Dónde se cruzan las líneas por Alejandra Waltes
En aproximadamente un mes, de la mano de la Editorial Hurí, verá la luz “Vulgaria”, el libro de artista del docente y poeta Martín Palacio Gamboa. Esta reseña temprana es la excusa perfecta para redondear la idea que venimos desarrollando en las últimas notas: la forma en que adoptamos y adaptamos las diferentes corrientes estéticas que han surgido a nivel mundial, la forma de mixturarlas, que da cómo resultado una estética que nos es propia.
Martín Palacio Gamboa (Montevideo, 1977) Músico, traductor, ensayista, periodista cultural, poeta y docente. Montevideano de nacimiento, pasó buena parte de su vida el interior del país (en particular San
Gregorio de Polanco (depto. de Tacuarembó) y la ciudad fronteriza de Chuy, el norte del Brasil (Bahía y Pernambuco) y Buenos Aires. En el prólogo de “Vulgaria”, Juan Ángel Italiano define los trabajos que conforman el libro cómo poesía visual expandida. En el libro “El ancho margen”, Italiano dice: “Definiré y señalaré el alcance de lo que llamaremos poesía visual en este trabajo. Incluiremos en este subgénero a toda obra que marque una heterodoxia con la poesía considerada tradicional u ortodoxa. Toda obra que parta o tenga un pie, en las abstracciones verbales pero que también comparta elementos objetuales o figurativos. De la misma forma, toda obra plástica que integre desde signos gráficos abstractos, ideogramas, pictogramas, neógrafos, grafemas o palabras, serán incluidas como obras visuaverbales. El poema visual comparte, en distintos grados, elementos lingüísticos y plásticos, entendemos entonces, que al hablar de poesía visual, significa que podemos encontrar fisuras, rupturas con la tradición poética, o como señala Clemente Padín, encontrar una trasgresión al principio vernáculo de que sólo es posible la poesía cuando se expresa a través de palabras y versos. Esto significa que en el poema puede, junto con la expresión verbal (o no) coexistir con otros lenguajes.” Más adelante señala “El grafiti, los tag, el esténcil o los afiches también se entremezclan con los diversos neógrafos urbanos, generando una novedosa pictotextualidad que termina dentro de la poesía visual, llevando lo poético hacia un pensamiento asociativo, analógico, alejándonos del pensamiento lineal, al que nos lleva la poesía estrictamente verbal.” Esta búsqueda de redefinir los hechos estéticos es similar a la realizada por López Lage. Si nos ceñimos a esta definición mucho de lo que conocemos cómo obras plásticas podrían ser redefinidas como poemas visuales. ¿Cuándo la forma prima sobre el significado de los símbolos es un elemento plástico o es un elemento poético? (por ejemplo la utilización de letras o palabras como parte de una obra). ¿Son conscientes los artistas plásticos de que están haciendo poesía visual? Poniendo como punto de partida de este análisis el Pop Art, las letras, signos y palabras en diferentes tipografías se convirtieron en uno de los elementos plásticos más importantes de las obras artísticas, muchas veces por su línea, forma y color quitándole todo significado y buscando darle valor estético. Leemos en el catálogo: “En esta “Vulgaria” la presencia de lo visual se convierte en un eje continuamente presente, casi dominante en las obras que la integran, y la diversidad de técnicas empleadas para la elaboración de los mismos vuelve a ser una constante: collages analógicos, digitales, dibujos manuales, stencil, Photoshop, Illustrator, aplicaciones de AI, técnicas mixtas de grabado, etc., que demuestran el interés en explorar las diversas transformaciones posibles / probables, de la imagen. Acá Gamboa propone un viaje por lo intrincado del lenguaje, que no sólo es verbal.” Dado el amplio uso de la palabra lenguaje no pocas veces ha dado lugar a equívocos. En “Vulgaria” Palacio Gamboa “propone un viaje por lo intrincado del lenguaje” plástico. Martín recurre a un formato que conoce, que le resulta contenedor, recurre al libro para mostrar que, el hambre de su creatividad, la curiosidad, el desafío constante, lo llevó a saltar la línea y a experimentar nuevas formas de expresarse; estos trabajos perfectamente soportan el cambio de escala y podrían conformar una muestra de artes plásticas. A principios de este año Shirley Rebuffo llevó a cabo un excelente trabajo sobre el libro de artista, trabajo que puede leerse en el blog “El hurgador”. Allí define “los libros de artista son una expresión artística que busca romper con los límites entre las artes visuales y literarias, ofreciendo una experiencia única al espectador-lector que va más allá de la simple lectura de un libro convencional, ya que se experimenta con la disposición de las imágenes, la tipografía y la interacción entre el «lector» y la obra. Se utiliza el formato del libro como soporte para la creación y presentación de una obra de arte, y a diferencia de los libros tradicionales, que están diseñados para ser leídos y contener información textual, un libro de artista está concebido como una obra visual y táctil que invita al espectador a explorar su contenido de una manera más intuitiva y sensorial.” Los textos incluidos pueden o no ser legibles, con o sin significado para la audiencia, en una variedad de secuencias dispares, con estructuras existentes que normalmente no se asocian con la palabra «libro», por lo que están exentos de crítica textual. De estas diversas implicaciones surgen preguntas como: ¿la tipología en sí misma es textual o visual? ¿Son ambos? Cualquiera de las dos respuestas nos lleva a dar o no importancia al lenguaje expresado en ellas, entonces, ¿es más importante el contenedor o el contenido? La respuesta en sí no importa, porque los libros de artista están fuera de los parámetros del modelo cultural que tenemos de la palabra «libro».” Este carácter interdisciplinar, permite al Libro de Artista ser el medio de expresión de cualquier movimiento del Arte Contemporáneo, convertirse en poesía visual, en happening, en soporte subversivo, en cuento infantil, en escultura móvil….hasta en novela de ciencia-ficción. Se consigue, en definitiva, una libertad creativa total.” “De aquí se sigue que la «lectura» o visualización de la obra puede ser variada: se puede avanzar, retroceder, visualizarla en forma lineal o leer el discurso en secuencia y desplegar páginas.” Bienvenido el libro de artista de Martín Palacio Gamboa. Un trabajo puramente plástico que se aúna con el resto de su trabajo desde lo discursivo.
La bestia folk ( Martín Palacio Gamboa-S/F)
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