comienzos del siglo XIX, Gran Bretaña impuso el consumo masivo de opio en China. Lo hizo en nombre de la “libertad de comercio”. Los cañones de la flota británica arrasaron la resistencia del Imperio Chino, cuyos gobernantes comprendían que detrás del opio venía el saqueo a la seda y al té. Ya a fines de ese mismo siglo, en la guerra chino – japonesa, los colonialistas británicos descaradamente reconocían que la debilidad militar de China se debía a la expansión del consumo del opio entre su población.
En el siglo XX, la droga ha formado parte de la estrategia de USA para el sometimiento y el saqueo. Ya en los 60 cuando la juventud yanqui y el movimiento hippie cuestionaban la guerra de Viet Nam, la expansión de la droga disminuyó la fuerza y la radicalidad del movimiento. Desde la CIA se introdujo silenciosamente la idea de que una manera de enfrentar al Sistema era el consumo prohibido, aunque llevara la autodestrucción. La droga como consigna, empezando por la marihuana y terminando con el LSD, se infiltró como moda y desafío, como una transgresión simpática, junto a consignas revolucionarias, justas y necesarias, que incluían la ruptura de todos los prejuicios.
Ya en los años 70 la expansión del consumo ilícito en nuestra América, desde México a Brasil, cumplió con dos objetivos imperiales: por un lado, la autodestrucción (o limitación de capacidades) de una multitud de jóvenes con pensamiento crítico y sensibilidad social, y por otro lado el control de la distribución bajo el pretexto de reprimirla.
Los imperialistas, cuanto más hablan de los peligros de la droga, más impulsan su consumo. Su estructura militar de “combate a la droga” es en realidad un combate por la hegemonía de su circulación y por los suculentos ingresos de su comercialización. Pero no son los ingresos económicos su objetivo principal. Su objetivo principal es político. La droga debe llegar a los sectores potencialmente conflictivos y en su versión económica a la legión mayoritaria de los excluidos.
Narcotráfico y “lotería de milagros” de los pastores pseudo – evangélicos de la TV nocturna se complementan como el opio contemporáneo, como la sustancia adormecedora de la combatividad popular. El imperio apadrina ambos movimientos.
¿Y por casa? ¿Qué podemos esperar de un gobierno neoliberal, o sea, administrador de un capitalismo ortodoxo en el tiempo de las Trasnacionales saqueadoras?
Conozco personalmente a varios integrantes de este gobierno. No dudo de la honorabilidad personal de muchos de ellos. Pero son “esclavos de su doctrina”. Cuando un Gobierno se somete ante las leyes del mercado (sea un Gobierno neoliberal o socialdemócrata de derecha) se acepta que todo lo regule la oferta y la demanda, en el fondo se acepta que todo se vuelva mercancía. Y se quiera o no, la conciencia de muchos de sus correligionarios también se vuelve mercancía, con valor de uso y con valor de cambio. Cuando se sirve a las Trasnacionales, a las que se adora como proveedoras de puestos de trabajo, inevitablemente ese Gobierno se alinea con las políticas imperiales, y en la compraventa consiguiente en términos desiguales, se sirve a objetivos ajenos económicos, geopolíticos y militares.
Y entonces, muchas veces con ingenuidad, se apela al lobo para que cuide a las ovejas contra los zorros. Y si no hay ingenuidad, hay compromisos.
En la administración anterior, el Estado uruguayo se volvió agricultor, pero no de alimentos sino de marihuana. No está bien ni mal. Es una muestra de prioridades. Quizás la estrecha amistad entre el Presidente Mujica y la embajadora norteamericana de la época haya influido en esas prioridades, vaya uno a saberlo.
Pero sólo el pueblo organizado podrá frenar la expansión del narcotráfico y sólo podrá hacerlo en el marco de un proyecto popular con herramientas políticas propias. Quizás no falte tanto para eso.
La ingenuidad también es criminal por Renzo Rossello
Entre fines de la década de 1990 y principios de la de 2000 la Policía Antidrogas se consolidó como una de las unidades modelo en Uruguay. Una reforma radical de esa unidad policial aventó varios de los males endémicos que se habían enquistado en la antigua Brigada de Narcóticos, que dependía de la Inteligencia policial. El peor de todos: la corrupción. En esa reprogramación hubo dos altos oficiales que, con perfiles bien distintos, dejaron su huella: Roberto Rivero, en primer lugar, y más tarde Julio Guarteche. En buena medida fue su impronta la que convirtió a esa unidad en una herramienta inteligente para el combate al narcotráfico. Y el otro factor fue una acertada alianza con la DEA estadounidense, gracias a la que fue posible la captura de integrantes de los carteles que habían comenzado a penetrar en Uruguay: colombianos, mexicanos, paraguayos, entre los jugadores de la divisional A del crimen organizado.
El trabajo coordinado con la DEA permitió no sólo desarticular algunas de las redes más complejas, extendidas y peligrosas del continente, con una influencia cada vez mayor en el sur. También permitió evitar el atentado contra el propio Guarteche, contado en el libro Matar al mormón de Gabriel Pereyra. El asesinato del principal jefe antidroga habría sido el principio de una peligrosa debacle de consecuencias insospechadas.
La naturaleza de la DEA, como la de cualquiera de las otras quince agencias de inteligencias que forman el complejo sistema estadounidense, está llena de claroscuros. El Congreso de Estados Unidos mantiene un estricto control sobre todas las agencias, incluidas las reinas de la opacidad absoluta como la CIA y la NSA. Cada uno de los escándalos en los que se han visto envueltas esas agencias ha tenido el escrutinio parlamentario o ha sido este el principal factor de su esclarecimiento y sanción.
