¿Debe renunciar Heber?
A partir de la imputación de Gustavo Penades salto que algunos policías como el ex director de Comcar, Tarocco, hoy también imputado, habían realizado una investigación para averiguar la identidad o amedrentar a las víctimas del exsenador. Frente a estos hechos surgió la polémica en torno al ministro del Interior. ¿Debe renunciar Heber como pidió el Frente Amplio? ¿Tiene que destituirlo el presidente? ¿Cuenta con el aval parlamentario necesario? ¿Su alejamiento no despertaría más suspicacias? ¿Está pintado el ministro? ¿No debería esperase una investigación exhaustiva para ver si tiene responsabilidad directa? ¿Es una chicana de la oposición pedir que se vaya?
NO HAY INOCENTES POR Gonzalo Abella
Hay una ley objetiva en la dinámica de la democracia burguesa: no se puede ser “un poquito corrupto”. Si eso se cree (“al fin y al cabo, los otros son peores”), entonces las antenas de la corrupción imperante te descubren, te presionan, y finalmente te llevan a un espiral de complicidades. Pero, desgraciadamente, hay otra ley aún más general: para entrar en el juego debo ser, al menos, “un poquito corrupto”, empezando por mirar para un costado ante la corrupción de mis aliados y pegar el grito ante las corrupciones de mis adversarios circunstanciales. O sea: aparentemente no hay salida ante la corrupción: es parte de las leyes de juego.
¿Cómo romper este círculo vicioso? El desafío popular es forjar una herramienta política que nazca tan vinculada a los anhelos populares y sobre todo que se construya como una herramienta, tan controlado por el pueblo organizado, que el menor paso de un militante hacia la corrupción sea la causa de su expulsión inmediata. No hay medias tintas. No se puede vacilar, no se puede acumular votos, por mero cálculo electoral, con los que son o fueron “un poquito corruptos”.
Hay otra regularidad que siempre se expresa en “el libre juego de las instituciones democráticas” (liberales, burguesas): generalmente hay más corrupción evidente en el partido o coalición circunstancialmente en el Gobierno que en el Partido que juega a la oposición, y que circunstancialmente tiene menos botines al alcance de la mano, tiene menos botines que lo tienten. Aquí digo “regularidad” y no ley, pues la supremacía del oficialismo en el plano de la corrupción no es una ley absoluta, sino una tendencia general en las democracias liberales. A veces es la oposición la que rompe el récord; pero no es el caso por aquí.
En nuestro país, los hoy opositores, que ayer abusaron del Hospital Policial, y aún peor: los que nos entregaron a las trasnacionales, los que tuvieron su precio para ser simples administradores de intereses extranjeros con un discurso demagógico, los que nos mintieron, pueden estar tranquilos: todo palidece ante la corrupción demostrada de la coalición actualmente gobernante.
El neoliberalismo es la vuelta al liberalismo feroz en tiempo de trasnacionales. Gobierno y neoliberalismo son una ecuación fatal. Si todo queda en manos del Mercado, todo es mercancía, y por consiguiente todo ser humano con algún grado de poder es pensado como mercancía, con valor de cambio y valor de uso.
Lo que ahora sale a luz (y sigue saliendo cada día) es el sentimiento de impunidad que imperaba en ámbitos del omnipotente Ministerio del Interior y de las redes que de él salían y entraban hacia y desde Cancillería y otros nichos del Ejecutivo. Pero hace un mes que asistimos a un hecho nuevo: los propios mecanismos institucionales entran en contradicción con las arbitrariedades y con los tapujos más flagrantes. En este caso es el Poder Judicial el que crea un dolor de cabeza al Ejecutivo.
No idealicemos al Poder judicial. Basta recordar su sometimiento anticonstitucional a la Ley de caducidad, cuando otro poder del Estado (el Legislativo) le ordenó a quién podía juzgarse y a quién no. Fue una clara violación de la soberanía de los poderes. Pero hoy es diferente porque el caso Penadés rebasa los códigos de lo tolerable en el sentir de nuestro pueblo. Y funcionarios del Poder judicial (mujeres principalmente) lo sintieron y se jugaron. La investigación descubrió ramificaciones inesperadas y se fue consecuente en seguir las nuevas pistas. Ahora saltó nada menos que el director del ex COMCAR.
