Dentro de diez días llegamos a los nueve meses desde que se
declaró la emergencia sanitaria por Corona virus en nuestro país.
Fue un embarazo complicado y enfrentamos un parto con dolor.
No vamos a mencionar nuevamente la gravísima situación
económica y laboral de decenas de miles de uruguayos.
No hablaremos de los problemas de la educación o la salud.
Y menos de las secuelas emocionales que sufrió mucha gente.
Hoy nos vamos a referir a otros efectos secundarios del corona.
Algunos compatriotas emulando al Quijote se dejaron comer el seso
No fue por novelas de caballería sino por relatos de grandes
conspiraciones universales que dejan los libros de ciencia ficción
de Asimov y Bradbury al nivel de redacciones de niños de escuela.
Y dejando su natural agnosticismo caracterizan la pandemia de ser
un fenómeno religioso, con pecado, sacerdotes, infierno y paraíso.
Otros consideran peor el tapabocas que la capucha de los milicos.
Los grandes medios son cómplices de esta dictadura “new age” y
falsifican cifras de muertos y valoran erróneamente a los tests.
“Todo el poder a la OMS”, gritan millones de genuflexos científicos y
gobernantes de todos los países se someten a este Gran Hermano.
Por otro lado, surgen otras voces que visualizan la extensión del
contagio en nuestro país como una gran maniobra política para
desprestigiar al gobierno apostando al “Cuanto peor, mejor”.
Estos pensadores ven un gran complot de la izquierda local
desarrollado a pura lonja y madera en grandes tamborileadas.
Hay que ser muy mala leche para caer en estas disquisiciones.
O estar bien comido y aburrido para elucubrar de esta forma.
Sinceramente me preocupa como la pandemia afectó la salud
mental de estos intelectuales de todo el espectro político.
Parece que estos nuevos iluminados la tienen clara frente a los
millones de seres humanos que nos dejamos engañar alegremente
y aceptamos encerrarnos por miedo, ignorancia o por las dudas.
Ellos deben reafirmar sus convicciones con la frase: “Coma basura,
cuatro mil millones de moscas no pueden estar equivocadas.”
Y mientras tanto la humanidad entera, se comió la pastilla.
¿No será mucho?
Alfredo García
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