La contrapartida de este juego son las organizaciones criminales, cada vez más sofisticadas en estructuras y capacidad de penetración en las esferas políticas y públicas. El narcotráfico, una de las principales actividades de esas organizaciones, no la única, ni siquiera la más rentable –el tráfico de armas, personas, órganos y especies animales rivalizan en cifras, junto a la extorsión y la corrupción de gobiernos- es por definición un delito transnacional. Pretender que es posible combatirlo sólo con herramientas locales es cuando menos ingenuo. Criminalmente ingenuo.
En esa línea una alianza con un organismo como la DEA –que posee en El Paso (Texas) uno de los mayores bancos de información del mundo, semejante al del FBI en Quantico (Virginia)- ofrece más beneficios que perjuicios en el balance. Suponer que un trabajo coordinado, o la instalación de una estación en terreno uruguayo puede darle un flanco para operaciones ilegales de espionaje político es también parte de esa ingenuidad. Las operaciones ilegales tienen lugar con absoluta prescindencia de acuerdos. ¿O acaso olvidamos qué pasó con la filtración del espionaje a los celulares de Angela Merkel y otros líderes europeos? El espionaje y la guerra sucia nunca se declararon en ningún documento oficial.
No conviene a la conducta de los orientales por Martín Forischi
El Estado tiene dentro de sus tareas imperiosas, la seguridad de sus ciudadanos, este ejercicio consiente es indivisible, inseparable, por lo tanto, se infiere que para no limitar su soberanía esta tarea la debe de realizar el propio Estado.
Entonces, ¿necesitamos recurrir a un ente extranjero como colaborador? Existen los Cometidos esenciales del Estado, y refieren a aquellas tareas indelegables que se le dieron por encargo.
El Estado ejerciendo su soberanía, puede crear normas jurídicas bajo las estrictas márgenes que establece la Constitución, para cumplir con sus cometidos esenciales.
Pero supongamos que el Estado tenga la necesidad de peticionar la colaboración extranjera para poder cumplir con su tarea esencial de la seguridad interior, previo a ello debemos distinguir dos conceptos, el de soberanía en lo interno, y el de soberanía a nivel internacional
La soberanía en lo interno le entrega a la nación las capacidades necesarias para la creación de un ordenamiento jurídico que vaya en consonancia con la Constitución.
Ahora, ¿es acaso una limitación de la soberanía el hecho de peticionar la colaboración extranjera para cumplir ciertas actividades que forman parte de los cometidos esenciales de Estado? ¿cómo descubrir ese mecanismo? Para descubrir una cosa es indispensable que la cosa exista y puede ser por la vía de los tratados
Para ello debemos tener en cuenta el concepto de soberanía en el derecho internacional, donde ya no es un solo Estado el soberano, sino todos ellos soberanos e independientes, tienen la facultad de crear relaciones jurídicas bilaterales, mediante tratados, dichos acuerdos no pueden ir contra el orden jurídico interno, porque en ese caso, si un tratado es contrario a las normas y principios constitucionales se estaría limitando nuestra soberanía.
Emitiendo un juicio y con raciocinio, la medida de solicitar la colaboración extranjera de la DEA en Uruguay, así sea por la vía de tratados no conviene a la conducta de los orientales, y esa opinión rebate ampliamente las opiniones de los que están a favor de las intervenciones, ya que como vimos, Los cometidos esenciales del Estado, refieren a aquellas tareas indelegables que se le dieron por encargo al propio Estado.
Y las tareas son más que un simple trabajo; son el trabajo de la ciencia y del ingenio, y creo que los orientales cuentan con esas capacidades como para resolver nuestros problemas; y más que un deber es una obligación del Estado, y la obligación indica alguna cosa más absoluta para la práctica, y el buen parecer exigen su cumplimiento.
Como con la pandemia… por Isabel Viana
El Ministro del Interior, Jorge Larrañaga comunicó que ha iniciado conversaciones para que la Drug Enforcement Agency (DEA) de Estados Unidos vuelva a participar en el combate a las drogas en nuestro país. Arguye que “…el país precisa tecnología y recursos para poder tener más efectividad en la lucha contra el narcotráfico”. Agregó: “Si no libramos esta guerra con toda decisión, con todos los costos que pueda tener, vamos a tener numerosos dramas en la vida nacional”
Mi opinión no puede ser más contraria a que recibamos “asesoramiento” o “cooperación” de la DEA para resolver nuestros problemas con el comercio y consumo de drogas. Encarar el tema drogadicciones requiere de políticas de Estado de largo plazo, que comprenden acciones sociales diversas y progresivas (trabajo, vivienda, educación, solidaridad). El narcotráfico debe ser reprimido, porque viola nuestras leyes, y para ello tenemos instrumentos competentes.
Nixon creó la DEA en 1973 como herramienta en la declaratoria de “guerra contra las drogas” Posee 86 departamentos en 62 países (2018) lo que la convierte en la agencia estadounidense de investigación y represión con más presencia en el exterior. Se adoptó como criterio de combate a las drogas la represión y la cárcel. Desde la declaración de “guerra a las drogas” la población carcelaria de USA creció exponencialmente (de 200.000 a 1:500.000 presos), al ritmo del tráfico y el consumo. Estados Unidos sigue siendo el mercado global más importante para las drogas. Leyes de USA posteriores a la creación de la DEA) le permiten perseguir a cualquiera que trafique drogas, sin importar si las drogas entran a los Estados Unidos.
Las oficinas de la DEA en Montevideo se abrieron por última vez en 2012 — con Bonomi como ministro, gobierno de Mujica— luego de haberse retirado del país a mediados de los noventa. Desde el año 2005, la Academia Internacional de las Fuerzas del Orden (ILEA, por su sigla en inglés), ha facilitado entrenamiento de oficiales de la Policía, del Sistema Judicial y de Migraciones de Uruguay en su centro de capacitación en El Salvador. Allí, “…funcionarios uruguayos han realizado intercambios basados en mejores prácticas de ejercicio de la ley, trata de personas, seguridad de fronteras, lucha anti narcóticos, ciberseguridad y patrullaje no violento, entre otras áreas. La sociedad entre Estados Unidos y Uruguay para el combate del crimen transnacional es esencial”. (fuente: Embajada de USA, Noticias y Eventos, mayo/20).