Por más que se mire para otro lado, toda la coalición de Gobierno queda malparada. Los tiempos son vertiginosos: ya casi nadie recuerda la renuncia de una ministra por la distribución arbitraria de viviendas, porque cada hecho es más grave que el anterior. Pero todo acumula negativamente. Se agudiza la lucha de clases, tiemblan los usurpadores de las AFAPs, se miente desesperadamente para defenderlas, pero ante la mentira sistemática, ya en parte desenmascarada ¿qué está sintiendo nuestro pueblo? Lo veremos en los próximos capítulos de esta serie, en esta misma temporada.
Realidades alternativas por David Rabinovich
La cúpula del actual gobierno ha quedado en grave situación al develarse la verdadera situación del dirigente herrerista Gustavo Penadés. Sus reacciones han transitado todo el recorrido posible de las sorpresas y muchos, las habrán fingido. Siempre válido el dicho: “Dime con quién andas y te diré quién eres”, ilustra una situación denunciada desde hace mucho tiempo. Si el gobierno de papá Lacalle terminó con escandalosos negociados privatizadores, el de junior tendrá elementos similares más el agregado de conductas asquerosas, además de las ilegales: “El fruto no cae lejos del árbol”.
La hipócrita actitud de los que aducen no saber, haber sido engañados y confunden corrupciones con errores, a sabiendas, tendrán o no un costo político a la altura de las responsabilidades. Su defensa consiste en argumentar que no son malos, sino bobos. “No pidas peras al olmo”.
Es válido aclarar que como reza en la puerta del manicomio: “No son todos los que están, ni están todos los que son”. En el Parlamento, más allá de payasos provocadores como Da Silva o Bianchi, la principal cabeza pensante, el que negociaba todo y con todos, el vocero de la bancada, era Gustavo Penadés. En el Ejecutivo, el hombre de experiencia política es Heber (también integrante de una dinastía política blanca) que está comprometido hasta el caracú y “para muestra basta un botón”. Como Ministro de transporte negoció la entrega infame del puerto, para luego sustituir al fallecido líder del neo wilsonismo, Jorge Larrañaga, en un lugar delicado. La seguridad y la educación fueron banderas electorales para la victoria electoral de la derecha: Y, ¿qué está pasando con ellas?
Dicen las encuestas que Heber está muy mal visto por la ciudadanía en tanto el Presidente mantiene un apoyo altísimo. ¿Le creemos a las encuestas? ¿Cuántos dicen que los vuelven a votar?
Quizá simplemente es cierto que “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”.
Si, por renuncia y/o destitución, se va el Ministro del interior ¿a quién pueden poner con espalda política suficiente? ¿Quién está preparado para ese cargo? ¿Quién para sostener el timón de la política de seguridad en medio de tamaña tormenta? Le llamaron herrerismo al ‘lacallismo’ del ex presidente y es el liderazgo del actual mandatario lo que explica semejante éxito en la instalación de un relato inverosímil sobre transparencia, eficiencia, capacidades, honestidades y todo un cúmulo de supuestas virtudes inexistentes salvo muy pocas y honrosas excepciones.
No sé si hay que hacerse la pregunta ¿se tiene que ir Heber? O ¿se tienen que ir él y varios más? Me da miedo pensar en la herencia que dejarán si se van; pero me aterra la posibilidad que se queden.
La respuesta es sí por Oscar Licandro
Heber debería renunciar. Pero no por los argumentos (¿argumentos?) que repiten como loros los dirigentes frenteamplistas. Contrariamente a la mentira que la izquierda quiere instalar (mediante todos sus dirigentes, su enorme maquinaria propagandística y sus oscuros operadores políticos disfrazados de periodistas), la gestión de este Ministerio del Interior es infinitamente superior al desastre que hicieron Bonomi, Carrera, Leal y su camarilla de incompetentes. Comenzó con Larrañaga y continúo con Heber. La gestión de la seguridad en nuestro país ha mejorado notoriamente, aunque todavía falta mucho. Las nuevas estrategias de combate al delito están teniendo un efecto positivo en el abordaje de los viejos problemas de seguridad. Además, las autoridades del Ministerio del Interior y la Policía están aprendiendo a combatir ese fenómeno relativamente nuevo y explosivo que es el narcotráfico. Narcotráfico al que los incompetentes gobiernos del FA dejaron crecer, fortalecerse y ocupar territorio.
