A veces uno se pasa de rosca criticando todo lo uruguayo.
Que la seguridad, que el desempleo, que la educación.
O tal vez los funcionarios públicos o las corporaciones.
Que la mugre en las calles o los cajeros automáticos sin plata.
Que las demoras en la salud y el caótico tránsito capitalino.
Que las jubilaciones de los milicos y la burocracia sindical.
Que los chorros, que los impuestos, los policías y maestros.
Que vivimos en una sociedad fragmentada y con poca cultura.
Viendo el estado de ánimo en las calles, estamos en el horno.
Somos todos fanáticos de la murga “La reina de la Queja”.
Ahora bien, sin menospreciar nuestro sentido crítico, y
tratando de ver la realidad sin anteojeras ideológicas o
sentimientos partidarios, no podemos caer en la pavada.
Tenemos un montón de carencias, pero miremos el entorno.
Uruguay sigue siendo un oasis de democracia y libertad en un
mundo convulsionado, donde se pisotean muchos derechos.
¿Esta situación de nuestro país es eterna e inamovible?
Los héroes de Maracaná nunca imaginaron que dos décadas
más tarde, se instalaría en nuestra patria una feroz dictadura.
No se puede dar por sentado la permanencia de la República.
Hay que cuidarla siempre y estar atentos a los posibles desvíos
Nuestros vecinos son una muestra de la polarización política.
En pocos días se cumplen 35 años del acto del Obelisco.
Aquella fenomenal gesta que le dio el golpe de gracia al
régimen autoritario que nos gobernó durante doce años.
¿No sería una buena señal de todo el sistema político recordar
aquel evento con una conmemoración que nos una a todos?
Encarar el año electoral que se nos viene, con un compromiso
de todos los partidos políticos y organizaciones sociales en
defensa de la democracia, el pluralismo y el debate de ideas.
Vamos a entendernos, no se trata de ocultar las diferencias ni
tapar los diversos intereses, existen y seguirán vigentes.
Pero se trata de reafirmar nuestra vocación democrática como
país, demostrando una vez más que Uruguay es otra cosa.
Aprendimos con sangre, sudor y lágrimas que no queremos
nada con el autoritarismo y eso está integrado en nuestro ADN.
Mantengamos hoy más que nunca esos valores.
Alfredo García
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