El cierre de las oficinas de la DEA en Uruguay se concretó en marzo de 2019. En aquel momento, medios uruguayos consignaron, en base a fuentes estadounidenses, que la decisión obedecía a una “redistribución” de los recursos de la entidad y que no implicaba el cese de la cooperación entre ambos países en el combate al narcotráfico. En setiembre de ese mismo año en el puerto de Hamburgo se encontraron 4,5 toneladas de cocaína embarcadas desde Uruguay. Larrañaga dice saber que la DEA se retiró por “no haber encontrado respuestas del gobierno del FA”. Puede concluirse que la presencia de la DEA no rindió los frutos esperados, presente en el país o desde Buenos Aires.
Ante la iniciativa ministerial, cabe preguntarse ¿Usaremos los mismos criterios para tratar la drogadicción y el narcotráfico? ¿Por qué el más que obsoleto enfoque represivo para encarar el tema drogadicción sería útil aquí? ¿Podemos reprimir el narcotráfico con nuestras leyes y fuerzas del orden?
Tengo la certeza de que, en uso de nuestra soberanía, construiremos progresivamente los caminos convergentes necesarios para encarar este problema, usando de la misma eficiencia y decisión con que la nación acaba de hacerlo con la pandemia del COVID 19.
Qué necesidad por Miguel Manzi
EEUU es un amigo tradicional de Uruguay, y viceversa (preguntale a Vázquez y a Mujica, que anduvieron a los besos). Hay muchas y muy buenas razones, de todo orden, para felicitarse por esa amistad tradicional. De repente, la más sensible, es la que refiere a la defensa de nuestra soberanía que, además de la sangre de los bravos orientales, en varias ocasiones, desde que nos declararon independientes en 1828, necesitó de un garante externo (para una mirada rápida de este tema, ver la nota de Ope Pasquet “El Tío Sam, viejo amigo”, en http://columnistas.montevideo.com.uy/ucimprimir_49164_1.html). Es tradicional invocar, en beneficio de esta posición de Estado, a Luis A. de Herrera cuando dice que un país como el nuestro (chico entre dos gigantes), necesita amigos “tan poderosos como lejanos”. Ocurre que la amistad entre los países se facilita por identidades culturales, pero, a diferencia de la amistad entre los pueblos, se revisa permanentemente por intereses nacionales. Así, la Argentina de los Kirchner nos bloqueó los puentes, o el Brasil de Lula nos trancó el arroz, sin que a la larga dejáramos de sentirnos hermanos de unos y primos de otros. Con EEUU, a falta de vecindad y de raíces históricas comunes, la amistad se sostiene por intereses nacionales de los dos lados (descontando las asimetrías). En materia de lucha contra el narcotráfico, v.g., a Uruguay le interesa contar con el apoyo de EEUU a través de recursos materiales e información de inteligencia; para los que no se precisan agentes gringos en el territorio. Esto es obvio en el caso de los recursos materiales, pero no lo es menos para la inteligencia: seguro que EEUU ya tiene suficientes espías e informantes, entre su personal y los vivianes trías.
Payasea Bonomi cuando dice que la DEA se fue del Uruguay porque el narcotráfico está controlado. Fantasea Alfredo García cuando insinúa que, si vuelve, puede organizar una invasión a… ¿a dónde era? Confunde Larrañaga cuando sugiere que el éxito de la lucha contra el narcotráfico depende de la presencia en el país de personal extranjero. No pude encontrar el año en que la DEA desplegó por primera vez personal en Uruguay. Mucho menos cuántos agentes tenía en el terreno (¿5, 10, 20?). En cambio, está escrito que se retiró en 1994, y se reinstaló en 2012, bajo Mujica (por si alguien no lo sabe: para hacerlo debió contar con el consentimiento explícito del gobierno). Ahora se vuelve a ir; pero fuentes de la Embajada indicaron que “El cierre de la oficina no significa el cese de la cooperación o del vínculo entre la DEA y las autoridades de Uruguay”. Así que tranqui, Ministro. Además, acuérdese que “El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen”.
La DEA por David Rabinovich
En Estados Unidos, la Drug Enforcement Administration (DEA), es una agencia de aplicación de la ley federal bajo el Departamento de Justicia, encargado de la lucha contra el tráfico y la distribución de drogas en ese país.1 La DEA cuenta con un presupuesto declarado de más de 3 mil millones de dólares a los que se sumarían los fondos que se obtienen por “incautaciones” y ‘otras’ vías.
En 2008 el gobierno de Bolivia expulsó a la DEA de su territorio; Evo Morales la denunció porque había financiado la toma de los aeropuertos. La acción habría sido promovida por ‘cívicos’ de las localidades de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija, cuando instaban a un golpe en su contra.
«La decisión de expulsión se tomó por el trabajo de espionaje político y financiación a grupos delincuenciales por parte de agentes de Estados Unidos.», aseguró el presidente Morales.2
12 años después, el 18 de junio pasado, publicó El Tiempo (Bogotá – Colombia)3: “La DEA, una de las agencias más importantes de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y el lavado de activos, está siendo cuestionada por el Departamento de Justicia de ese país en temas operacionales sobre blanqueo de capitales. (…) Funcionarios de alto nivel de ese gobierno señalaron que hay un descontrol sobre las operaciones que agentes encubiertos de la DEA realizan en diferentes partes del mundo –y en su propio suelo– relacionadas con el movimiento de dinero ilegal para infiltrar organizaciones narcotraficantes. (…) El inspector general del Departamento de Justicia, Michael E. Horowitz, aseguró que tras realizar una auditoría interna quedó en evidencia que esas operaciones encubiertas no han contado con una adecuada supervisión ni con controles estrictos para evitar que se termine facilitando la labor ilícita de los narcos.” 4
Se dice que la DEA ha sido protagonista de primera línea en ‘la guerra contra las drogas y el terrorismo’. Un ejemplo es el Plan Colombia que no habría logrado sus objetivos y, por el contrario, significó una crisis de desplazados y contaminación ambiental.
