Libertad, libertad
Sin ira, libertad
Guárdate tu miedo y tu ira
El lunes pasado entré por primera vez en la sede la Masonería.
El motivo fue que nuestro columnista estrella y hermano de la vida,
Hoenir Sarthou, recibió el premio a la libertad de expresión del
pensamiento que los masones uruguayos entregan anualmente.
Y son momentos como ese que nos recuerdan el rol de la libertad.
Y más a nosotros que estamos en esta changa de la comunicación.
Es fantástico ver como hoy cualquiera se expresa sin limitaciones.
Y la palabra censura es un vocablo antiguo que está en desuso.
Es lindo ver a una nueva generación de comunicadores que lleva la
antorcha y no se calla frente a las presiones de cualquier poder.
Son ellos los guardianes últimos de la libre expresión en el país.
Quedaron atrás los tiempos de democracia autoritaria, allá por los
sesenta, cuando el gobierno clausuraba diarios, prohibía palabras,
ilegalizaba partidos políticos o encarcelaba a muchos periodistas.
Pero la intolerancia anda siempre en la vuelta, hay que estar atento.
Y las redes sociales fomentan el fundamentalismo con frecuencia.
Todas las opiniones pueden emitirse, seas presidente de la
Asociación Rural o dirigente del SUNCA, seas bolche o facho.
Ninguna idea debe limitarse, aun las que sean antidemocráticas.
No hay que temerle a la lucha ideológica, debe ser fomentada.
La fortaleza democrática radica en el respeto de las minorías.
Discutir, debatir, confrontar opiniones, hablar con el que piensa
distinto, incluso con el que esté en las antípodas, es imprescindible.
La única forma de avanzar es confrontando con el pensamiento
diferente, si hablamos con los convencidos de nuestras ideas, no
dejamos de mirarnos el ombligo y creernos dueños de la razón.
Las síntesis se logran con el choque de los opuestos y ahí todos
deben tener un lugar reservado, más allá de sus posturas.
El tapabocas lo aceptamos para la pandemia, jamás para las ideas.
Alfredo García
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