No me gaste las palabras
no cambie el significado
mire que lo que yo quiero
lo tengo bastante claro.
Mario Benedetti
Hay señales en nuestra sociedad que deberían preocuparnos.
No es alarmismo ni sembrar el pánico, pero hay que estar alerta.
Uruguay vivió épocas de duro enfrentamiento décadas atrás.
Y se tomaron caminos de violencia que fracturó la convivencia.
Muchos despreciamos la democracia burguesa y le erramos.
Otros arrasaron la república a sangre y fuego y los sufrimos.
Hace más de treinta y cinco años que disfrutamos de un sistema
político estable con libertades absolutas que es un ejemplo mundial.
Y una de las características uruguayas es el nivel de la vida política.
Acá existen muchos partidos, organizaciones y corporaciones que
hacen posible una enorme fortaleza de nuestra sociedad civil.
Y por supuesto que la población se divide en clases sociales.
Negar su existencia, así como la natural confrontación de sus
miembros porque tienen intereses contrapuestos, es muy ingenuo.
O, por el contrario, es un discurso ideológico muy inteligente que
intenta mostrar a todos como iguales, para mantener el statu quo.
El problema surge con aquellos que entienden la lucha de clases
como algo violento que conlleva a la destrucción del enemigo.
La historia nos demuestra que los únicos cambios duraderos son
aquellos que se logran con la persuasión y no con la imposición.
Se trata de debatir argumentos y confrontar ideas a raja tabla pero
entendiendo que es de allí de donde saldrá una síntesis superior.
El sistema que tenemos nos convierte a todos, más allá de nuestra
posición social o económica, en ciudadanos libres con voz y voto.
Y eso posibilita la natural, imprescindible y sana lucha ideológica.
Y la transformación cultural es producto de ese enfrentamiento.
Se trata de no darle cabida a los minoritarios fundamentalismos
mesiánicos que plantean el método que el fin justifica los medios.
Por eso hay que marcar a fuego a los violentos de todo pelo y color.
La democracia es una planta que para que crezca vigorosa hay que
regarla todos los días, porque si se marchita, perdemos todos.
Alfredo García
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