El ex director de la Política de Control de Drogas de la Casa Blanca John Walters, un acérrimo defensor de las medidas aplicadas por la DEA, afirmaba: «No hay duda que si no se hace cumplir la ley habría más violencia, habría más consumo de drogas», subrayó. «La sociedad y la ley deben reprimir algo que es extremadamente destructivo. Si no se hace se deja de ser civilizado y entra a dominar la violencia, la sangre y el terrorismo».
Para las miradas críticas “… la llamada guerra contra las drogas (…) ha sido un fracaso. (…) se reconocen algunos aciertos, (pero) tras miles de millones de dólares invertidos y decenas de miles de vidas perdidas, el balance es negativo sobre todo para los pueblos de América Latina…”.
Con México, EE.UU. firmó la Iniciativa Mérida, para impulsar la guerra contra el narcotráfico, pero “Aunque se logró la captura y extradición de capos importantes y la incautación de grandes cargamentos de droga, se desató una insoportable ola de violencia por organizaciones criminales envalentonadas y una crisis de gobernabilidad por la infiltración y corrupción de las instituciones del estado”. Afirmaba Adam Isacson, analista de Seguridad Regional de WOLA. [Fuente: BBC, en 2013] 5
Con bombos y platillos proponen que se instale una oficina de la DEA en Uruguay. Cuando se hagan los balances quienes ahora asumen que “se hicieron cargo” ¿se harán responsables? Si resultan recetas desastrosas: ¿Cómo se ‘desface’ este entuerto?
1Wikipedia
2 Telesur
5 https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130628_eeuu_dea_drogas_40_aniversario_wbm
¿buena iDEA? Por Eduardo Vaz
- Vieja conocida
La DEA ya ha estado en y se ha ido otras veces de Uruguay, con gobierno blanco (1994) y del FA (2019). (1)
Larrañaga sostiene que sus “contactos” le soplaron que se fueron porque el gobierno del FA no colaboraba.
“Informes de 1994 y 1995 de la DEA señalaron a Uruguay como un importante centro de lavado de dinero del narcotráfico, generado en el rígido secreto bancario. Para el gobierno uruguayo la estabilidad y las garantías de su sistema financiero son una de las claves de su desarrollo.” (2)
- Antecedentes
- Si tomamos de referencia la DNII formada con presencia de la CIA y el FBI en los 70 para luchar contra la subversión externa e interna, y los funcionarios que formaron como Víctor Castiglioni, mete miedo la cosa. Recordemos que terminaron pasando por allí blancos, colorados, frentistas, sindicalistas, sometidos a vejámenes de diferente tenor.
- ¿Qué políticas sostiene la DEA?
“Si la guerra contra las drogas mantiene aún hoy el respaldo de gran parte de los aparatos de coerción de los estados latinoamericanos es, en cierto modo, porque la DEA, a mediados de los años setenta, hizo germinar las bases de un campo policial cuya estructura formal, programa, prácticas y propósitos responden a un paradigma anclado en la prohibición y la lógica punitiva.” (3)
- Si averiguamos lo hecho en Colombia por la DEA, donde más años y recursos de todo tipo ha dedicado, no solo no ha resuelto el tema narco, sino que se ha agudizado al extremo. Y las denuncias de agentes norteamericanos metidos en escándalos financieros con dinero de la droga, armas y orgías, es preocupante. (4)
- “La guerra contra las drogas en Estados Unidos ha sido un fracaso que ha arruinado vidas, ha abarrotado las cárceles y ha costado una fortuna. Comenzó durante el gobierno de Nixon…Los estudios muestran que Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de abuso de drogas del mundo.” (5)
- Comisión Global de Política de Drogas: La integran 14 exjefes de Estado y cuatro premios Nobel, entre los que están el expresidente colombiano Gaviria, el chileno Lagos, la suiza Ruth Dreifuss, y el Nobel Mario Vargas Llosa.
“La guerra contra la droga no ha sido, no podrá y no será ganada”, dice el informe de la comisión que tiene 19 integrantes que consideran que la estrategia ha tenido “devastadoras consecuencias” para personas y países. (6)
Dicha Comisión denunció en su más reciente informe la falta de bases científicas con las que los organismos internacionales han decidido qué sustancias son legales y cuáles no. Por ejemplo, el tabaco y el alcohol han sido permitidos históricamente porque formaban parte de las costumbres sociales de Occidente, mientras que los opiáceos y la hoja de coca son perseguidos desde su cultivo sin importar el uso cultural en sociedades indígenas. (7)
- Amiga de siempre
Contaba Daniel Vidart:
“En la cueva de Shanidar, en Irak, se encontraron Neanderthales de 60.000 años, y alrededor de uno de los cuerpos había restos de plantas alucinógenas. O sea que hace 60.000 años ya se la estaban dando. El hombre convivió siempre con las sustancias, y, en paralelo, convivió con otras dos cosas: la ignorancia y el poder. El poder decide qué es bueno y malo, de acuerdo a sus intereses; en algún momento decía que era mala la yerba mate, el café o el tabaco. (8)
- ¿Quo vadis?
Conviven y se enfrentan dos claras tendencias globales: la tradicional visión impulsada por USA de prohibicionismo y punición, a la que se asocian otros socios muy fuertes como China y Rusia y, otra, la impulsada por las Comisión Global, países como Uruguay, ocho estados norteamericanos, y movimientos en todo el mundo que van por la legalización, el consumo responsable, el enfoque sanitario, la reducción de daños, etc. (9)
- ¿Todo está perdido?
