La Vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, y el Ministro del Interior, Luis Alberto Heber, protagonizaron un papelón de proporciones durante la comparecencia del Secretario de Estado en el Senado, lo cual tensó aún más las ya deterioradas relaciones entre el oficialismo y la oposición.
El llamado a comisión general al cual acudió Heber no arrojó ninguna conclusión positiva, a excepción de la falta de seriedad y de ideas del gobernante para abordar el tema de la seguridad.
Si bien aportó información más relevante durante un encuentro reservado con los senadores de todo el arco político, la sensación es que el gobierno carece de rumbo para conjurar la ola de violencia imperante en el país.
Sin embargo, lo que recalentó el ambiente fueron las actitudes del propio Heber y de la Vicepresidenta Beatriz Argimón, cuando se aludió concretamente a los feminicidios. Al respecto, el responsable de la cartera de Interior consideró que los feminicidios son “homicidios por problemas sentimentales”, retomando la caduca prédica patriarcal de otros tiempos, cuando los diarios caratulaban los asesinatos de mujeres como meros “dramas pasionales” que no trascendían más allá de lo anecdótico.
No nos extraña la actitud de Heber, quien pertenece a un partido y a un sector como el herrerismo que es ultra-conservador, reaccionario y regresivo, pese a que se maquille reiteradamente ante el electorado y asuma una postura presuntamente tolerante.
Obviamente, sus indigeribles expresiones provocaron generalizada indignación en organizaciones feministas y fueron tomadas, como corresponde, como una suerte de justificación.
Incluso, sus infelices reflexiones coincidieron en el tiempo con el hallazgo de los cuerpos sin vida de dos jóvenes desaparecidas: Valentina, de 17 años, desparecida desde el 9 de mayo, y Shakira, de 20 años, reportada como desaparecida el 20 del mismo mes.
Al respecto, el colectivo Encuentro de Feministas Diversas (EFD) fue uno de los que salió al cruce de las expresiones de Heber, con una publicación en sus redes sociales. “Hoy el ministro del Interior dijo homicidio por problemas sentimentales, aludiendo a los alarmantes datos de feminicidios. No desaparecen, las desaparecen, violan, explotan, abusan, descuartizan y descartan. Ni “sentimentales ni “problemas”, escribieron.
Realmente, contundente y compartible. Para el ministro, por así decirle, el feminicidio no es un homicidio calificado, pese a que deviene del abuso de poder del machismo más execrable, sórdido y rastrero.
No podemos esperar que Heber entienda el problema, cuando el propio presidente de la República, Luis Lacalle Pou, que es naturalmente su líder, calificó los asesinatos de mujeres durante el pico más importante de la pandemia como “daños colaterales” originados en el confinamiento.
Obviamente, está todo dicho: ¿qué podemos esperar de un partido político enamorado de un sistema que –históricamente- ha relegado al sexo femenino a un lugar meramente marginal?
Al respecto y paradójicamente, una de las peores enemigas de las políticas de género es la inefable senadora nacionalista Graciela Bianchi, quien ha exhibido rabiosas posturas machistas más exacerbadas que las de los propios hombres.
Evidentemente, se trata de una colectividad política que no ha evolucionado en el tiempo ni acompañado los cambios registrados en los últimos años, por más que la primera persona en la línea de sucesión presidencial sea Beatriz Argimón.
En ese contexto, la propia presidenta del Senado protagonizó un tan enojoso como lamentable altercado verbal con la senadora frenteamplista Amanda Della Ventura, cuando esta le reclamó al ministro Heber que no soslayara el tema de los femicidios.
Al tiempo que la calificó como “atrevida”, Argimón manifestó a la legisladora opositora que se limitara a debatir en torno al motivo de la convocatoria, como si los femicidios no fueran asesinatos. Tal vez para la Vicepresidenta, que no tiene nada de feminista más que el rótulo que se auto-adjudica, los femicidios sean ajustes de cuentas entre un hombre una mujer.
No en vano, Argimón no participó en la última marcha del Día de la Mujer, alegando que el tema se había politizado. Al respecto, cabe recordar que en 2019, Argimón reclamó la expulsión del Intendente de Colonia Carlos Moreira, por el escándalo en el cual este ofreció becas de trabajo a cambio de sexo. Luego, lo recibió con besos, flores y abrazos en el directorio nacionalista.
La cuestión de género es un tema político, ya que deviene de la colisión entre un modelo patriarcal a ultranza y un modelo transformador y aperturista que, tal cual lo prescribe la Constitución de la República, otorga los mismos derechos a todos los ciudadanos, sin distinción de sexo, étnica ni origen social.
El paradigma machista- resabio de una decadente y perimida concepción de la sociedad que tiene un origen incluso religioso-es una de las más repugnantes y deleznables expresiones de una mentalidad obtusa, intolerante y anclada en el pasado.
No en vano, el Partido Nacional encabeza una coalición de gobierno que integran, entre otras fuerzas políticas, el ultraderechista partido Cabildo Abierto, un desiderátum en materia de misoginia y visceral desprecio por todo lo femenino, que nuclea en sus filas a algunas mujeres que no parecen tales.
Estas destempladas expresiones de la peor calaña, constituyen un contundente testimonio que la batalla cultural recién comienza, con el propósito de sepultar -de una buena vez- los resabios del otrora Uruguay de la barbarie.
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