¡Alerta! Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de la tecnología
Y no nos estamos refiriendo a la robotización o al trabajo a distancia
Hablamos de esos adminículos electrónicos que nos acompañan
permanentemente y nos volvieron irremediablemente adictos a ellos
Nos facilitan la vida en miles de cosas, nos permiten trabajar,
Informarnos, comunicarnos o simplemente disfrutar del tiempo libre.
Las redes sociales se han vuelto una presencia constante en
nuestra vida, podemos olvidarnos de la llave, el perro o la billetera
pero nadie se mueve ni un centímetro de su casa sin el celular.
Ahora, ¿quién usa a quién? ¿No somos nosotros los utilizados?
Día por medio me llegan consultas sobre mi opinión acerca de
algún local, tienda u hotel, solo por haber pasado por la puerta.
Una vez por mes me llega el itinerario de lugares que recorrí.
A otros les envían álbumes aleatorios de fotos que sacaron antes.
Parece que el supremo algoritmo sabe de mí, más que yo mismo.
Las charlas que tuve con capos en el tema como Eduardo
Mangarelli o José María Lasalle me encendieron las alarmas.
¿Tenemos conciencia que todo nuestro accionar en redes sociales
por acción u omisión es monitoreado y aporta datos personales?
Y que esos datos son usados con fines comerciales o políticos.
Y que, en base a esa información, vamos a recibir cada vez más
información de lo que la inteligencia artificial deduce nos interesa.
La realidad digital que vivimos es cada vez más sesgada y nos hace
más ignorantes de todo lo que sucede afuera en el mundo real.
Somos perfectamente manipulables y por ende muy controlados.
Esa sensación de libertad que tenemos por el acceso a cualquier
información de cualquier tema en internet, tiene mucho de falacia.
La tan mentada neutralidad de las redes, ha dejado de existir.
Hoy en algunos países se discute la necesidad de establecer
legislación y controles sobre las s corporaciones tecnológicas.
Para algunos es establecer límites autoritarios al individuo.
Para otros se trata de no ser ingenuos frente al poder digital.
Para mí es una interrogante, para la que no tengo respuesta.
Qué idiota que soy, ya me pongo a consultar a “dios” google.
Alfredo García
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