Cuesta ser optimista. La DEA debería cambiar a fondo y, orientada por Trump, parece difícil. Pero no seamos prejuiciosos, dejemos a Larrañaga y Lacalle Pou ensayar sus políticas y veremos. Ojalá, dentro de 5 años podamos escribir: bien por la política antidrogas, hay menos violencia y menos daños humanos.
Pero no valdrá decir: “yo no sabía nada”.
REFERENCIAS:
(4) https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/ee-uu-admite-descontrol-de-la-dea-en-casos
(5) https://www.nytimes.com/es/2018/01/03/espanol/opinion/la-guerra-fallida-contra-las-drogas.html
(6) https://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/06/110601_drogas_informe_depenalizar_cch
(7) https://www.animalpolitico.com/2019/06/prohibicion-drogas-sin-bases-cientificas/
(8) https://ladiaria.com.uy/articulo/2014/10/la-planta-mas-dulce/
(9) https://gestion.pe/tendencias/estados-unidos-son-8-estados-marihuana-legal-224066-noticia/
¡Pónganse las pilas! por Juan Pablo Grandal
“Un adolescente de 15 años muerto y un joven grave tras enfrentamiento narco en Salto”. Este es un titular de Subrayado, del pasado martes. No nos escandaliza, no genera marchas masivas en todo el mundo, ninguna multinacional hará propaganda denunciando la muerte de este joven, ni mucho menos se censurarán películas o música que glorifique al narcotráfico. Pero para muchos compatriotas, así como en buena parte del mundo, la situación de violencia que causó en este caso la muerte de un adolescente es el pan de cada día.
En este contexto, entendiendo su gravedad, podemos analizar la intención por parte del gobierno de que se instale la DEA en el Uruguay. Pero no cualquier política planteada para combatir el narcotráfico es útil.
Hoy la problemática del narcotráfico en Latinoamérica está al rojo vivo. Tras décadas de una supuesta “guerra contra las drogas” llevada a cabo por las fuerzas de seguridad de los EE. UU., la situación no parece más que empeorar. Existen ciudades en Centroamérica, como es el caso de San Pedro Sula en Honduras, donde tu vida corre más riesgo que en Kabul, capital de Afganistán, país en guerra hace 19 años.
Menciono particularmente este caso, ya que Honduras es un país en el que no solamente la DEA ejerce funciones policiales, sino que los EE. UU. tienen una importante presencia militar allí. ¿Qué logros ha tenido esta estrategia en el combate al narcotráfico? Avanzar la agenda hegemónica del deepstate (estado profundo o poder real) norteamericano.
Y a esto voy: ningún pueblo con un mínimo de amor propio puede permitir que un país extranjero, y menos uno con intenciones hegemónicas en nuestro continente, realice tareas policiales en nuestro país. Para eso están nuestras fuerzas policiales, o las Fuerzas Armadas para combatir el contrabando en la frontera, pero nunca fuerzas extranjeras, ni de EE. UU. ni de ninguna potencia.
Esto, en los Estados Unidos, es entendido claramente. ¿Qué estadounidense permitiría que fuerzas extranjeras realicen funciones policiales en su país? Particularmente entre los sectores que apoyan al Presidente Trump, esto sería absolutamente impensable y cualquier propuesta de este tipo despertaría su furia. Y tendrían razón, y estarían justificados. La subordinación de los países latinoamericanos en la esfera global nos tiene acostumbrados a ver ciertas cuestiones como normales, cuando no deberían serlo.
Cada nación tiene sus fuerzas de seguridad, y es su responsabilidad proteger a sus ciudadanos. Nuestra clase política tiene que dejar de mirar hacia afuera ante sus propios fracasos. Garantizar la seguridad interna es su deber constitucional. Y al gran drama de la proliferación de las drogas y el creciente poder del narcotráfico, no le podemos sumar la presencia de fuerzas extranjeras a las que poco les interesa el bienestar de nuestra gente ni nuestro interés nacional. ¡Pónganse las pilas!
Pensamiento mágico, épica y marketing policial por Eric Alvez
En poco más de 100 días hemos visto con meridiana claridad cómo el gobierno se ha trazado una estrategia comunicacional de heroicidad. Especialmente el Ministerio del Interior (MI) ha liderado el podio en lo que refiere a esta forma de comunicar, seguido muy de cerca por el Ministerio de Relaciones Exteriores (MRREE) y sus hazañas de rescate en altamar. Es así que vemos en redes circular videos institucionales de policías saliendo a operativos o de policías en pleno operativo, como los de requisa en al menos dos centros de reclusión. Pero todo relato épico necesita de un villano claro que acumule la antipatía de los receptores para de esa manera justificar cualquier tipo de acción de nuestra figura heroica. La figura heroica está clara en la construcción del relato: La Policía. ¿Cuál es entonces la figura antagonista? Los mensajes del gobierno también son claros en ese sentido: El narcotráfico.
Mi intención no es minimizar el crecimiento del narcotráfico en las sociedades actuales y especialmente en la sociedad uruguaya, en los últimos años el mismo ha estado en estrecho vínculo con organizaciones regionales, sino tratar de pensar colectivamente su rol en el relato de la política de seguridad. En este relato parece que el narcotráfico es la variable que explicaría todas las situaciones de violencia de nuestra sociedad. Tanto que hasta algún representante multicolor y algún que otro funcional comunicador lo quiso poner como variable explicativa de los lamentables hechos ocurridos en la base militar del Cerro de Montevideo.
