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Diferencias de forma e identidad de fondo por Ruben Montedonico

Diferencias de forma e identidad de fondo por Ruben Montedonico
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Al ponderar resultados electorales incontrovertibles de Estados Unidos (EE.UU.), supongo que la presión de la realidad -con aportes de republicanos influyentes- obligó a que Donald Trump diera un primer paso de admisión de los resultados del voto popular, casi un mes después del 3 de noviembre, que le depararon consecuencias desfavorables en el Colegio Electoral (asegurando a Joseph Biden ser el próximo presidente) y liberó lo correspondiente a la transición.

De atenerme a corrillos republicanos recuerdo que Trump adelantó que será el candidato republicano a la Casa Blanca en 2024: tendría para entonces 78 años, edad con la que Biden asumirá la presidencia el próximo 20 de enero. Pero, nada lo hace al mandatario cejar en señalar que ganó la elección para el Colegio y seguirá impugnando resultados. La proclamación como triunfador de su adversario, dijo, consumará un robo y el fraude (teniéndolo a él como detractor de la “democracia a la estadunidense”), profiriendo una frase malintencionada, amenazante (que resulta acorde con su fanfarronería y arrogancia) acerca que para el traspaso faltan varios días y en ese tiempo pueden “ocurrir cosas”, sin mencionar cuáles.

La evaluación de lo que deja Trump, se debe analizar no sólo contando los -hasta fines de noviembre- alrededor de 270 mil muertos del coronavirus, sino -por ejemplo- los presupuestos de defensa, contratos y las estimadas 16 agencias de inteligencia, sumando 837 mil millones de dólares, donde se incluye, en un caso, 69 mil millones destinados a “operaciones en el extranjero”, y en otro se satisfacen aspiraciones de cinco  empresas: Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics, las más grandes del ramo en el mundo

Sobre cambio climático, según el economista francés Jean Pisani-Ferry“la larga sombra de la conducta internacional de Trump será una carga” para Biden, a lo que suma -sobre todo por acciones locales- “la escandalosa negación de la evidencia científica” -demostrada en el tratamiento del Covid-19-, aunque este se considera tema interno de EE:UU. y será recordado como un disparate menor.  Durante su mandato, sin embargo, no fue -tal cual se anticipaba- públicamente belicoso y sorprendió su trato con el liderazgo norcoreano y una especie de regularización de relaciones con Piongyang; sostuvo la intención de reducir el pie de fuerza en Afganistán, aunque se lo censuró, considerándolo descomedido al no guardar adecuado trato en la alianza atlántica, objetándosele los anatemas dirigidos -a partir del tema OTAN- a países y mandatarios aliados.

Pese a sus reiteradas manifestaciones patrioteras -entusiasmando a amplios sectores al repetir miméticamente su latiguillo de America first (EE.UU. primero)- sin tratarse de un pacifista dio sus luchas en el ámbito político-económico-comercial y tecnológico -singularmente por el 5G- que derivó en un enfrentamiento con China y consecuencias económicas desestabilizadoras en la Unión Europea (UE), extendidas sobre el conjunto internacional.

En términos generales tuvo detractores y también imitadores de sus propuestas, como Matteo Salvini (que en una jugada mal calculada, a destiempo, perdió su cargo), Viktor Orban y Boris Johnson -compartiendo con ellos dos visiones antimigrantes, oposición a la UE (concretando con el británico “el inicio de la demolición” de la competencia europea). Su prédica consiguió que el brasileño Jair Bolsonaro lo imitara y junto con otros ultraconservadores fueron abarcados en la concepción wasp (acrónimo en inglés que reúne en EE.UU. a blancos con orígenes anglosajones y cristiano-protestantes); grupo segregacionista con enorme caudal de dinero y poder político -mayoritariamente de republicanos- destacado por acciones contra los afrodescendientes y las relaciones interraciales; objetor de las migraciones latinas, africanas o asiáticas, opuesto a la libertad religiosa, a las izquierdas y que condenan la interrupción de los embarazos, la educación sexual (apoyando sólo la biológica) que incluya formulaciones distintas de las tradicionales.

Pero al tratarse de los líderes del capitalismo -sistema dominante en el mundo-, aunque éste se asiente en lo militar, la inteligencia, lo diplomático y preeminente en el campo económico-financiero de órganos internacionales, deben identificarse nítidamente la trilogía de aspiraciones de la administración Trump: relocalización de la producción; contención de la OCDE y desacople de coparticipación estadunidenses con China. Afirmo que la esencia de este plan no resulta reñida con el pensamiento del sucesor.

En común los economistas identifican a los chinos como productores y proveedores principales del mercado mundial, por lo que el signo del cuatrienio por finalizar se ubica dentro del cambio en la relación Washington-Pekín, practicantes de modos diferentes. Es obvio que concurren otros actores, donde según sus características tenemos, principalmente, a Rusia, que por ahora sólo puede dedicarse -de manera limitada- a la reestructuración de su defensa y exportar armas; la UE empezándose a desgranar, tomando en cuenta la baja de Reino Unido -debe seguirse la deriva que producirá el brexit-; se especula que Bonn y París poseen potenciales menguados mientras otros no pesan mucho, esperándose más deserciones o reglas que favorezcan a EE.UU.

Lo diferente en comercio y economía es el despegue de la globalización -que daba réditos al tiempo de imponer obligaciones- por lo que su deserción hizo que gran parte recibiera trato de competidor. El gobierno que vendrá deberá recorrer -creando su propia consigna de identidad nacional- un espinoso camino si quiere restaurar una fórmula política confiable de compromisos con sus aliados.  Cerca del final, concluyo sobre China que Trump aceleró una ruptura en ciernes, latente, absolutamente ineluctable, lo que afectará a la UE, dejando esta de figurar como neutral, disponiéndola a adoptar una determinación –no se piensa como unánime- referida a Pekín.

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