Nadie es perfecto. Heber ha cometido errores, como todo el mundo. Pero ninguno de ellos reviste una gravedad tal que amerite exigirle la renuncia. ¿Cuál es la responsabilidad política de un ministro por los actos de corrupción que cometen funcionarios de carrera de su ministerio? En todos los casos (pasaportes-Astesiano, Penadés, etc.) fue el propio ministerio el que indagó y aportó las pruebas a la fiscalía. Cuando se descubrió que ocupantes de cargos políticos cometieron errores, o se aprovecharon de su posición para obtener beneficios personales, se los hizo renunciar. Acusar al ministro de encubrir o querer proteger a todos ellos es una canallada. Y ahora se agarran de las declaraciones de Heber, en las que dijo que confiaba en su amigo Penadés hasta que se demostrara el delito del que lo acusaban. A mi juicio esas declaraciones fueron un error, por la posición que ocupa como ministro. Pero, acusarlo de usar su posición de ministro para proteger a Penadés e interferir con la justicia, es otra canallada.
No obstante lo anterior, hay tres razones por las que creo que Heber debería abandonar el Ministerio del Interior. La primera se relaciona en el hecho de que estamos a un año de las elecciones. La permanencia de Heber le sirve al coro de dirigentes frentistas para pegarle al gobierno en uno de los dos temas que más influirán en la decisión de los votantes independientes: la seguridad (el otro es la economía). Heber se convirtió en la diana a la que apuntan buena parte de los dardos ponzoñosos de la dirigencia del FA. El alejamiento de Heber no detendrá esa sucia estrategia de enchastar mediante mentiras, verdades a medias, oscuras filtraciones y falsas acusaciones. Pero los obligará a elegir otra víctima. Y convertir a la nueva víctima en demonio no se puede hacer de un día para el otro. Cierto es que Heber tiene previsto dejar el cargo dentro de pocos meses para dedicarse a la campaña electoral. Pero su salida ahora los descolocará y deberán recalibrar su estrategia.
La segunda razón se relaciona con demostrar nuevamente que en este gobierno nadie está atornillado a su cargo. Durante 15 años los dirigentes del FA, más que atornillados, estauvieron pegados firmemente a sus cargos con la “gotita” y “poxipol”. Bonomi es quizá el ejemplo paradigmático. El FA defendió y mantuvo en su cargo a un ministro fracasado. La salida de Heber del Ministerio del Interior sería un mensaje claro y contundente sobre el abismo moral que separa a los liderados por Lacalle Pou, de los dirigentes de izquierda, quienes hace ya muchos años cambiaron hacer la revolución por la burguesa apropiación privada de cargos políticos en el estado.
La tercera razón se vincula también con la campaña electoral que inicia. Ésta será una campaña muy dura. El FA nunca entendió que la rotación en el gobierno es algo saludable para la democracia. Se habían imaginado que gobernarían para siempre. La derrota de 2019 fue muy dura y frustrante para ellos. Esa frustración se convirtió luego en una praxis opositora muy negativa, sucia y agresiva. En la campaña electoral que inicia actuarán de la misma forma. Por esa razón, el Partido Nacional y los demás partidos de la Coalición Republicana necesitarán de la lucidez, la inteligencia, y la valentía de todos sus dirigentes. Heber es uno de ellos; uno de los más importantes. Su partido y la coalición lo necesitarán descansado y enchufado en la campaña. Y para estarlo necesita dejar cuanto antes el Ministerio del Interior, descansar y recuperarse del desgaste físico y emocional que seguramente le han generado estos años en el ministerio más complejo y expuesto de todos.
Si el FA gana en 2024, la agenda de reformas de este gobierno correrá un serio peligro. Se necesita un nuevo período para consolidarlas. Ello es muy importante para el futuro del Uruguay. Por eso, la elección de 2024 es una batalla en la que la coalición gobernante necesita disponer de sus mejores recursos humanos. Heber es más necesario para esta batalla, que en el Ministerio del Interior. Por lo tanto, mi respuesta es SÍ. Heber debería renunciar.
El otro yo del Dr. Merengue (solo para adultos mayores) (*) por
Eduardo (Ewe) Vaz
Ante la lectura de la pregunta de VOCES acerca de la permanencia en el cargo del ministro Heber, entré en un torbellino de debates internos que no puedo terminar de dirimir. Me pareció lo más franco, entonces, compartir las dos posiciones, una de mi yo ciudadano preocupado por el bien público y, otra, de mi alter ego frenteamplista que desea ganar las próximas elecciones con la mayor cantidad de votos posibles.