Es en este contexto que en declaraciones públicas al programa periodístico “Así Nos Va” de Radio Carve el Ministro Larrañaga reconoce haber mantenido contacto con la Administración para el Control de Drogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DEA), agencia que goza de tanta publicidad como fracasos, debido a su política de “guerra contra las drogas” que se ha centrado en una supuesta guerra contra el suministro, especialmente en países latinoamericanos identificados como productores, pero que no ha reducido en nada la demanda sino todo lo contrario. Es tal el fracaso que paradójicamente EEUU es hoy uno de los países con las tasas más altas de consumo, con cárceles abarrotadas de consumidores y con el narcotráfico en auge.
Cabe agregar también que esta política está amparada en el paradigma prohibicionista, el cual tiene como consecuencia directa la existencia de un mercado negro de altas ganancias, campo fértil para el tráfico de armas, los sobornos en altas esferas de la justicia y la política y las ejecuciones de personas. En definitiva, la DEA es la sigla del fracaso en la lucha antidrogas. Sumando a esto las denuncias que pesan sobre ella acerca de varios funcionarios asociados con grandes carteles de productores y vendedores. Varias de estas denuncias formuladas por diferentes gobiernos latinoamericanos. Parecería que, en una especie de política del talenteo, el Ministro recurre a esta agencia para sumarle acción a su relato épico, pero sin ningún tipo de análisis riguroso acerca de objetivos trazados y cumplidos.
En este sentido, en el mismo programa de Radio Carve el Ministro reafirma mi sensación de basar su lucha antidrogas en la intuición. Cito para ello dos ejemplos: El primero es cuando afirma que tiene “conocimiento de que la DEA se fue del país porque no encontró respuestas en el gobierno anterior. Larrañaga señaló “Eso corre por mi cuenta. No le voy a dar información oficial porque no la tengo”. Estas afirmaciones fueron en respuesta a declaraciones del ex – Ministro Bonomi que aseguró en su momento que el narcotráfico “fue combatido al punto que la DEA resolvió retirarse”. Es curioso que si el Ministro Larrañaga no cuenta con información oficial se anime a decir algo que suena a un “Yo para mí…” de charla de bar. El segundo ejemplo refiere a si Uruguay se está transformando en un país productor y exportador, específicamente de marihuana, ya que en el programa “ADN” de VTV había hecho declaraciones en ese sentido. La periodista Patricia Madrid le pregunta sobre esas declaraciones y si tenía reportes oficiales, a lo que el Ministro responde “reportes oficiales no, pero nos han llegado noticias”. Es bueno contrastar esto con las palabras del fiscal Luis Pacheco en el programa “Todas las Voces” (Canal 4) el día 22/06 en donde menciona que no le constan investigaciones vinculadas a producción de drogas en Uruguay. Si no existen reportes oficiales, si la fiscalía de crimen organizado declara que no le constan investigaciones ¿En qué basa Larrañaga sus afirmaciones? Nuevamente talenteo.
En definitiva, queda la sensación de que, en este contexto de improvisación, falta de variables analíticas y marketing policial, Larrañaga menciona su pedido a la DEA como una necesidad narrativa de incorporar coprotagonistas para poner picante la trama de su guerra contra el narcotráfico. Esperemos que, en la necesidad de publicitar su relato, el Ministro cause menos destrozos y fracturas que los que generó la DEA en países como México o Colombia, lugares en los cuales los agentes de la DEA celebraban fiestas con trabajadoras sexuales contratadas por los narcos que debían combatir.
Ladean a Larry por Andrés Copelmayer
Larrañaga aceptó un hierro caliente, combatir el narco ya instalado definitivamente en Uruguay desde los 90 y expandiéndose a pasos agigantados. Los narcos tienen el triste galardón de ser las empresas familiares que más rápidamente se adaptaron a la globalización, la era digital y la reingeniería de lavar dinero legalmente con apoyo de profesionales especialistas en todas las áreas y altos funcionarios de gobierno.
La DEA creada para dar la gran batalla global contra el narco, ya ha fracasado con total éxito. Si bien logró la captura y extradición de capos importantes y la incautación de grandes cargamentos de droga, en los países donde más se los dejó intervenir (México y Colombia), desataron una insoportable ola de violencia, fortalecieron a las organizaciones criminales envalentonadas por su capacidad de penetración en la sociedad, y generaron una crisis de gobernabilidad con la infiltración y corrupción de las instituciones del estado.
Después de más de 40 años de “batalla” ni el consumo ni la producción de drogas duras decayó. El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU reportó que entre 1999 y 2017 hubo un aumento en el número de muertes por sobredosis. Pasaron de 6,7 muertes cada 100.000 personas (4.314) en 1999 a 24,3 cada 100.000 personas (18.110) en 2017.
En el mundo a la ONU le preocupa el aumento de muertes relacionadas con el consumo de las drogas ilegales. En 2017, por lo menos 585.000 personas habrían muerto, un incremento notable frente a los 450.000 que hubo en el 2015. Según el informe, el 5.5% de la población mundial de 15 a 64 años declara consumir drogas. La producción de cocaína creció un 25% más que el año anterior. Y el 70% de la producción de esa droga, con una pureza de cien por cien, proviene de Colombia.
En EEUU sigue creciendo el número de personas que consumen drogas duras (cocaína, sintéticas y heroína), siendo el país que, con valores ponderados por población, ocupa el primer lugar en los 3 casos.
El mundo entero y la comunidad académica proponen un giro global en esta fracasada estrategia bélica contra la narco corrupción. Hay acuerdo en que debe implementarse un plan global simultáneo y considerando 4 ejes: fortalecer institucionalidad mundial y local; obstaculizar financiamiento y formas de legalización del dinero sucio; optar por la despenalización selectiva y definitiva de la producción y tráfico de drogas ilegales; y actuar más intensamente en la prevención de los consumos, a través de la educación, la generación de espacios saludables, la corresponsabilidad en la sociedad y la reincorporación a la misma sin discriminación de quienes han sido víctimas de la adicción.
