“Lo primero que creo que hay que tener en cuenta es que no hay medidas de lucha que se sean, en general, siempre buenas o siempre malas. A veces se piensa que una medida de lucha determinada puede ser una especie de panacea que cura todos los males; bastaría aplicar la medida de lucha y se obtendría siempre un resultado satisfactorio. No es así.” Héctor Rodríguez
En los últimos días la ofensiva antisindical ha tomado fuerza.
Vemos a operadores políticos, varios senadores entre ellos, que
patalean contra las medidas gremiales y los acusan de anti patria.
Es interesante ver que el índice de conflictividad que realiza la
Universidad Católica muestra que hubo menos medidas gremiales
bajo este gobierno que durante los años que gobernó el Frente.
Al mismo tiempo denuncian conspiraciones del movimiento sindical
y la oposición para coordinar acciones por el próximo referéndum.
Mienten a mansalva hablando de que los gremios no tienen
personería jurídica y que no se elige autoridades por voto secreto.
Algunos “demokratas” tienen alergia a los trabajadores organizados.
“El mejor sindicato es el que no existe” parece ser su lema favorito.
Por suerte nuestro país tiene una tradición muy arraigada de
organización gremial y la central única es un ejemplo mundial.
Ahora bien, cabe reconocer que muchas veces se le pega más a la
herradura que al clavo y que ciertos conflictos no acumulan nada.
Por otro lado, hay gremios que se manejan como corporaciones
y que hay dirigentes que se asemejan más a los burócratas
sindicales peronistas del otro lado del río que a los históricos lideres
como Turiansky, Héctor Rodríguez, Cuesta, Duarte, Iguini o Cores.
El dirigente sindical debe ser el mejor trabajador y jamás puede
perder contacto con su base en el laburo, y existe el riesgo de
volverse un “sindicalero profesional” que se cree imprescindible.
Si algún laburante mete la pata, hay que darle con un caño.
Ningún sindicato defiende a un chorro aunque sea el delegado.
Y menos aún si tiene responsabilidades de dirección en el gremio.
La mejor defensa de nuestros sindicatos pasa por la transparencia,
el fortalecimiento de la democracia interna y la diversidad de
tendencias como muestra la historia de varias décadas del PIT-CNT
Alfredo García