Si Nixon tuvo un Watergate, Lacalle Pou tiene su Water closet.
Todos los días surgen noticias y versiones sobre Astesiano.
Hay tres aspectos que quisiera mencionar sobre este caso.
Uno es la Fiscal que sintió que tocaba el cielo con las manos.
Pasó al estrellato cuando entró en la residencia presidencial de
Suárez, cual sheriffa siglo XXI, a arrestar al guardaespaldas malandra.
Después se fue de licencia y amagó con querer abandonar el caso.
No habla mucho, tampoco se calla un poco y se le filtra de todo.
El segundo, son los medios que encontraron un bruto filón y los
titulares explosivos se suceden un día sí y el otro también.
Todos quieren marcar agenda y lanzar la última primicia, aunque no
se pueda chequear a fondo; el pescado congelado que mandaron y
la suspicacia de insinuar que podría ser droga, es solo un ejemplo.
El tercero es la oposición, que lógicamente y como debe ser,
aprovecha la bolada para lograr rédito político y pegarle al gobierno.
Algún compa, se fue de mambo y dijo cosas poco creíbles, como
que en la Torre había una filial de la mafia calabresa Ndrangheta.
A juzgar por los trascendidos el Fibra es el Al Capone uruguayo.
¿No será un poco mucho? No sé, digo.
Está claro que el presidente metió la pata hasta el cuadril, le dio su
confianza a un tipo que aprovechó la situación para beneficio propio
Se debe exigir que la justicia investigue y que caiga quien caiga.
Y creo que desde el gobierno están facilitando que eso ocurra.
Con Lacalle Pou me separan miles de kilómetros a nivel ideológico.
Tenemos filosofías de vida muy distintas y valores diferentes, pero
creo conocerlo un poco, y no dudo ni un instante en su honestidad.
Por eso me rechinan las teorías conspiranoicas que pululan en las
redes y en algunos fundamentalistas que solo buscan generar odio.
Y me preocupa mucho que algún delirante salga a pedir la renuncia
del presidente a raíz de este lamentable episodio del custodio infiel.
Con la institucionalidad no se juega y en política no vale todo.
Alfredo García
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