El Ministro Larrañaga, ya desautorizado por jerarquías policiales en el episodio Castiglioni, está condenado a fracasar en la lucha contra el narco, con o si la DEA. La coalición multicolor es su peor enemigo.
Su propio gobierno con las disposiciones y leyes dictadas respecto a la facilitación de la residencia fiscal, flexibilización de la inclusión financiera y autorización para pagar transacciones con efectivo hasta 99.999 dólares; vuelve a transformar a Uruguay en un paraíso fiscal, ideal para inundar al país de evasores, elusores y lavadores de dinero narco. Volvemos a los 90
La DEA, el narcotráfico y la región por Oscar Mañán
Atónitos escuchamos varias declaraciones del Ministro del Interior Dr. Larrañaga, donde muestra desconocimiento de sus funciones, que en la última semana lo enfrentó con su partido, con el sindicato policial, con el sentido común e invadió potestades que no le corresponden.
Recientemente manifestó estar realizando contactos “con la DEA (Drug Enforcement Administration del Departamento de Justicia de los Estados Unidos)” y “otras agencias de seguridad internacionales”. Su preocupación es que tal agencia salió de Uruguay debido a que su prédica no había sido acatada por el gobierno anterior. Tal vez, no es al ministro del interior a quién compete la relación con agencias de otros países, pero creo que algo de información sobre las experiencias de la DEA sea necesaria.
John Saxe-Fernández, investigador de la UNAM, lleva mucho tiempo estudiando las definiciones que tiene EEUU sobre política exterior y qué papel juegan sus principales agencias, entre ellas la DEA. Históricamente, este país veía a América Latina como su “patio trasero”, lo que significaba entender a la región como “frontera y vecindad”, espacio extendido para su fortaleza imperialista. Bajo tal conceptualización, este país rechaza el derecho internacional para abrogarse imponer sus leyes domésticas e intervenir, militarmente incluso, bajo supuestos de amenazada a su seguridad nacional. Estaría demás abundar en los ejemplos de tales intervenciones. La actualidad es aún más incisiva, ya que este país radicalizó su postura anterior y utiliza la palabra patria (“homeland«) para justificar en cualquier espacio geográfico todas sus acciones cuando ve amenazados sus intereses.
Tal vez desconozca el ministro los daños colaterales que, bajo la coraza anterior, las operaciones de la DEA o la CÍA tienen en los países huéspedes. Vayan un par de ejemplos.
La organización criminal mexicana, “los zetas”, se dedica al tráfico de drogas, secuestros, extorsión, trata de personas, robos de autos, entre otras actividades ilegales. Esta organización es sindicada según el periódico Excelsior como una creación: “…a partir de un grupo de militares que desertaron del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP) del Ejército Mexicano, fundados en 1994, único grupo antiguo de élite que fueron entrenados por la CIA de los Estados Unidos y comandos de asesoría militar israelí”. Estudiosos del tema señalan como la hipótesis más plausible, un apoyo explícito con armas de las agencias americanas ante un desacuerdo tenido por el gobierno mexicano cuando rechazó una compra de materiales militares.
Asimismo, el gobierno de Evo Morales decidió suspender las operaciones de la DEA en Bolivia, al que se acusaba de «espionaje político, financiando grupos delincuenciales para que atenten contra la vida de las autoridades, por no decir (del) presidente». Lo cierto es que esta agencia actuaba en Bolivia con autonomía absoluta y había sido denunciada por infinidad de abusos por varias comunidades campesinas. Después de la retirada de la DEA, Bolivia hizo más efectivas sus políticas anti-drogas, como la misma ONU atestiguaba.
Seguramente, en un país que pretende defender una institucionalidad democrática-republicana, las relaciones con agencias extranjeras no estarían en la órbita de decisiones del ministerio del interior. Debería ser una cuestión de relaciones exteriores, y dado los antecedentes disponibles, ameritaría un debate parlamentario y ciudadano, porque implica cuestiones de soberanía nacional y no solo la lucha contra el narcotráfico.
Cipayo por Esteban Pérez
Se denominaban “cipayos”, a los mercenarios hindúes que estaban al servicio del imperialismo británico, en contra de los intereses de su propia nación.
En los siglos XX y XXI se le atribuye tal caracterización a los gobiernos o jerarcas que voluntariamente, por razones ideológicas o por retribuciones no confesas, son serviles al imperialismo de turno.
El actual Ministro del Interior Jorge Larrañaga manifestó hace unos días tener contactos para que la DEA (Agencia para el control de drogas de los Estados Unidos) se instale nuevamente en nuestro país.
La DEA fue creada hace 47 años por el presidente yanqui Nixon. Dicho organismo cuenta actualmente con unos 5.000 agentes especiales y oficinas en 66 países, recibiendo un presupuesto de 3.000 millones de dólares anuales proveniente de las arcas de Estados Unidos, un verdadero río de dinero.
Esas casi cinco décadas de funcionamiento, desde el punto de vista del combate al narcotráfico, ha sido un rotundo fracaso; no sólo no cortó el contrabando, la distribución y el consumo de drogas en los Estados Unidos, sino que el problema hoy es mayor y más intenso. La violencia se ha extendido más y en más países.
Por otra parte, últimamente y en varias naciones, la D.E.A. ha estado envuelta en escándalos de festicholas con prostitutas, consumo de drogas y regalos para los agentes, todo financiado por los narcotraficantes.
De hecho, podemos afirmar que, más que combatir el narcotráfico, lo ha potenciado y utilizado como excusa para realizar espionaje de tipo político en más de un país latinoamericano, incitando a la violencia y gestando condiciones para situaciones de golpes de estado, incubando como consecuencia la instalación de “narcoestados”.
La lucha contra el narcotráfico que ha gestionado la DEA es, en realidad, la guerra y la persecución de las organizaciones populares, la desaparición y asesinatos selectivos de activistas sociales, tanto campesinos como sindicales y de las comunidades indígenas.