Respuesta políticamente correcta: ¡debería renunciar YA!
Leí con atención las opiniones de mucha gente. Creo que las de Patricia Madrid no dejan sombra de dudas ni nadie puede acusarla de frenteamplista o enemiga del gobierno de coalición. Por acción u omisión, Heber debe irse inmediatamente. O fue cómplice de la trama que pretendió montar su amigo íntimo y correligionario de décadas o, en su ministerio, las jerarquías por él puestas operan contra la ley sin ningún prurito, como se mostró con Astesiano o ahora con Penadés. Requete claro.
Sin embargo, mi alter ego no comparte en absoluto esta posición tan civilizada, racional, política y éticamente irreprochable de Patricia Madrid, del FA y tanta gente bien intencionada y honesta de este país. El «hincha» que todos tenemos dentro, grita «que se quede hasta el final del mandato, que siga defendiendo a sus amigos de siempre, que nos siga explicando que echó a la cúpula policial NO por el caso Astesiano sino por el ÉXITO obtenido, que siga predicando que «volvieron las carteras al barrio», que insista que no tenía noticias de Marset cuando su vice ministro decía en el mismo momento que era «un narco peligroso y pesado» y tantas otras perlas de este collar digno del mejor disparatario nacional. Quiero que vuelva el FA con más votos que antes, no seas nabo Ewe, basta de conjeturas sensatas y dejá a Heber seguir hasta el final. «Así que, con estas tribulaciones, espero a que el Presidente Lacalle, otro amigo de siempre de Gustavo, que nos dijo que Astesiano era un funcionario excepcional y que vive sorprendido por las barbaridades y trastadas que hace gente que lo rodea y, lo peor, le mienten mirándolo a los ojos, decida cómo seguir. (*) https://es.wikipedia.org/wiki/El_otro_yo_del_Dr._Merengue
Independencia de poderes por Isabel Viana
“Estoy orgullosa de mi país. Visualizar, denunciar, penalizar delitos de un Senador es un alarde de democracia republicana intachable.” Recibí este mensaje hace dos días y me hizo reflexionar acerca del enfoque que hemos estado dando al caso Penadés. Este se ha ubicado en el centro de la comunicación social: todos los medios públicos y privados le han dedicado horas, generando un especial estado de atención al respecto.
Trascendió desde el comienzo que se lo inculpaba de la comisión de actos de abuso aberrante de menores de edad. La gravedad de la acusación y la posición relevante del acusado ubicaron el caso en el centro de la comunicación social que se volcó, olvidando la presunción de inocencia, en el rechazo unánime de su figura, sin esperar la validación judicial de las pruebas que acumuló la fiscalía.
El secreto que protege a las víctimas se mantuvo firme, impenetrable a las tenaces investigaciones periodísticas. Por tanto, sin datos en los medios, la sociedad desconoce a las víctimas, los hechos y las circunstancias ocurridos.
El secreto, inherente a la lógica procesal, no impidió especulaciones variadas, el seguimiento del acusado por periodistas y fotógrafos, ni la aparición permanente de su imagen en primeros planos. En ese río revuelto no faltaron pescadores dispuestos a capitalizar la situación para usarla en el juego político. Surgieron acusaciones especialmente duras e inadecuadas por parte de la oposición, que aprovechó la proximidad temporal del proceso electoral y usó de las circunstancias para atacar al Poder Ejecutivo y pedir explícitamente (hasta en el Parlamento) la remoción del Ministro del Interior y simultáneamente solicitar su renuncia.
Hay varios aspectos destacables del proceso que vivimos:
• La factibilidad de que un ciudadano denuncie a un actor de primera línea del gobierno por hechos de su vida personal y que la Justicia reciba, investigue, con apoyo de la policía, la situación denunciada. De esa investigación totalmente legal surge que el delito imputado es mucho más complejo de lo expresado en la denuncia inicial.
• Como resultado de la investigación se evidencia que la existencia de vínculos personales entre el acusado y algunos actores políticos de alto nivel facilitó el uso de recursos humanos estatales para conocer datos secretos sobre la identidad de las víctimas identificadas, con la finalidad de intimidarlas para evitar sus testimonios. Esta actuación es totalmente ilegal y sus responsables fueron inmediatamente procesados y sus nombres puestos en conocimiento de la sociedad.
