La ola de frio de estos días nos congeló física y afectivamente.
Inmediatamente nos puso enfrente la situación de miles de
orientales que sufren en casuchas la inclemencia del invierno.
Estamos hablando de muchos uruguayos y sobre todo niños.
Una deuda social en la que todos tenemos alguna responsabilidad.
Por acción u omisión todos los gobiernos cargan con esta deuda.
Estamos avizorando un posible fin de la pandemia de coronavirus.
Y recordando al General hay que pensar en la mañana siguiente.
Es hora que dejemos intereses partidarios de lado frente a la difícil
situación que decenas de miles de compatriotas están soportando.
El presidente anunció que se crea un fideicomiso para generar
soluciones a los asentamientos irregulares que hoy existen.
Está claro que los montos asignados no alcanzan para mucho.
La estimación aproximada es que se necesitan 2000 millones de
dólares para poder regularizar o realojar los 600 asentamientos.
Pero a mi criterio no se trata de salir como enajenados a decir que
esto trata de poner a pobres contra pobres y criticar la iniciativa.
Lo que amerita esta situación es poner cabeza y esfuerzo para que
entre todos se busquen las soluciones mejores y más rápidas.
Hay mucha experiencia acumulada a nivel estatal y social sobre el
tema vivienda, desde el Mevir hasta Fucvam, desde el viejo PIAI al
Plan Juntos, desde la Brigada Agustín Pedroza del Sunca a los
jóvenes voluntarios de un Techo para mi país, y hay ganas.
Si se pudo lograr muchos recursos privados durante la pandemia,
¿es imposible realizar una gran campaña nacional por este tema?
No será hora de que dejemos de sopesar conveniencias sectoriales,
de culpar a otros por los errores cometidos y de lanzar acusaciones.
Es muy fácil desde el calor de nuestro hogar (de derecha o
izquierda) buscar responsables y lanzar lindos discursos.
Ahora se trata de arremangarse y poner manos a la obra para lograr
que en el más breve plazo solucionemos este gravísimo problema.
Me importa tres pepinos quien lanza la idea si es una buena idea.
Y no olvidemos que a esta hora exactamente, en este julio polar,
hay muchos niños durmiendo en ranchos de cartón o de chapa.
Alfredo García
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