El domingo un viento tricolor sopló fuerte en la playa Ramírez.
Parece que, a partir de allí, cambio el estado de ánimo frentista.
La mano venía complicada y el bajón andaba generalizado.
La oposición galopaba firme al ritmo de: “se van, se van” y por el
oficialismo no surgía ninguna reacción contrarrestando el desánimo.
Los actos eran pequeños, los discursos eran casi susurros y las
propuestas para un cuarto gobierno no terminaban de convencer.
Los grupos y dirigentes parecían más preocupados por la política de
alianzas y el lugar que ocuparían en las listas que por lograr votos.
Los desencantados e indignados florecían a la vuelta de la esquina.
Y sobrevolaba un sentimiento generalizado de derrota abrumadora.
¿Qué sucedió? ¿Puede un trapo de 300 metros ser tan importante?
El paquidermo dormido empezó a caminar nuevamente y no hay
que manijearse porque juntamos quince mil tipos en la rambla, pero
para la autoestima y la mística, es una fuerte inyección de energía.
¿Alcanza con eso? Por supuesto que no, es solo el principio.
Ahora precisamos una fórmula que labure en yunta, con propuestas
comunes claras y comprensibles para todo el mundo sin excepción.
No se trata de tapar los errores cometidos ni de ocultar problemas.
Los candidatos no necesitan ser sabelotodos y opinar sobre
cualquier tema, dejemos hablar a los expertos que tenemos.
Las campañas electorales ya no se manejan por aficionados, por
más militancia y buena voluntad que tengan los compañeros.
Cuando la mano viene tan pareja hay que recurrir a idóneos.
Los adversarios se están preparando desde hace mucho tiempo.
Nosotros pecamos de mucha improvisación y voluntarismo.
No ayuda que salgan los ministros con críticas o dislates.
No acumula asustar con el 2002, con Macri ocon Bolsonaro.
Se precisan ideas fuerza que la militancia pueda empuñar y salir
a recuperar los votos de los que hoy están dudando o vacilan.
Hay pocos indecisos, pero hay un informe que dice que el 33% de
los votantes que están hoy decididos, pueden cambiar su voto.
Acá se trata de no dar a ningún ciudadano por perdido, ni pensar
que hay gente irrecuperable que largó la chancleta de la solidaridad.
Para lograr un nuevo mandato popular nos sobran los motivos.
Confiemos en la gente, démosle argumentos al frentista de a pie.
Está en riesgo el gobierno del FA, y algunos burócratas no lo
perciben, deben creer que están jugando a House Of Cards.
Alfredo García
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