• Los medios hicieron de la figura de Penadés una presencia constante, con apariciones reiteradas, algunas de ellas degradantes. El trato parece confirmatorio de la culpabilidad del acusado y conduce a que sea socialmente pre-juzgado, cuando aún al escribir esta nota el juez no se ha pronunciado, o sea que las pruebas y testimonios aportados por el excelente trabajo de la fiscalía aún no han sido validadas.
• El que pese a los constantes, múltiples y entrecruzados flujos de información y al intento de enturbiar el proceso penal por parte del acusado, ha sido notable el funcionamiento del Estado de derecho ante la compleja situación. La Fiscalía ha cumplido a rajatabla con su rol y ha hecho posible que una alta figura de gobierno sea enjuiciada con todas las garantías, ante la denuncia de uruguayos – algunos menores – todos seguramente no empoderados.
Creo que el Ministro Heber no debe renunciar. Lo más importante que surge de lo ocurrido es que supo mantenerse ajeno al procesamiento de un amigo y compañero, que lo acompañó durante su vida política. De acuerdo a lo que se ha informado, Heber cumplió con el principio de la separación de poderes, esencia de la vida republicana y su permanencia constituye una garantía al respecto.
Es de lamentar el uso político-partidario de una terrible situación personal, que debido al rol que el acusado desempeñaba, afecta particularmente al partido de gobierno. El encarnizamiento y la violencia de algunos personajes de la dirección del Frente Amplio, especialmente de las expresiones públicas de su Presidente, sólo se fundamentan en soliviantar a la ciudadanía contra el Partido Nacional en su conjunto, como si éste fuera responsable de los actos privados (mantenidos toda una vida en secreto) de uno de sus líderes.
Creo que la comunicación pública debiera centrarse en dejar bien clara la importancia y el valor de la separación de poderes funcionando efectivamente.
Siento orgullo de vivir en un país que, gobernado por diferentes banderas políticas, ha sorteado circunstancias tan delicadas como la renuncia de un Vice-Presidente por actuaciones contrarias a la ley o la prisión en el Aeropuerto del jefe de la guardia personal del Presidente, sin que el mismo hubiera sido previamente advertido, sin que se alterara el funcionamiento de las Instituciones.
Este proceso confirma la vigencia de la Constitución y su división de poderes, institucionalidad garante del equilibrio republicano del Estado. Así mismo implica la necesidad de que esos valores sean constantemente puestos en valor ante la sociedad y estén presentes en los procesos educativos y en la comunicación social.
Una buena noticia por Cristina de Armas
En el momento en que escribo estas palabras surge la noticia del pedido de interpelación al ministro Heber por parte de la oposición, Frente Amplio. Antes, era noticia que el ministro del interior había solicitado presentarse voluntariamente ante comisión general del senado. La diferencia principal es que la presentación ante la comisión no tiene consecuencia alguna, las interpelaciones como sabemos culminan con una votación del cuerpo legislativo. El ministro Heber es uno de los políticos con mayor carrera parlamentaria en el país, su conocimiento es indiscutible. El Frente Amplio no ha retirado el pedido de renuncia del ministro.
Todos estos sucesos tienen que ver con una investigación en curso que ya ha dado como resultado la prisión preventiva del ex director del Comcar Carlos Tarocco y uno de sus subalternos mientras se ha sumariado a varios funcionarios policiales. De acuerdo a la fiscalía eran parte de un plan, una estrategia del ex senador Penadés para hacerse de los datos de las personas que lo acusaban de delitos por los que hoy cumple también prisión preventiva.
La vinculación política y personal del ex senador Penadés con el actual ministro Heber, así como con el presidente de la república es conocida y por ninguno negada. Lo que han negado es conocer la actividad delictiva de la que se le acusa al ex senador y en el caso del ministro a quien se le reclama explicaciones, tampoco admite conocimiento alguno de este plan por el que se le puede interpelar.
Es parte de la función de la oposición controlar con esta herramienta la gestión de los ministros. El ministro ha sido claro al decir que no renunciará, el presidente en que no le pedirá la renuncia. En el caso de una interpelación con un resultado negativo, ninguno tendrá opción.
