A fines del 2019 el Frente perdió por puntos en el cuadrilátero.
Luego de ostentar por quince años el título de campeón, marchó.
A pesar de perder unos cuantos kilos por izquierda y derecha, no
bajó de categoría, y sigue siendo un peso pesado de la política.
Sin embargo, hace más de dieciocho meses que sigue grogui.
Algunos no asimilan la paliza recibida y siguen saltando a la cuerda.
Otros siguen meta darle golpes a la multicolor bolsa de arena.
Aquellos sueñan con morderle la oreja al rival cual Tyson oriental.
Lo que parece claro es que nadie se hace todos los análisis para
saber las causas profundas que lo llevaron a la derrota sufrida.
Está claro que está faltando un buen entrenador en la esquina del
ring, no se sabe bien quien es el segundo y hay demasiados
asistentes que muchas veces parece que quieren entrar a pelear.
Bueno, basta de metáforas pugilísticas, vamos a hablar bien claro.
Que un plenario nacional del FA se reúna via zoom y tome algunas
decisiones menores dista de ser el camino que se necesita transitar.
Que un documento de 33 páginas sea la autocrítica, provoca risa.
Que se ponga la exigencia de 1% de apoyo electoral para que un
grupo pueda tener voto en la dirección nacional es solo un parche.
Que no se cuestione el poder de las bases raya en la hipocresía.
En ningún momento se plantea una profunda discusión ideológica.
Se evita entrar en el análisis de las clases sociales en Uruguay hoy.
No se avizora que proyecto de país se quiere construir a futuro.
Nadie habla de la impostergable implosión de la estructura interna.
Parece que todo se resume a elegir buenos candidatos en 3 años.
Volviendo al boxeo, si no se cambia la dieta, el entrenamiento y los
sparrings, el gimnasio está condenado a seguir perdiendo socios.
Y nuestro púgil permanece como un grandote bobo que arriesga de
que en el próximo match le den nocaut con un gancho de derecha.
Alfredo García
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