La verdad es que estoy saturado del bajo nivel de discusión.
Un día sí y otro también se lanzan insultos, mentiras y cascotes.
Parece que se vuelve imprescindible la generación de un enemigo
para poder justificar su propia existencia y lo correcto de su política.
No es solo las redes, que siempre sirven como excusa y disparador.
Hay constante protagonismo mediático de dirigentes y operadores.
Y cualquier mínimo comentario de un lado u otro genera una
batalla campal digna del record Guiness por su gran irrelevancia.
Por un lado, la permanente matraca “caganchera” que la oposición
solo pone palos en la rueda y que apunta al cuanto peor mejor.
Y por el otro la consigna de que la derecha se olvida de la gente
pobre y que gobierna para los pitucos oligarcas acomodados.
¿No se cansan de dar manija? ¿Convencen a alguien asi?
No creo que ninguna persona no se vea afectada por la situación
que vivimos hoy, sea residente del 40 Semanas o de la Tahona.
No concibo a ningún gobernante que le resbale la muerte de tantos
compatriotas de todas las clases sociales, nadie es inmune al virus.
No comparto que a la mayor fuerza política del país (40%) no le
importe la angustiante realidad de la gente por no ser gobierno.
Interpelar a dos ministros no es cortar los puentes del dialogo.
No compartir propuestas opositoras no es expresión de soberbia.
Tenemos partidos e ideologías diferentes y por lo tanto diversas
formas de ver los problemas y los caminos para resolverlos.
Pero enchastrar al adversario no contribuye al debate democrático.
Insultar o patotear al que piensa distinto no contribuye en nada.
Los fanáticos son minoría, mantengámoslos a raya por favor.
Miremos la región para darnos cuenta de lo destructivo que es la
polarización partidaria, quizás lo de Perú sea el ejemplo más claro.
Necesitamos discusión de ideas no descalificación de personas.
Al convertir la política en chiquero, terminamos todos embarrados.
Alfredo García
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