El ministro del interior bien puede insistir en su desconocimiento de los hechos, sin embargo, eso lo enfrenta ante la realidad de que, en su ministerio, sus funcionarios urdían y actuaban en un plan para que su ex compañero de partido pudiera hacerse de información que el poder judicial le negaba. No es sólo gestión y números, no es solo bajar el abigeato, rapiñas y homicidios que está muy bien, también es tener el control de su ministerio y el respeto de sus funcionarios. Para ser claros, o es cómplice o es ineficiente.
Aún no sabemos las consecuencias que nos dejará el caso Penadés a lo largo de su investigación pero hay una que ya es definitiva: el resurgimiento de la confianza en la justicia que se había deteriorado en los últimos años. Esa, es una buena noticia.
Caso Penadés: un escándalo del gobierno por Natalia Leiva
El pasado martes 10 de octubre, ex-senador Gustavo Penadés fue a prisión preventiva por la imputación de 22 delitos relacionados con la explotación sexual, violación a menores y desacato. Además, se imputó al ex profesor Sebastian Mauvezín, por la captación de menores para la explotación sexual. Este juicio se inicia a partir de la denuncia de 10 víctimas, que relataron las vejaciones sufridas en diferentes momentos, a lo largo de varias décadas.
En el marco de esas investigaciones, la fiscal Ghione reveló la existencia de una trama que involucra a varios poderes y funcionarios del Estado, con el objetivo de realizar una “estafa procesal” para construir un relato donde, la verdadera “víctima” era Penadés.
Este hediondo plan, contó con la complicidad de funcionarios de la Corte Electoral, asesores, policías y el ex-director del COMCAR Carlos Taroco, como trascendió en la prensa y fue confirmado por la fiscal. Cabe mencionar que toda esta labor de espionaje, fue posible a nivel técnico por el software que el Frente Amplio trajo a Uruguay: El Guardián, cuyo uso para la persecución política está más que demostrado.
Asimismo, no se trata ni por asomo, del primer escándalo del actual gobierno, que tiene en el caso Astesiano, el pasaporte otorgado a Marset, el espionaje a dos senadores del FA, los ingresos a dedo a la CTM de Salto Grande, alguno de los episodios más sonados.
Sin embargo, por lo denigrante de los delitos (violación a menores pobres, que eran captados a través de redes sociales o en la calle), por las circunstancias en que la primera víctima (una militante del propio Partido Nacional) realiza su denuncia pública y por el poder de uno de los imputados (un senador reconocido como el articulador del Partido Nacional en el Parlamento e íntimo amigo del Presidente), las proporciones de este escándalo institucional, son inmensas.
Desde el primer momento, el imputado hizo alarde de su poder, realizando una conferencia de prensa en el propio Palacio Legislativo, donde intentó dar una versión inverosímil: se trataba de un plan para perjudicarlo políticamente, por lo que desmentía categóricamente las acusaciones.
El Ministro del Interior Heber, apoyó públicamente y desde el primer día a su amigo, desacreditando a la denunciante. El Presidente Lacalle Pou hizo lo propio, defendiendo a un amigo que lo “miró a los ojos”. Incluso el presidente de INAU, Pablo Abdala, confió en que podría defenderse ante la justicia. Otros actores del PN, como Argimón, declararon con mayor cautela, aunque sin desligarse por completo.
Es imposible cuantificar las consecuencias de este amedrentamiento. Sin embargo, fueron apareciendo otras víctimas, que declararon en carácter reservado, con testimonios que revelan décadas de abusos. La reserva fue fundamental, ya que se utilizaron parte de las fuerzas represivas y de los recursos del Estado para averiguar -a través del espionaje ilegal- sus identidades, con el fin de desacreditarlas personalmente y con ello, minimizar el impacto de sus testimonios. Este operativo, por el grado de involucramiento de los poderes del Estado, es poco factible que se desarrollara a espaldas de sus jefes políticos.
Se trata de un caso que pone en manifiesto la podredumbre del Estado y de sus agentes en el gobierno, donde el poder político y mediático se usó explícitamente para entorpecer el proceso jurídico.
El cortafuegos que el gobierno intenta colocar, quitando todo respaldo político a Penadés (que incluso no consiguió abogados que reemplazaran a los renunciantes) es insuficiente: el Ministro Heber debe renunciar y debe cuestionarse la responsabilidad del propio Presidente (que con habilidad, logra salir airoso de los episodios que protagoniza su entorno más íntimo)
Esta crisis no es un hecho aislado: el punto es que la corrupción y la explotación son parte del Estado capitalista, para superarla es necesario cambiar de raíz el régimen que la anida.
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