Ese enorme presupuesto que maneja esta Agencia le ha permitido comprar voluntades políticas y también armar organizaciones paramilitares, más conocidas en nuestro medio como “escuadrones de la muerte”.
En conclusión, abrirle la puerta a la DEA para que participe de la represión al narcotráfico en nuestro país, es permitirle al demonio del imperialismo meter su rabo conspirativo en las entrañas de Uruguay. Es regalar, por parte de un ministro que se dice “nacionalista”, nuestra soberanía a los más oscuros planes de la codicia imperial y permitirle realizar sus tejes y manejes que han convertido en verdaderos infiernos y mecas de la droga a Méjico y Colombia, por poner dos notorios ejemplos.
Parece que Larrañaga se ha propuesto obtener a toda costa la cocarda de “cipayo uruguayo” …
La DEA vuelve a Uruguay por Camilo Márquez
El ministro de Interior Larrañaga ha confesado que se está en tratativas para el regreso al país de la DEA norteamericana. La agencia dependiente del Departamento de Justicia yanqui se retiró en marzo del año pasado trasladándose a Buenos Aires. En un episodio por demás oscuro, la explicación fue que se estaba efectuando una “reorganización de recursos”. El gobierno (de entonces) por boca de Bonomi dijo que se iban porque en Uruguay el narcotráfico no era un problema, y la oposición porque la DEA no había recibido respuestas favorables. En honor a la verdad hay que decir que esto es un juego de sombras, pues la oficina de la DEA funcionaba en la embajada de Estados Unidos, es decir que nunca se fueron, pero sí les interesaba dar ese mensaje.
Morabito
Rocco Morabito, ciudadano italiano, vivió más de diez años en Punta del Este con identidad falsa. En su país era una de las cinco personas más buscadas por tráfico internacional de drogas. Líder del Cartel Ndrangheta, unos de los brazos de la Mafia Calabresa. En junio del año pasado se fue caminando literalmente de Cárcel Central. Jorge Díaz, fiscal de Corte, aseguró que la investigación fue “compleja porque involucra muchas cosas (…) El día que esa investigación salga a la luz muchos se van a llevar muchas sorpresas.” (El Observador 29/5). Es que la fuga del italiano era imposible sin colaboración interna. “El núcleo de quien arregló estas cosas está ahí adentro», dijo en ese encuentro el por entonces subsecretario de Interior, Jorge Vázquez” (ídem). Se sabe que Morabito está en la zona de la Triple Frontera Brasil-Paraguay-Argentina, según trascendió, protegido por “grupos criminales”, y además se tiene casi la certeza de que estarían involucradas las policías locales.
DEAler
Desde la anunciada partida de la DEA se produjeron al menos tres casos de repercusión internacional: La fuga de Morabito, junio; y dos incautaciones en Europa de cargamentos de cocaína muy voluminosos: 600 kilos en Francia transportados en un jet privado, valuados en 180 millones (julio), y el gigantesco cargamento descubierto por las autoridades alemanas en un contenedor proveniente de Uruguay de 4.5 toneladas de cocaína camuflados entre granos de soja. El escándalo meses antes de finalizar la segunda administración de Vázquez y en medio de la campaña electoral fue de proporciones. Se especuló con la renuncia del ministro y varios otros jerarcas. En el caso del cargamento capturado en Francia la Europol y (vaya) la DEA sabían de su existencia desde por lo menos mayo. No asistimos a una pelea entre narcos y policías, sino a bandos entrelazados con el crimen organizado. La DEA tutela estas relaciones y rige sobre ellas según los intereses del momento del imperialismo. Resulta muy claro que Uruguay es un país de paso de la droga, aunque algunos observadores han señalado que también se ha transformado en uno de acopio.
En medio de estos tejemanejes se ha filtrado el audio de la vicepresidencia con un elemento lumpen de su propio entorno que insinúa un sistema de escuchas telefónicas todoterreno. El bochorno tiene otros ingredientes: consumo de drogas, extorsiones y amenazas en las altas esferas del poder del país. La cloaca es profunda. Todo este pantano no ha hecho mosquear al Frente Amplio que no sale de los comunicados de prensa de su bancada, mientras el gobierno utiliza la “guerra al narcotráfico” (una bravuconada) para un avance represivo de mayor alcance. El factor común es que tanto Argimon-Lacalle como el Frente Amplio forman parte de este mismo régimen social podrido y su eEstado. El griterío contra los atropellos policiales por parte de los legisladores del FA no debe llamar a engaño, fueron ellos quienes reforzaron legal e instrumentalmente la represión y el sistema de conspiración contra el pueblo: Guardian y ley de faltas. A la vez que le vota LUC y venias a los “fascistas”.
Sobre eso se apoyan ahora la coalición derechista para avanzar en la línea de habilitar los allanamientos nocturnos, que tiene que ver muy secundariamente con el combate al narcotráfico. Mientras por puertos y aeropuertos salen contenedores y bolsos repletos de cocaína o los morabitos se van de la cárcel en Uber, Larrañaga nos viene con el cuento que hay que permitir irrumpir por las noches en los domicilios para desarticular carteles inexistentes, pues las bocas de los barrios apenas llegan al narcomenudeo, una parte ridícula del total de sustancias que circula en el país.
Para defender a la juventud en los barrios contra los narcos y sus eventuales mafias y la policía que colabora activamente en la preservación de este delito junto a funcionarios corruptos desde aduanas a los juzgados y la política los trabajadores deben tomar la lucha contra el flagelo de las drogas en sus manos.
La LUC presentada como la vacuna contra todos los males no va a resolver nada, en cualquier caso, empeorar las arbitrariedades y acoso a la población en los barrios. En esa línea hay que rechazar también los allanamientos nocturnos, la presencia de la DEA y reclamar la apertura de los archivos de todos los servicios, en dictadura y democracia.
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