Hace unos días un compañero de fierro y hermano del alma me dio
con un caño por mis editoriales, porque era muy duro con el Frente.
Opinaba que era demasiado equilibrado y suave con el gobierno.
Lo que podía dar lugar a malas interpretaciones sobre mis posturas.
Siempre es bueno que te bajen a tierra y te tiren de las orejas.
Pero uno sabe que no le puede pedir peras al olmo y algunas
prácticas incambiadas de la derecha local son problema de ellos y
por lo tanto, que se hagan responsables sus militantes y líderes.
Mientras que cualquier desviación en la izquierda nos preocupa y
nos parece que es nuestra obligación marcarla claramente a fuego.
Somos de la vieja escuela, y quizás nos consideren ingenuos, pero
aprendimos que en el ADN de la izquierda uruguaya existen
Valores Ideológicos Básicos (VIB) que deberían marcar el rumbo.
Ellos son: Honestidad, Modestia, Austeridad y Espíritu de sacrificio.
Algunos ocasionales compañeros de ruta no los asumieron y sobran
ejemplos de muchos que se han desviado de tener esa conducta.
Y como siempre pasa, cuando se denuncia algo incorrecto surge el
reflejo corporativo de defensa del “compañero” frente al ataque.
Se atribuye a campaña de enchastre o cortina de humo de los
adversarios para tapar sus carencias con falsas acusaciones.
Ya vimos a un sindicato defendiendo a un dirigente que robaba.
Sufrimos a un plenario justificando un título universitario inexistente.
Por mencionar solo dos ejemplos de metidas de pata de la izquierda
Ahora surge una nueva situación complicada y nuestros dirigentes
se abroquelan para defender en forma casi unánime al cuestionado.
Si mañana la justicia encuentra algo irregular, se le terminará
haciendo el juego a la derecha, que nos va a cobrar duro y parejo.
La sensibilidad social no justifica saltearse las normas legales.
Y sería mucho más lógico, impulsar la investigación hasta el hueso.
La mejor forma de defender a un compañero es mostrando su
inocencia en forma transparente con pruebas irrefutables.
Salir en masa y achacarles malas intenciones a los contrarios
puede resultar un tiro en el pie si luego se descubre algún delito.
Completando el título, ojo, porque el que se precipita, se precipita.
Alfredo García
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