¿Sabían ustedes que nuestro país integra la selecta y privilegiada
lista de treinta y ocho países a nivel mundial de altos ingresos?
Ahora, ¿cómo se refleja en la realidad de todos los uruguayos?
Según los últimos informes de Naciones Unidas que se presentaron
hoy en el parlamento, tenemos 353.000 pobres en 88.000 hogares.
La pobreza en nuestro país tiene cara de niño y también de mujer.
De cada 100 uruguayos por debajo de la línea de pobreza, 44 son
menores de 18 años; y otras 44 son adultos que viven con ellos, o
sea que existe pobreza en casi el 90% de hogares con niños.
Existe un 10% de pobres entre los menores de 18 años mientras
que entre los mayores de 65 años la pobreza se reduce a 0,3%.
Los niños y adolescentes son 33 veces más pobres que los viejos.
Por otro lado, dos tercios de los 88.000 hogares pobres, (68,1%)
tienen jefatura femenina y el 93% de los 21.000 hogares pobres que
son monoparentales están a cargo de una mujer, datos que
permiten advertir la feminización de la pobreza en Uruguay.
Cabe acotar además que solo el 36,1% de los hogares pobres
monoparentales con niños reciben aportes por parte de los padres.
La pobreza en nuestro país está sobre diagnosticada y hay varias
centenas de miles de compatriotas que están apenas por encima
de la línea de la pobreza y con una situación económica muy frágil.
Los “diezmilpesistas” del FA son los “veinticincomilpesistas” de hoy.
La cuestión es si somos capaces de elaborar una política de Estado
que permita de una vez por todas encarar en serio la pobreza.
No es negando la imprescindible reforma de la seguridad social, ni
tampoco rebajando el IASS a las jubilaciones más privilegiadas.
Nos hipotecamos el futuro del país si no declaramos la pobreza
infantil como emergencia nacional y le brindamos lo que precise,
aunque eso no tenga rédito partidario para futuras elecciones.
Es ineludible por humanismo o por egoísmo encarar el tema.
Somos todos responsables y no solucionarlo es criminal.
Alfredo García
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