El domingo pasado terminó, por fin, el larguísimo ciclo electoral.
No vamos a entrar en análisis de sus resultados y de los eventuales
ganadores o perdedores, de las sorpresas, las broncas y alegrías.
Hay de todo como en botica y sobran excusas o argumentaciones.
Lo que se plantea ahora es pararse a pensar en serio que pasó.
Ya no hay pretextos para postergar la impostergable autocritica y
tiempo sobra para hacer un profundo balance y trazar perspectivas.
Cual homenaje a Quino ahora sí, lo importante desplaza lo urgente.
No se trata de buscar chivos expiatorios o culpables individuales
Somos “Frenteovejuna”, y la responsabilidad nos recae a todos.
La derrota siempre es huérfana pero no se puede sacar el glúteo a
la jeringa acusando a los adversarios o a los “malditos” medios.
Le erramos feo en muchas cosas, desde la gestión, hasta el
distanciamiento de las organizaciones sociales, pasando por la
burocratización partidaria y no dar en serio la batalla cultural.
Apostamos a líderes descuidando el fortalecimiento organizativo.
Se marcaron perfilismos y se multiplicaron las chacras partidarias.
Se permitió que se proyectaran personajes desde cargos públicos.
Se creyó que el crecimiento económico por sí, genera conciencia.
Tenemos un largo camino por delante para revitalizar esta
organización que cumple cincuenta años el próximo febrero.
El Frente Amplio no es un fin es sí mismo, es un instrumento.
Tenemos que aceitar la herramienta para que no se oxide.
Hay mucha tarea por hacer: política, ideológica y organizativa.
Al mismo tiempo no podemos descuidar la responsabilidad de los
gobiernos departamentales que la ciudadanía nos otorgó.
Hay que estar atentos para que nadie se desmadre con obras
faraónicas para fortalecer otra vez, una carrera personal, que se
pone por encima del proyecto colectivo que encarna el Frente.
El futuro inmediato no es fácil y los desafíos son grandes, sabemos
que el pueblo frentista estará a la altura de las circunstancias.
Tenemos ganas e ideas y además nos sobran los motivos.
Alfredo García
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