Carabineros, maderos, federales, bobbies, yuta, gendarmes,
guardia nacional, tiras, mossos, alguaciles, chapas, cana.
Existen tantos nombres o apodos como países para la policía.
Lo que nadie discute es su existencia, sin importar el sistema.
Desde los regímenes socialistas a las monarquías, pasando por las
dictaduras fascistas a las democracias liberales, todos la tienen.
Dicho esto, analicemos un poco lo que pasa en nuestro caso.
Tenemos un cuerpo policial que adolece de muchos problemas.
Bajos salarios, formación insuficiente y poco reconocimiento social.
Por suerte han podido sindicalizarse, cosa bastante excepcional en
el mundo donde los trabajadores de uniforme no tienen ese derecho
Ahora bien, hay una especie de estigma sobre la policía que
seguramente se arrastra desde antes y durante la dictadura que
pesa sobre ellos en diversas capas y estratos de la sociedad toda.
No estamos hablando solo del mundo del hampa y su entorno que
lógicamente los ve como enemigos, va mucho más allá de eso.
Hay ciertos sectores que tiene una predica anti policía, llegando
incluso a que algunos sindicatos plantearon echarlos del PIT-CNT.
No son esbirros del gran capital ni mercenarios de la oligarquía.
Son laburantes con las mismas necesidades y problemas que los
albañiles, tacheros o enfermeros, pero llevan uniforme y pistola.
Pero también vemos que la reacción en contra de la cana se da en
Rocha, Punta Carretas o Malvin Norte por gente muy diversa.
Y sorprende que el asesinato de una mujer policía por su pareja no
sea catalogado de femicidio y provoque la marcha de protesta.
¿Qué nos está pasando como sociedad para que esto ocurra?
Urge debatir estos temas sin prejuicios ni cargas ideológicas,
porque si persiste esta mentalidad, nos damos un tiro en el pie.
No se trata de glorificar a los milicos, pero tampoco crucificarlos.
Tendremos una mejor sociedad el día que los hijos de clase media
compitan por entrar al cuerpo policial, por el reconocimiento social y
económico que ello implica y parafraseando a Florencio Sánchez,
escuchemos a padres orgullosos decir: “Mi hijo el policía”.
Es necesario dar la batalla cultural en torno a este tema.
Mientras tanto, sin complejos, me declaro anti chorro y pro botón.
Alfredo García
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